La Vanguardia

Disney ‘recicla’ otros tres clásicos animados

Tras ‘Cenicienta’, Disney seguirá reciclando títulos de animación con personajes reales

- SALVADOR LLOPART Barcelona

Tras el éxito de Cenicienta, nuevos personajes de Disney seguirán sus pasos. Así como, en el cuento clásico, la calabaza se transforma en carruaje y las ranas en pajes, los dibujos animados de Tío Walt han empezado por arte de magia a transforma­rse en personajes de carne y hueso. Los de La bella y la bestia serán los primeros.

Bill Condon, director de las dos últimas entregas de la serie Crepúsculo, anuncia la inminente adaptación del clásico en el que Bella estará encarnada por Emma Watson. La estrella de Harry Potter no cabe en sí de gozo: “¡La niña de seis años que hay en mí está en el cielo, con el corazón acelerado!”.

Nueva vida para los personajes de siempre. Y más negocio. Otro proyecto en marcha es más complicado: El libro de la selva, donde los animales tendrán rasgos de estrella. Todo apunta a que Bill Murray será algo más que la voz del oso Baloo; el británico Idris Elba, del que ya se habla para James Bond, se convertirá en el tigre Shere Khan, y la encantador­a Scarlett Johansson será la tentadora serpiente Kaa.

Lo cierto es que las películas de animación de Disney nunca mueren, y menos ahora con las adaptacion­es que se anuncian. Nueva vida, pues, para viejas joyas. Hace un par de semanas se daba a conocer otro proyecto: Tim Burton se encargará de la adaptación de Dumbo (1943), la triste historia del elefante volador, también con actores reales. De momento el único nombre confirmado es el de Burton. Todavía no se sabe nada de los protagonis­tas, pero no es difícil imaginar a Johnny Depp, habitual en las películas de Burton, probándose trompas y orejas frente al espejo. Luego seguirá Pocahontas.

Disney sabe que el negocio puede continuar... y continuará. La iniciativa arrancó con 101 dálmatas (1996), con Glenn Close en el papel de Cruella De Vil. Años después llegaron otras dos adaptacion­es: Alicia en el país de las Maravillas (2010), de Tim Burton, con Johnny Depp como gran protagonis­ta. Una versión fantasiosa e imaginativ­a del clásico de Lewis Carroll. Y la más reciente Maléfi- ca (2014), basada en el clásico de La bella durmiente. Un cuento explicado, en este caso, desde el punto de vista de Maléfica, la bruja mala. Personaje al que Angelina Jolie dotó de toda su histriónic­a y calculada maldad.

Hasta ahora eran excepcione­s, pero la excepción –la adaptación– ha pasado a convertirs­e en norma. “Es un paso lógico en el Hollywood del siglo XXI”, afirma Edmond Roch, productor de Las aventuras de Tadeo Jones. “Disney se suma a la política de remakes y secuelas. Pero no son tontos y saben que sería complicado y, a la vez, muy arriesgado rehacer los clásicos en el mismo terreno de la animación en el que nacieron. Las películas históricas se han convertido en algo demasiado significat­ivo para las sucesivas generacion­es. No hay que olvidar que las únicas películas antiguas realmente vistas por el público de hoy son precisamen­te los clásicos de animación de Disney”, añade el productor y también director.

Por eso resulta de lo más natural la búsqueda iniciada de un plus de realidad en estas versiones, ahora que los efectos digitales lo permiten, algo que no se podía

hacer en el siglo XX: no existía la tecnología necesaria. Pero ahora sí. “Con la imagen digital se puede hacer milagros”, comenta Román Gubern, cuya necesaria Historia del cine ha vuelto por fin a las librerías, editada en esta ocasión por Anagrama. “El cine actual es en buena medida un cine dibujado, como dibujadas eran las clásicas películas de Disney. El nuevo cine es un cine diseñado digitalmen­te, aunque no se note. Por eso Spiderman salta de edificio en edificio, y Superman vuela sin problemas”, reflexiona Gubern, que añade: “Disney es una maquina de generar ideología. Sólo hay que ver la transforma­ción de Hannah Montana, aquella adorable niña mientras estuvo con Disney, que en cuanto ha podido volar sola se ha convertido en un es- perpento sexual”, bromea Gubern. “De todas maneras hay que señalar –añade el estudioso– que Disney es la productora de Hollywood que mejor ha entendido las enseñanzas de Bruno Bettelheim sobre el sentido oculto de los cuentos”. Un sentido que

aquel estudioso exploró en obras de referencia como Psicoanáli­sis de los cuentos de hadas.

Los relatos de Disney nunca son inocentes. El contenido sexual, evidente en todos ellos, se disfraza de apuestos príncipes y castradora­s madrastras. Clásicos

como Pinocho –del que también se habla para su adaptación– hablan del alejamient­o del hogar, algo que se paga con terror. O la evidente discrimina­ción que sufre Dumbo por ser diferente, otro cuento terrorífic­o en sí mismo. “Creo que Pinocho sería el pro- yecto perfecto para Burton”, concluye el historiado­r del cine.

“Los cuentos de hadas son nuestro territorio”, afirmaba recienteme­nte Sean Bailey, el presidente de produccion­es de Disney, que ve en el viejo catálogo de la compañía algo equivalent­e a los éxitos del mundo de los superhéroe­s de Marvel. Mientras el público masculino es el destinatar­io principal de los superhéroe­s, Bailey es consciente de que las historias de princesas y príncipes encantados llegan mejor a la adolescenc­ia.

Pero la cuestión es: ¿es el remake una buena idea? Está comprobado que los mejores remakes son aquellos que aportan una mirada nueva o un ángulo diferente. Aunque la reciente Cenicienta no es una lectura nueva del viejo cuento; si acaso, es una lectura fiel al filme original de Disney, y quizá ahí reside precisamen­te la gracia y el secreto de su éxito. Como afirma el crítico Oti R. Marchante, “reprochar a Cenicienta que es cursi es como reprochar a Hitler que ha sido un chico malo”.

‘La bella y la bestia’, ‘El libro de la selva’ y ‘Dumbo’ tendrán su versión real, con actores y actrices

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