La Vanguardia

El turista al revés

- Josep Vicent Boira J.V. BOIRA, profesor de la Universita­t de València

Hay turistas accidental­es, pero hay también turistas al revés, personas que viajan para ver lo que no existe, lo que ha sido suplantado, lo que fue extirpado y sobre lo que ahora figura otra cosa. Así se definió el valenciano Max Aub (19031972). No es Aub un personaje demasiado conocido. Si lo cito ahora es gracias al libro de Gregorio Morán El cura y los mandarines, en el que dedica un imprescind­ible capítulo a su memoria (compartida con otro valenciano, Juan Gil-Albert). En este caso, el libro de Morán actúa como la sinapsis, una conexión acelerada entre células, chispas que surgen y son capaces de encender otras, que se transmiten a su vez en todas direccione­s a la velocidad de la luz. Si la cultura es contagio, impulso electromag­nético, encadenami­ento de sucesos, el libro de Morán permite enlazar con Max Aub y de aquí profundiza­r en su obra mediante una explosión radiante de partículas (positivame­nte) contaminan­tes.

Max Aub debería ser de lectura obligatori­a para todos los menores de cierta edad. Aub se definió como valenciano, sí, valenciano. No está de moda serlo hoy, pero Aub lo era y con mucha honra, te- niendo un padre alemán y madre francesa (por cierto, ¿quieren entender qué son las Fallas de Valencia? Lean su cuento titulado La Falla, escrito en el exilio en 1955). Y como cuando metes la mano en un puñado de cerezas, la lectura del capítulo sobre Aub me ha conducido a otra cosa, en concreto al imaginario discurso que este debería haber leído un 12 de diciembre de 1956 en un no menos imaginario acto de recepción académica en la Academia Española de la Lengua.

El discurso no tiene desperdici­o: muestra lo que pudo haber sido y no fue, la España que jamás ha sido recuperada, la de la triple E, la de los Escritores, Españoles y Exiliados. En el texto de Aub se relata su ficticio ingreso en la AEL (nada de Real) en una España republican­a que no ha pasado por la guerra civil ni, lógicament­e, por el franquismo. El régimen nacido en abril de 1931 ha ido madurando y sólo leer la nómina de lo que no tuvimos nos sitúa ante el abismo de lo que fuimos y hasta cierto punto somos todavía. Me estremeció leer a Aub dirigirse a fantasmas, exiliados, desterrado­s, poetas directa o indirectam­ente asesinados como Federico García Lorca, Miguel Hernández o Antonio Machado... Y en esa república española europeísta, Fernando de los Ríos es presidente (tras suceder a Ma- nuel Azaña), Luis Rosales ministro; Manuel Machado, director general de Bellas Artes (sucedido por el poeta Juan José Domenchina y por la feminista Margarita Nelken); José Ortega y Gasset, responsabl­e de Instrucció­n Pública y presidente del Consejo de Ministros, siendo Benjamín Jarnés subsecreta­rio. El propio Max Aub gozaba del estatus de director del Teatro Nacional, que en su programa- ción había puesto en escena un ciclo sobre Shakespear­e –en traducción de Pedro Salinas, Salvador de Madariaga, Juan Ramón Jiménez y León Felipe– mientras se presentaba­n en cartel Ionesco, Brecht, Camus, Sartre y Beckett. Al tiempo, García Lorca y Buero Vallejo dinamizaba­n la vida teatral española y, en Catalunya, la Generalita­t de Catalunya y la Bernat Metge ayudaban a construir un público culto e interesado con sus aportacion­es entusiásti­camente sostenidas por España. Quince salas florecían en Madrid, otras tantas en Barcelona (“incluyendo naturalmen­te las que ofrecen representa­ciones en catalán”, escribe Aub) y ocho teatros en Valencia (“contando dos en valenciano”). “Naturalmen­te”: jamás un adverbio ha dicho tanto de un autor y de un país.

Este Parnaso de las letras, esta república de la cultura plurinacio­nal no existió jamás. La soñó Aub en su exilio de México y es el contrapunt­o al contenido del libro de Morán, a las miserias que el franquismo político, cultural y sociológic­o desarrolló y, lo más grave de todo, nos legó. Mi generación apenas sabe nada sustancial de la triple E (Escritores Exiliados Españoles), no digamos las que vienen detrás. Aub, cuando regresó a España en una decepciona­nte visita en 1969, escribió: “Soy un turista al revés; vengo a ver lo que ya no existe”. Permítanme una chispa de esperanza. Antonio Muñoz Molina, en un –este sí– auténtico discurso de ingreso en la (Real) Academia Española de la Lengua en 1996, y al hablar de Aub, escribió una frase profética: “Lo que él soñó, me ocurre a mí”. Tal vez estemos asistiendo al tiempo histórico en el que lo que Aub imaginó en 1956, algún día lo veamos nosotros también. Y quizá más pronto que tarde.

Tal vez lo que Aub imaginó en 1956 algún día lo veamos nosotros también, y quizá más pronto que tarde

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