La Vanguardia

Una dirección breve pero intensa

El Celta aún vive de la herencia que dejó el actual técnico blaugrana en Vigo

- PABLO ZABALLA

Luis Enrique fichó por el Celta en junio del 2013 después de un año sabático. Pasó su primera semana como técnico del equipo gallego en los Dolomitas, ascendiend­o los puertos del Giro con un grupo de amigos. Ya en Vigo llamó la aten- ción por su puesta en escena durante los entrenamie­ntos: subido en un andamio y dirigiendo la sesión con un megáfono detrás de sus inseparabl­es gafas de sol. Los rumores de salida –sonó para el Barça ese mismo verano–, los malos resultados –una victoria en las nueve primeras jornadas– y su pasado blaugrana –en Galicia hay madridista­s hasta debajo de las piedras– le castigaron ante un sector de la grada y de los medios especializ­ados. El club mantuvo la confianza en el entrenador y el tiempo le dio la razón. Lucho creó un equipo que se ha asentado en Primera con confianza y estilo propio. Es responsabl­e directo de la explosión de Rafinha y la evolución de Nolito, Fontàs y Krohn-Dehli, los tres últimos ju- gadores imprescind­ibles en el Celta actual, un modelo de club low cost, que vive de su cantera y de los descartes de otros equipos.

Los métodos de trabajo y la filosofía de Luis Enrique encajaron de manera ideal en Vigo, pero su hermetismo en los entrenamie­ntos, casi siempre a puerta cerrada, y las frías relaciones con la prensa no le ayudaron. Los de- tractores del asturiano crecieron a la sombra de las derrotas y ante la falta de continuida­d de un once inicial. “Juega el que se entrena”, era el mantra con el que se ganó el respeto de la plantilla con una honesta política de rotaciones y una meticulosi­dad fuera de lo normal en la preparació­n. En el campo puso al Celta a jugar con un 4-3-3 y a tocarla, señas que el equipo mantiene pese al relevo en el banquillo. Lucho no atendió a jerarquías, prescindió de Túñez –uno de los fijos– y acabó sentando al capitán Oubiña. Entre sus descubrimi­entos destaca la reubicació­n de Krohn-Dehli, que pasó de extremo a volante o pivote defensivo, posiciones

desde las que asume más protagonis­mo y ordena los ataques.

El paso por Vigo de Luis Enrique supuso un empujón definitivo a la cantera, que durante la pasada temporada vivió la eclosión de Santi Mina y la consolidac­ión de Jonny. Otros nombres surgidos de las categorías inferiores que también tuvieron una oportunida­d fueron Yoel, Hugo Mallo, Álex López, Toni, David Costas y Levy. Como el buen trato de balón y la intensidad en defensa, la apuesta por el futuro fue irrenuncia­ble. El plan funcionó, el Celta fue de menos a más, pletórico en el aspecto físico, y acabó en novena posición, la mejor del club en ocho años. El Barça, que ya se había interesado por el técnico el verano ante- rior, volvió a llamar a la puerta. Lucho se marchó, pero una temporada en Balaídos ha sido suficiente para dejar un importante poso. Charles, Mina o Álex López han recordado que es una figura clave en sus carre- ras, uno de los mejores entrenador­es que han tenido.

De Barcelona a Vigo y de Vigo a Barcelona. Luis Enrique realizó el viaje de ida y vuelta –con escala en Roma después de tres temporadas en el Barça B– con Rafinha de la mano. Pero no son los únicos casos de movimiento­s entre ambos clubs, que guardan una buena relación desde hace años. A los conocidos Fontàs, Nolito, Sergi Gómez o Planas se añaden el extécnico del filial Eusebio Sacristán, descubrido­r de Iago Aspas durante su etapa en Vigo, o los casos de Hristo Stoichkov, de efímero paso por el banquillo de Balaídos, o Radomir Antic, que cerró su etapa como entrenador en España del Barcelona al Celta.

APUESTA GANADORA

Impulsó a Nolito, Fontàs y Krohn-Dehli, hoy jugadores imprescind­ibles LA MARCA DE LA CASA

Puso al Celta a jugar con un 4-3-3 y a tocarla, señas que el equipo mantiene

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain