Pugna por el cerezo en flor
Las rivalidades están a la orden del día en el este de Asia. Cualquier motivo sirve de excusa para enarbolar la bandera del nacionalismo entre China, Japón y Corea del Sur. En esta ocasión, el asunto que ha provocado la polémica es uno tan prosaico como el origen del cerezo en flor. Un tema que ha llenado de comentarios la prensa de los tres países asiáticos a lo largo de estos días, debido al florecimiento de estos árboles.
El debate no es nuevo y resurge todos los años por estas fechas, cuando llegan los primeros calores primaverales y miles de japoneses y turistas acuden a los cuidados jardines nipones al hanami (contemplar las flores, en japonés). Pero este año, la discusión se ha producido con más virulencia y ha adoptado un cariz más político debido a las tensiones entre los gobiernos de los tres países por la lectura que hace el primer ministro japonés, Shinzo Abe, del comportamiento de las tropas japonesas en la Segunda Guerra Mundial en China y Corea del Sur.
El hanami es un periodo de tiempo que se prolonga no más allá de dos semanas y es ansiosamente esperado en Japón. Es la época del año en que florecen los cerezos, ofreciendo un espectáculo único. Son días en los que, sin ser festivos, el país entero entra en un ambiente de relajo y los japoneses acuden en masa a los parques a comer, beber y cantar en familia, con los amigos o con los jefes de la empresa.
Hasta ahora, era casi también una tradición que por estas fechas aparecieran en la prensa surcoreana comentarios reivindicativos acerca de la paternidad del origen de los cerezos, que los botánicos nipones rebatían. Los primeros defendían que la planta era originaria de la isla surcoreana de Jeju, que estuvo ocupada por los japoneses durante varias décadas y que se la llevaron de allí a su país y los japoneses lo negaban.
Este año, sin embargo, se han sumado al debate los chinos, que con su reclamación han contribuido a caldear el ambiente. “No queremos entrar en una guerra de palabras
con Japón o Corea del Sur”, advierte He Zongru, presidente de la sociedad Botánica de China. “Numerosos documentos históricos demuestran que estos árboles llegaron a Japón procedentes del Himalaya hace más de mil años”,
afirma al Southern Metropolis Daily, y añade que “Corea del Sur no tiene nada que ver en esto”. Una declaraciones que encendió los ánimos nacionalistas de sucoreanos y japoneses.
Tokio recordó su uso como símbolo amistad. Señalaron que 200 de los 2.000 cerezos que tiene el parque Yuyuantan de Pekín fueron ofrecidos por Tokio en los años 70 como signo de amistad y buenas relaciones (hoy muy deterioradas). Y que en Washington hay 3.000 más enviados por Japón en 1912, aunque tras el ataque a Pearl Harbor en 1941 fueron descuidados.
Un episodio que ha servido a Corea del Sur para reclamar el origen de esta especie de cerezos. La prensa de este país recuerda que los árboles de Washington se salvaron gracias a la intervención del que luego sería el primer presidente del país, Syngman Rhee. Exiliado en EE.UU. por entonces, convenció a los estadounidenses de que los árboles eran de su país y no de Japón, y que el malentendido era debido a que su país estaba bajo el dominio colonial nipón.
La espiral de reivindicaciones llegó hasta tal punto que, en el 2007, un equipo de especialistas estadounidenses, coreanos y japoneses hizo unas pruebas de ADN a los cerezos que existían en Tokio, Washington y Jeju. El análisis concluyó que los árboles de Jeju y los de Tokio son iguales.
Ahora, tras las reclamaciones de los botánicos chinos, resurge la duda y no resultaría extraño que se hiciera nuevas pruebas científicas. Al fin y al cabo, el cerezo en flor es un atractivo emblema nacional y una poderosa fuente de ingresos turísticos.
Un equipo de técnicos internacional hizo en el 2007 pruebas de ADN a los cerezos de Tokio, Jeju y Washington