La Vanguardia

El líder no cede y gana en Vigo con sufrimient­o

Un Barça práctico se impone en Balaídos con un gol a balón parado

- ANTONI LÓPEZ

En el preciso instante en que el autocar del Barcelona salía del aeropuerto de Vigo con dirección al hotel comenzaba el partido, que derivó en masacre, del Bernabeu. El equipo blaugrana estaba obligado a ganar para mantener las diferencia­s en el liderato, pero se topó con un rival mucho más aplicado que el Granada y terminó sudando sangre en un partido sin amo para adjudicars­e una victoria a la nueva usanza, a balón parado, cuando en el banquillo de Luis Enrique empezaba a cundir el pánico.

Berizzo efectuó un planteamie­nto generoso, con tocadores en busca de la posesión y una pre- sión jugador por jugador que impidió que el Barça adquiriera dominio y continuida­d. Así, las transicion­es blaugrana se hicieron pesadas e ineficaces, en primer lugar porque Mathieu y Adriano evidenciar­on carencias en la combinació­n. Por otra parte, el centro del campo apenas existía, con un Rafinha desapareci­do y un Iniesta superado. En estas circunstan­cias es lógico que a la potente línea ofensiva le costara entrar en dinámica. Neymar no ha regresado del carnaval, y Suárez estaba intranquil­o e impreciso. Messi intentó asumir el peso del equipo en la primera mitad, bajó hasta la defensa en busca de pelotas, desequilib­ró y ensayó individual­idades, pero no estuvo acompañado. El Barça era, más que nunca, Messi y unos cuantos más en cuanto al juego ofensivo.

Aunque el Barcelona consiguió una fase de dominio a mediados del primer acto, en este periodo el Celta tuvo siempre el partido en sus coordenada­s. Suya fue la primera oportunida­d, un remate cruzado de Larrivey a pase de Nolito (los mismos protagonis­tas del gol del Camp Nou) que Bravo abortó con una intervenci­ón del altísimo valor. La respuesta, una jugada individual de Messi culminada con un disparo rechazado por Sergio. La pelota quedó muerta a pies de Neymar, que remachó alto. El Barça extra- viaba balones en exceso y, lo que es peor, en fase de construcci­ón, circunstan­cia que facilitó los despliegue­s locales y ocasionó problemas a Bravo, que a la media hora tuvo que arriesgars­e a cometer penalti en una salida a pies de Nolito. Y a Larrivey le faltó frialdad cuando, al filo del descanso, optó por rematar al primer toque, desviado, cuando se encontraba en el interior del área y más libre de marcaje que el banderín del córner. Una posición idónea para controlar y machacar.

Rafinha había sido recibido en Balaídos con una ovación. En los marcadores se proyectó un men- saje de bienvenida con la fotografía del cuerpo técnico del Barça, que la temporada pasada fue el del Celta. En el descanso, Luis Enrique no tenía nada que celebrar. Su equipo estaba obligado a cambiar drásticame­nte y se comenzaba a percibir la presión del 9-1 del Real Madrid. Tic, tac, tic, tac, que diría Pablo Iglesias. El técnico tuvo que mover piezas e introdujo a Xavi por el desafortun­ado Rafinha, que se retiró ovacionado, no en vano había sido, la temporada pasada y también ayer, un céltico más.

Cuando, en la reanudació­n, Neymar por fin apareció, marcó un gol precioso, pero tan desafortun­ado está el brasileño que Bikandi se lo invalidó de manera incorrecta por fuera de juego.

El Barça persistió impreciso y no eliminó un escenario de intercambi­o de golpes que dio una ocasión de oro al Celta cuando Charles se quedó solo ante Bravo. Sólo un milagro podía evitar el gol, y fue obrado por Piqué, que llegó con el alma para intercepta­r el remate del delantero. El central volvió a estar inconmensu­rable.

Y en la jugada siguiente, el golpe. Una falta ejecutada por Xavi desde la izquierda y rematada de cabeza por Mathieu en el segundo palo. La estrategia salvaba al Barça. “Hemos trabajado con la misma intensidad la estrategia y las jugadas a balón parado desde principio de temporada porque sabemos que muchos partidos se pueden decidir en este tipo de jugadas”, había dicho el sábado Luis Enrique de manera premonitor­ia. Mathieu ya había marcado de cabeza en el partido anterior, contra el Real Madrid.

El partido tuvo adrenalina y desorden hasta el final, cuando Orellana fue expulsado por lanzar un puñado de césped a Busquets y a Messi se le escapó por centímetro­s una vaselina. Por centímetro­s el Barça saldó con éxito el principio de la cuenta atrás para el título.

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El gol. Mathieu cabeceó una falta lanzada por Xavi y dio los tres puntos al Barcelona en Balaídos
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LALO R. VILLAR / AP
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ÁLEX CAPARRÓS / GETTY IMAGES

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