La visita que puso nerviosa a la UE
Los avisos y especulaciones interesadas calentaron el viaje de Tsipras a Moscú
La visita de Tsipras a Moscú, un mes antes de lo previsto, se ha producido en un momento caliente en las relaciones del triángulo Bruselas-Atenas-Moscú.
El Gobierno griego negocia con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europea y la Comisión Europea el plan de reformas económicas para recibir 7.200 millones de euros que le permitan respirar. La UE sigue culpando a Rusia de hacer poco o nada para facilitar una solución en el este de Ucrania. Y Rusia, por su parte, sigue sufriendo las sanciones occidentales que agravan su crisis económica. Así que antes de la visita no faltaron, desde todos los lados, avisos y especulaciones que llevaron el nerviosismo a la UE.
En Atenas hay quien insinuó la petición de ayuda a Rusia. “Si no hay acuerdo (con la antigua Troika), y si vemos que Alemania permanece rígida y quiere deshacer Europea, tendremos que ir al plan B”, dijo Panos Kammenos, que dirige la sección juvenil de Griegos Independientes, socio en el Gobierno de Syriza, el partido de Alexis Tsipras.
Desde la UE, el presidente del
Desde la UE se criticó que Grecia pusiese en peligro la unidad europea para caer en el “abrazo ruso”
Parlamento Europeo, Martin Schulz, calificó de “inaceptable que Tsipras ponga en peligro la política europea hacia Rusia a cambio de ayuda”, en el periódico Hannoversche Allgemeine Zaitung. El ministro de Economía de Alemania, Sigmar Gabriel, decía que no podía “imaginar que Grecia diera la espalda a Europa para caer en el abrazo de Moscú”.
Rusia también dio argumentos al imaginario pacto geopolítico entre Atenas y Moscú. Antes de la visita, el diario Kommersant aseguraba que Tsipras y Putin discutirían un descuento en el gas. Grecia importa de Rusia el 57% del gas que consume.
El economista Vasili Koltashov, del Instituto para la Globalización y los Movimientos Sociales, dijo en Kommersant que “a los negocios rusos les podría interesar la red de ferrocarriles griegos” y otras infraestructuras.
Antes de la visita, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi La- vrov, dijo que se examinaría con interés una petición de un préstamo, que finalmente no se produjo. Y el ministro de Agricultura, Nikolái Fiódorov, aseguró que las autoridades han discutido el fin del embargo a los productos frescos procedentes de Grecia, Hungría y Chipre, quienes han hablado abiertamente contra las sanciones occidentales a Rusia.
A pesar de este jaleo, en Moscú también hay escépticos que nunca han visto razonables tanta especulación, motivada sin duda por los intereses de cada cual. Liudmila Babínina, que dirige el Centro de Integración Política del Instituto de Europa de Moscú, decía en Nezavísimaya Gazeta que Rusia daría un crédito a Grecia si ésta lo pedía. “Pero creo que eso sólo sucederá en caso muy extremo, pues Atenas no considera que la salida de la UE o de la eurozona le beneficie”.
El periódico Rossískaya Gazeta consideraba ayer que “nadie está en condiciones de rescatar a Grecia con ese yugo de deuda (casi el doble de su PIB). Tal vez China, ¿pero qué ganaría?”
Todo eso fue antes de la polémica visita. Luego, Tsipras llegó a Moscú, visitó la tumba del soldado desconocido, se reunió con Putin en el Kremlin y los peores augurios no se cumplieron. Según Koltashov, además del componente político y de la pose contra Bruselas, “para Moscú es muy importante que Grecia adopte una posición más dura”. Pero Grecia no está en condiciones de usar el veto, que es lo que le gustaría a Rusia y lo que también podría alejar a Grecia definitivamente de la UE.