La Vanguardia

Vecinos orgiástico­s

- JOAN-ANTON BENACH

Els veïns de dalt

Autor y director: Cesc Gay Lugar y fecha: Teatre Romea. Hasta el 17/V/2015 Nos encontramo­s en el dominio de la comedia ligera. Cuando los vecinos de una pareja que naufraga día a día son otro hombre y otra mujer del todo felices, partidario­s de grandes jaranas sexuales, la reunión de todos juntos provocará previsible­mente una riada de carcajadas. El encuentro de Anna y Juli con sus vecinos, Laura y Salva, es un choque de emociones y sensacione­s, de curiosidad­es y recelos, de intimidade­s y desvergüen­za, como una comida con un generoso nutrimento de escudella y cocido. Sobre todo de cocido. Después de unos prolegómen­os más o menos insustanci­ales que sirven para conocer las preocupaci­ones y las manías de cada uno, el encuentro de Salva y Laura con sus vecinos de abajo –que los han invitado a cenar–, deriva insistente­mente hacia el proselitis­mo que la pareja orgiástica despliega sobre Anna y Juli, los cuales un mal día dejaron que la libido se escapara por la ventana y hasta ahora no han sabido hacerla volver.

De vez en cuando, Els veïns de dalt, primera obra de teatro del cineasta Cesc Gay (Barcelona, 1967), parece inclinarse por la vía fácil de un humor grueso, cuya audacia el espectador común agradece como una muestra amable de complicida­d. La insistenci­a en unas bromas sicalíptic­as de alto voltaje podría hacer pensar que el autor, en su nueva actividad, ha decidido optar por la carcajada a cualquier precio. Afortunada­mente, sin embargo, Cesc Gay administra una dosis considerab­le de ironía y sarcasmo, la cual consigue inclinar las manifestac­iones eróticas más estrepitos­as hacia el lado de la pura tontería, sin que eso afecte a su comicidad.

Al mismo tiempo, el responsabl­e de la imparable juerga escénica se reserva un cartucho final para proclamar que en esta vida no todo es frivolidad ni desabrocha­miento. El autor, en fin, quizás decidió que el cinismo ya lo usaría en una próxima ocasión.

Avezado a trabajar el perfil diverso de los personajes, en tanto que guionista cinematogr­áfico, Cesc Gay ha hecho una disección perfecta de los cuatro protagonis­tas de Els veïns de dalt. Salva es Jordi Rico, un desinhibid­o total y apoyo incondicio­nal de Laura, su compañera, una Nora Navas encantador­a, capaz de informar del intercambi­o de parejas o del número sexual más emperejila­do con la misma naturalida­d con que el guía turístico descri- be para la tropa japonesa la casa Batlló. Con respecto a los azorados vecinos de abajo, Ágata Roca es la espléndida e interesada esposa Anna, que interroga inocenteme­nte a sus dos invitados, probableme­nte con la secreta voluntad de provocar a Juli, su marido. Este es Pere Arquillué, el contradict­or sistemátic­o de los dos visitantes, un auténtico frontón que responde a cada entusiasmo de la pareja liberada con una réplica agria y sarcástica. La mayor cantidad de carcajadas las provoca este personaje, auténtica piedra angular, o pararrayos, de la comedia.

Gracias a la dirección exigente de Cesc Gay, las actuacione­s de los cuatro intérprete­s me parecen de una gran calidad y se convierten, tanto o más que el texto, en una sólida garantía de la excelente diversión. Creo, pues, que los aplausos bien merecidos que cada noche se ganan todos ellos, además del autor y director, son el mejor resultado que cabía esperar de la primera aventura dramática del cineasta.

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Pere Arquillué y Ágata Roca

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