La Vanguardia

La entrada al mar Rojo

Teherán, Riad, Islamabad y Ankara se abren al diálogo

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL Teherán. Correspons­al

La diplomacia iraní busca una salida política en Yemen, donde Arabia Saudí ha emprendido una campaña aérea para detener los avances de los hutíes, una tribu chií, como la República Islámica.

La diplomacia iraní busca una salida política a la guerra civil en Yemen, un conflicto que define el pulso entre las distintas potencias de Oriente Medio.

La campaña aérea de la coalición suní que lidera Arabia Saudí no ha frenado el avance de los rebeldes hutíes sobre Adén. Irán les ha proporcion­ado armas y entrenamie­nto, y también cuentan con el apoyo de la mayor parte de las fuerzas regulares yemeníes. Ayer combatían en el centro de la ciudad portuaria, donde la situación sigue siendo crítica para la población civil.

“Estamos de acuerdo en que la guerra debe finalizar y que deberíamos ayudar a Yemen a recuperar la paz y la seguridad”, destacó el presidente iraní, Hasan Rohani, después de reunirse el martes en Teherán con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Este, por su parte, destacó que “todos debemos poner fin, de un modo conjunto, al derramamie­nto de sangre y a la muerte”.

El ministro saudí del Interior, Mohamed bin Nayef, estuvo el lunes en Ankara y el martes Erdo-

gan llegó a Teherán con un mensaje del rey saudí a favor de una salida diplomátic­a en Yemen.

El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohamed Yavad Zarif, estuvo en Islamabad y su visita coincidió con el debate parlamenta­rio sobre la ofensiva terrestre en Yemen. Arabia Saudí ha solicitado a Pakistán que envíe soldados para esta invasión. Un sector considerab­le de los parlamenta­rios pakistaníe­s se opone a esta operación militar y, en consonanci­a, el primer ministro Nawaz Sharif dijo que “no tenemos prisa” en intervenir.

Esta prudencia no evitó que se mostrara duro con Irán. Reiteró que defenderá la integridad territoria­l de Arabia Saudí y pidió a Teherán que reconsider­e su política en la región, que le ha llevado a ser muy influyente en Iraq, Yemen, Siria y Líbano.

El jefe de la diplomacia iraní encajó el golpe. “Para resolver los problemas regionales –dijo nada más llegar a Islamabad–, debemos consultar con Pakistán”. “Todos los países son responsabl­es de restablece­r la estabilida­d y la paz en Yemen”, añadió Zarif.

Pakistán y Turquía apoyan a la coalición suní que desde hace dos semanas bombardea a los rebeldes hutíes.

Los hutíes, de origen chií, dicen que luchan contra la corrupción del gobierno que preside Abed Rabo Mansur Hadi y también contra el terrorismo de Al Qaeda, grupo bien asentado en el centro y sudeste de Yemen.

Irán entiende que “la extensión de la crisis yemení abre espacio para nuevos grupos terrorista­s que son una amenaza para la región y el mundo”, según aseguró ayer Hosein Amir Abdolahian, viceminist­ro de Asuntos Exteriores para Asuntos Árabes y Africanos.

Teherán desea que los rebeldes hutíes abran un diálogo con el presidente Hadi, hoy refugiado en Riad. Esta propuesta la formuló hace unos días el depuesto presidente Saleh, aliado de los hutíes, que no la tuvieron en cuenta.

El presidente iraní Hasan Rohani ha nombrado a Morteza Sarmadi, viceminist­ro de Asuntos Exteriores, enviado especial para la crisis de Yemen. Su primera misión ha sido ir a Iraq, Túnez, Argelia y Líbano con el mensaje de que las armas deben dar paso al diálogo político y la atención a la población civil.

A pesar de los combates, Médicos Sin Fronteras hizo llegar ayer un barco con ayuda humanitari­a al puerto de Adén.

“La población tiene que recibir ayuda para aliviar su sufrimient­o”, aseguró Sarmadi.

Las buenas palabras, sin embargo, no impiden que la guerra siga adelante con toda su crudeza. Los hutíes, que el 25 de marzo llegaron a las afueras de Adén, ayer combatían en el barrio de Crater, muy cerca del puerto.

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HANI MOHAMMED / AP Un hutí bajo las bombas en Saná

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