Las monas son para los niños
Las figuras de chocolate más artísticas dejan paso a las formas más infantiles: triunfan los animales, los colores vistosos y las referencias a los chefs; todo de menor tamaño
Pasteleros y maestros chocolateros respiran tranquilos: los padrinos –o quien asuma esas funciones para la ocasión– no han dejado de cumplir con la tradición de regalar la mona a sus ahijados. “No sólo la mantienen, sino que cada vez la compran con más antelación”, explica el reconocido pastelero Oriol Balaguer. Esa antici- pación excluye el pastel, que hay que consumir recién hecho y entre cuyas versiones triunfan tanto la sara como el de yema quemada, el de trufa o la cristina, de brioche y adornada con tantos huevos como años cumple el homenajeado, que gana terreno.
Aunque algunos, como el pro- pio Balaguer, siguen aferrándose a su preferencia por las formas geométricas y las figuras más conceptuales, las que mejor se venden son aquellas que tienen diseños más infantiles. “No hay que olvidar que la Pascua es una fiesta para los niños y que a ellos les gustan los animales. los colores llamativos y, este año especialmente, los motivos relacionados con los chefs, seguramente por la fiebre de los programas televisivos de cocina”.
Hace unos años que han ido desapareciendo de la mayoría de escaparates las elaboraciones de gran tamaño y carísimas. Aunque algunos pasteleros, como Christian Escribà, conservan algún cliente que en estas fechas tira la casa por la ventana y encarga monas de mil y hasta 3.000 euros –“y para obsequiar a ahijados que ya están creciditos”–, esa es la excepción. Tanto él como la mayoría de sus colegas tienen una oferta mucho más asequible que años atrás. “Lo importante es que nadie deje de cumplir con la tradición por una cuestión de presupuesto, aunque sea comprando un huevo de tres euros”. Él prepara todos los años una mona enorme que este año ha diseñado con la forma de un gorila y 1,80 m de altura (“si se incorporase, mediría 2,70 m”). Es una figura que en la mayoría de los casos suele fundir para volver a utilizar la Pascua siguiente. Nada que ver con las dimensiones de las figuras que venden con éxito Mey Hofmann o Josep Maria Rodríguez, de La Pastisseria Barcelona. Este pastelero, que ya ha abierto su segunda tienda en Barcelona, explica que abrió su primer negocio cuando ya el presupuesto de los clientes era más comedido. “Cada pieza cuesta 35 euros. Los que tienen más éxito son los animales, cuanto más vistosos mejor, o un demonio que está funcionando muy bien. Lo importante es que sean personajes que resulten simpáticos”. Los huevos decorados, como el que ha elaborado Yan Duytsche, de la pastelería Dolç, en Sant Cugat, siguen teniendo éxito. Aunque este año su gran éxito es un gracioso ratón.
Va recuperando terreno la clásica cristina, de brioche y decorada con huevos naturales