Récord de extracción
El precio del barril de Brent retrocede hasta los 56 dólares
La OPEP busca ganar cuota de mercado a la competencia de Estados Unidos y Rusia, por lo que Arabia Saudí ha acelerado el ritmo de extracción de petróleo más que nunca.
Riad no piensa ceder en su envite: se trata de ganar cuota de mercado a la competencia, empeño en el que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se enfrascó hace cerca de nueve meses, y que por ahora está castigando a Estados Unidos y, sobre todo, a Rusia. En el mes de marzo, Arabia Saudí, uno de los primeros espadas de la OPEP (a grandes rasgos, la lideran los países del golfo Pérsico), ha acelerado el ritmo de extracción de petróleo hasta los 10,3 millones de barriles diarios, más que nunca en su histo- ria (el récord estaba en los 10,2 millones de barriles de agosto del 2013), y ese hito –hecho público en la noche del martes– provocó ayer un nuevo retroceso en el precio del petróleo, que acabó cediendo tres dólares en un solo día, hasta los 56.
Aunque Alí al Naimi, ministro de Petróleo saudí, no ha justificado el acelerón en la productividad del Brent, el argumento cae por su peso. La OPEP, que hoy acapara cerca del 25% de la producción de petróleo mundial (por sí sola, Arabia Saudí produce el 10% de todo el planeta), pretende multiplicar su porción del pastel: piensa hacerlo a toda costa, incluso castigando a otros miembros de la propia OPEP, como Venezuela, incapaz de adaptarse al continuo abaratamiento del Brent. Los expertos abundan en la materia. Se calcula que potencias petrolíferas como Arabia Saudí o Catar podrían resistir una caída del precio hasta los 20 dólares, algo impensable, por ejemplo, en el caso del shale oil estadounidense, que es aquel que se extrae a través del fracking, tan costoso como dañino medioambientalmente. Rusia, otro de los damnificados, también está sufriendo el peso del desgaste: este es otro de los factores que mantienen acogotada a la administración Putin, junto a su conflicto en Ucrania y a las considerables sanciones internacionales que le han acarreado.
A corto plazo, la situación no va a variar. Al menos, eso dio a entender Al Naimi, al asegurar que Riad piensa mantener un ritmo de extracción de 10 millones de barriles diarios.
La OPEP, que acapara el 25% de la producción mundial, pretende que crezca su porción
“Estamos dispuestos a mejorar los precios del barril –dijo–, pero sólo si otros productores de fuera de la OPEP se unen al esfuerzo (algo que, desde luego, Rusia no va a conseguir)”.
El gráfico que acompaña a estas líneas ilustra la transformación que se está viviendo en el sector. El precio del barril de Brent se ha devaluado en un 46% en el último año, desde los 107,42 dólares de entonces a los 56 que figuraban al cierre de esta edición (y eso que ha habido cierto repunte en las últimas semanas, después de que se hubieran alcanzado los 46,5 dólares a mediados de enero).
La situación ha provocado un abanico de consecuencias de peso considerable. Por ejemplo, ha facilitado las cosas a la eurozona, uno de los mayores importadores de petróleo (aquí cuentan sobre todo Alemania y Francia), que ahora paga menos por el carburante. Pero también ha llevado a la inflación de la eurozona a una tasa negativa: si el Brent se abarata, también lo va a hacer el precio de la gasolina.