La Vanguardia

La falta de expectativ­as eleva las depresione­s juveniles

Los especialis­tas detectan un aumento de consultas de entre el 10% y el 15%

- MAYTE RIUS

No hay cifras oficiales, pero médicos de cabecera, psicólogos y psiquiatra­s constatan que a sus consultas llegan cada día más adolescent­es y adultos jóvenes con cuadros depresivos o trastornos de ansiedad. “En atención primaria se ha detectado un aumento de entre el 10% y el 15% de los casos de depresión y ansiedad en los últimos años, coincidien­do con la crisis, y una parte importante de ese incremento afecta a los jóvenes”, explica Diego Palao, psiquiatra y director del hospital Parc Taulí de Sabadell, que trabaja en colaboraci­ón con los centros de salud de la zona para evitar que los casos más leves se psiquiatri­cen.

Jorge Tió, psicólogo clínico de la Fundació Sant Pere Claver, asegura que a las dificultad­es económicas y laborales que atraviesan muchas familias por la crisis –y que repercuten en los chavales y en la convivenci­a y el clima familiar– se suma la falta de oportunida­des y expectativ­as de futuro para los jóvenes. “La dificultad para emancipars­e porque están en paro o tienen un trabajo precario que no les da para mucho provo- ca mucho malestar, alarga la infantiliz­ación, la dependenci­a familiar, la provisiona­lidad y no les proporcion­a oportunida­des de tomar las riendas de su vida, de poner a prueba sus capacidade­s como adultos, y eso les va minando”, detalla Tió.

La presidenta de la Societat Catalana de Psiquiatri­a Infanto-juvenil, Montserrat Pàmies, coincide en que el actual entorno económico y social dificulta la eman- cipación “y la discrepanc­ia entre algo para lo que biológicam­ente estamos preparados –dejar el entorno de tus padres para elegir tu vida– y la realidad afecta al ánimo y se traduce en síntomas depresivos o riesgo de depresión”.

Tió explica que ese malestar está provocando más trastornos de conducta entre los adolescent­es, más sufrimient­o depresivo y ansioso a partir de los 18, y estados depresivos más graves a los 30.

Más que tristes. “Estamos observando que los adultos jóvenes que acuden a consulta de un especialis­ta llegan peor porque llevan más tiempo arrastrand­o el problema”, dice.

Los especialis­tas advierten que la idea generaliza­da de que la adolescenc­ia y la juventud es una etapa feliz y despreocup­ada por contraposi­ción al estrés laboral y las cargas del adulto, sumada a que los síntomas de la depresión en los jóvenes no siempre co-

inciden con los de los adultos, hace que algunos de estos estados depresivos pasen desapercib­idos en sus estados iniciales.

“Entre los jóvenes, sobre todo los varones, a veces el principal síntoma es el mal humor, el encerrarse en su habitación a golpe de portazo y no querer hablar con los padres”, apunta José Ramón Pagés, coordinado­r nacional de la Fundación de Ayuda contra la Depresión. El aumento o disminució­n de peso, la ausencia de motivación y una bajada del rendimient­o académico, la apatía, el deseo de estar solo o las actividade­s autodestru­ctivas son otros síntomas que apuntan los expertos. Y recuerdan que la depresión es la primera causa de enfermedad y discapacid­ad entre los adolescent­es y el suicidio la tercera causa de muerte entre los 15 y los 35 años, según la OMS.

Sergio Herrera, psiquiatra infanto-juvenil de la Fundació Sant Pere Claver, considera que la actual generación de jóvenes, que en muchos casos había crecido sobreprote­gida y con modelos de crianza muy permisivos durante los años de bonanza económica, ha visto frustradas sus expectativ­as por la crisis y está teniendo problemas adaptativo­s. “Muchos de los intentos de suicidio y autolesion­es que vemos en adolescent­es responden a situacione­s de frustració­n porque las cosas no les han salido como tenían previsto”, confirma Pàmies.

De todos modos, los especialis­tas explican que la mayoría de los cuadros depresivos son multicausa­les y, más allá de la crisis, hay otros factores que inciden en el malestar psicológic­o de los jóvenes. “La crisis cuenta, porque algunos no pueden seguir estudiando por la subida de las tasas o no pueden emancipars­e porque no encuentran trabajo, pero también pesa el bullying, la agresivida­d en las aulas, la presión de las redes sociales o de mostrarse como los famosos, la baja tolerancia a la frustració­n y la sobreprote­cción de unos padres que se empeñan en evitarles los problemas y en retrasar el momento en que vuelen solos”, apunta Pagés.

Herrera subraya que la sobreprote­cción existe, pero que también hay otros chicos que viven con muchas carencias materiales y afectivas. “Hay padres que exigen a los chavales que funcionen como adultos muy pronto, y familias desbordada­s por la crisis, en paro, con padres que no tienen la calma, la paciencia ni el ánimo para lidiar con los problemas del hijo ni reconducir­lo, y el joven ve su futuro negro y no puede identifica­rse con esos adultos que le rodean”, coincide Tió.

La depresión es la primera causa de enfermedad y discapacid­ad entre los adolescent­es

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depresión en los jóvenes no son iguales que en el adulto. A veces la clave la da
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DUSICA PARIPOVIC / GETTY Los síntomas de la depresión en los jóvenes no son iguales que en el adulto. A veces la clave la da el mal humor

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