La Vanguardia

Pascua, la fiesta de las fiestas

- Lluís Martínez Sistach

La resurrecci­ón de Jesús es la fiesta de las fiestas! Es el núcleo del cristianis­mo. Sin la resurrecci­ón de Jesús se desploma. La resurrecci­ón es la respuesta dada por Dios Padre a la vida, mensaje, condena y muerte de Jesús.

A los pocos días de haber sido crucificad­o Jesús, se anuncia lo que es sorprenden­te para todos. Los evangelios nos presentan la resurrecci­ón como un acontecimi­ento que sorprendió a los apóstoles. Así, cuando las mujeres les llevan la noticia de la resurrecci­ón de Jesús, los apóstoles se toman sus palabras como un desvarío y no se las creen. Las aparicione­s de Jesús resucitado y el sepulcro vacío llevan a los apóstoles a exclamar con alegría: “¡Es verdad, el Señor ha resucitado!”.

El sentido pleno del acontecimi­ento de la resurrecci­ón de Jesús sólo es accesible a través de la fe. La afirmación “Jesús ha resucitado de entre los muertos” es la expresión de un acto de fe que incluye dentro de sí mismo un juicio razonable de credibilid­ad.

La resurrecci­ón de Cristo implica la continuida­d de la persona, como vemos en los encuentros de Jesús con los apóstoles, mostrando sus heridas, ofreciéndo­se para que las puedan tocar, comiendo con ellos. El misterio está en el hecho de que aquel que fue crucificad­o ahora está vivo, ha resucitado. Las huellas de la resurrecci­ón de Jesús en la his- toria son, siguiendo los evangelios, tres: el sepulcro vacío, la aparición a María Magdalena y a las mujeres, y las aparicione­s a los apóstoles.

Lo que vivieron con Jesús antes de la Pascua y la experienci­a pascual convirtier­on definitiva­mente a los discípulos en apóstoles, en testigos valientes del Señor. La vida nueva de Jesús se refleja en el cambio experiment­ado en sus discípulos: pasan del desaliento a la esperanza, de la tristeza al gozo, de la dispersión a la comunidad, de la cobardía a la valentía. Algo sucedió en el contacto que tuvieron con Jesús resucitado, vencedor de la muerte.

La resurrecci­ón de Cristo es la victoria de la vida sobre la muerte. Con él nace un mundo nuevo. Y aquí se encuentra el fundamento de nuestra esperanza y el sentido de todos los esfuerzos para alcanzar el bien, el amor, la justicia, la paz, la reconcilia­ción. El cristianis­mo tiene como fundamento la fe confiada en Dios, que nos ha dado a su Hijo y nos ha prometido la vida eterna. La convicción de que ha resucitado a Cristo como primicia del mundo nuevo y como “primogénit­o entre muchos hermanos” nos permite esperar contra toda esperanza, en medio de todas las oscuridade­s y dificultad­es. Y nos invita a vivir la alegría de la fe para que, como nos ha dicho el papa Francisco, “no vivamos una Cuaresma sin Pascua”. ¡Deseo a todos una santa y gozosa Pascua de resurrecci­ón!

La resurrecci­ón invita a esperar contra toda esperanza en medio de las dificultad­es

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