Barcelona apuesta por un modelo cultural ambicioso y sostenible
El turismo, imprescindible para generar recursos y financiar la cultura local
Destinar más recursos económicos al Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), el buque insignia de los museos catalanes, es una de las grandes prioridades de la cultura barcelonesa, según han coincidido en señalar los participantes en el debate de El Mirador celebrado esta semana para analizar las políticas culturales de la ciudad.
Asimismo se ha destacado que hay que buscar un mayor equilibrio entre la cultura como factor de atracción de turismo hacia Barcelona y la cultura ciudadana en sí misma. En este sentido se ha reclamado un modelo de ciudad sostenible culturalmente, que genere recursos procedentes del turismo y que estos puedan revertir en una mayor formación educativa y cultural de los ciudadanos.
El debate, celebrado en el hotel Alma, ha contado con la participación de Llucià Homs, director de promoción de los sectores culturales del Instituto de Cultura de Barcelona; Llàtzer Moix, subdirector de La Vanguardia; Franc Aleu, artista multidisciplinar; Carlos Duran, director de la Galería Senda y codirector de Loop-Barcelona; Borja GarcíaNieto, empresario, presidente del Círculo Ecuestre y de la Comisión Social de la Universitat Abad Oliva, y Roger Guasch, director general del Gran Teatre del Liceu. Estos tres últimos son miembros de Barcelona Global.
Llucià Homs pone de manifiesto que la cultura es uno de los ejes troncales de la política del Ayuntamiento de Barcelona por su enorme importancia como motor de innovación, de creatividad, de conocimiento, de creación de nuevas centralidades urbanas, de fomento de las industrias culturales, de proyección internacional de la ciudad y de atracción del turismo.
Destaca que la cultura tiene cada vez más una función fundamental en las estrategias de regeneración urbana y desarrollo económico de la ciudad, como lo demuestran los nuevos equipamientos como el Disseny Hub-Museu del Disseny, el Born Centre Cultural, el Museu de les Cultures del Món o la fábrica de creación de Fabra i Coats, en Sant Andreu. Añade que las exposiciones y la actividad museística, el consumo de cultura urbana lúdica y creativa, con más de 150 festivales anuales, o el funcionamiento de los cuarenta espacios de creación a disposición de la ciudadanía, junto con la red de bibliotecas, los centros cívicos y los ateneos de fabricación son expresión de la cultura ciudadana.
Llàtzer Moix, sin embargo, matiza que, pese a todo ello, la cultura ha sufrido mucho los efectos de la larga crisis económica y que es muy sensible, asimismo, a la crisis política entre Catalunya y España, lo que se traduce en una evidente falta de recursos. Como ejemplo de ello cita el gran abismo que existe entre la cartelera de exposiciones de Barcelona y Madrid, cuyos museos se benefician de inversiones de la Administración central mucho mayores. Señala que el MNAC funciona con un presupuesto anual de 13 millones de euros, mientras el Museo del Prado, por ejemplo, tiene el triple. “Del total, deducidos los gastos ordinarios de fun- cionamiento, al MNAC sólo le quedan 800.000 euros para montar exposiciones, cuando sólo la gran exposición de Dalí que acogió el Museo Reina Sofía ya costaba el doble”.
Borja García-Nieto insiste en que el MNAC “debe ser la gran apuesta cultural de la ciudad y que se debería invertir mucho más para hacerlo más grande en el conjunto de la apuesta global por hacer de Montjuïc la montaña de los museos”, un objetivo en el que coinciden todos los participantes. También explica la oferta que tiene Barcelona para convertirse en una extensión del gran museo del Hermitage de Sant Petersburgo, algo que tendría mucho sentido para estrechar las relaciones con Rusia y para dar a conocer en Occidente los enormes tesoros artísticos de ese museo.
Llàtzer Moix discute la conveniencia de invertir desde el sector público en una sede del Hermitage. “La política cultural –dice– exige prioridades. No tiene sentido tener el MNAC en una situación difícil y destinar dinero público a nuevos proyectos. No podemos estar en todo”. De la misma opinión es Llucià Homs, que valora la opción del Hermitage pero defiende apostar por un modelo de museo propio, que potencia la cultura y las colecciones del país, a lo que sin duda contribuiría el proyecto de Montjuïc como montaña de los museos.
Borja García-Nieto discrepa de algunas de las prioridades culturales de Barcelona y Catalunya que, en los últimos tiempos han estado más centradas desde la Generalitat y el Ayuntamiento en promover una determinada cultura política que en verdaderas políticas culturales. Franc Aleu, que se define como independentista, también lamenta los riesgos de Catalunya de encerrarse en sí misma. Llàtzer Moix califica de opinables, como mínimo, algunas de las apuestas desarrolladas, que además han consumido muchos fondos públicos. El programa diseñado para conmemorar el tricentenario de 1714 no ha quedado por debajo de los seis millones de euros de coste. La rehabilitación del antiguo mercado del Born ha consumido 35 millones de euros tan sólo en su última fase de reforma, a los que hay que añadir varias decenas de millones más correspondientes a proyectos anteriores que tuvieron diversa suerte.
Todos los participantes destacan la enorme riqueza, talento y ambición cultural de Barcelona, que se extienden a todos los ámbitos y actividades. A la pregunta de cuál debe ser el papel de las administraciones públicas ante este panorama, hay plena coincidencia con Llàtzer Moix en que bastaría que considerasen el sector cultural como algo básico, como lo son el educativo o el sanita- rio, y que lo apoyasen plenamente. Si no es con subvenciones, que fuera al menos con nuevos instrumentos fiscales, con tasas en otras actividades, con recursos procedentes de la lotería, como se hace en otros países, con una ley efectiva del Mecenazgo, y –especialmente– con una reducción del IVA actual del 21% para actividades culturales, que es un torpedo contra la línea de flotación de la cultura.
Carlos Duran señala que, tal como se puso de manifiesto en la Bienal de Shanghai, Barcelona está considerada como una de las treinta ciudades más valoradas del mundo como motores culturales y económicos del planeta. “Este es un reto que exige una gran responsabilidad –dice– y que deberíamos saber administrar y gestionar entre todos. Es necesaria una narrativa más ambiciosa para la ciudad y superar complejos y limitaciones mentales”. También señala que la ciudad debe ser más integradora y, al respecto, denuncia que “la mayoría de los órganos de gobierno de las instituciones no están abiertos a la participación de ciudadanos de otros países que viven con nosotros”.
Roger Guasch dice que Barcelona ha invertido mucho en continentes –grandes equipamientos, y edificios, como el Disseny Hub– y que ahora hay que llenarlos de contenido. “Si hacemos esto bien, Barcelona habrá triunfado. En este cambio de paradigma –añade– reclamo que los gestores culturales tengan la gestión económica como uno de los puntos clave de referencia de su gestión cultural. Si no lo hacemos así, nos equivocaremos, ya que las administraciones no tienen recursos para financiarlo todo”.
Todos los asistentes destacan la necesidad de mantener y mejorar la calidad en las ofertas culturales de Barcelona para que la ciudad sea un polo de atracción mundial. “Hemos de ser referentes –al menos una vez al año- para el diseño mundial, para la música, la danza, la pintura y otras expresiones artísticas, al igual que lo somos para el videoarte”,
Consenso sobre la necesidad de destinar más recursos para potenciar el MNAC
El reto es llenar de contenido los grandes equipamientos culturales ciudadanos
Barcelona ha de intentar convertirse también en emisora de arte
dice Roger Guasch. “El desarrollo de contenidos por tanto –añade– es clave para atraer visitantes y generar recursos que, a su vez, pueden destinarse a financiar más cultura, bien para nuevos eventos o bien para los ciudadanos”, concluye Roger Guasch.
Franc Aleu recuerda que la ciudad son los ciudadanos y que lo importante es que la población sea culta y disponga de una mejor educación más que una cultura que sólo traiga turistas y mucho negocio. El resto de participantes se muestra de acuerdo con Franc Aleu, aunque mayoritariamente destaca la necesidad de buscar un equilibrio entre la oferta de cultura para los ciudadanos y para los visitantes, ya que hay que generar recursos para financiar la cultura. Todos se muestran de acuerdo, asimismo, en la necesidad de reclamar una mayor formación cultural de los jóvenes en el sistema educativo, ya que se detectan graves carencias.
Franc Aleu insiste en que “parece haberse establecido una especie de pensamiento único que mide el éxito cultural exclusivamente por la capacidad de atracción de más y más visitantes mientras nosotros, los ciudadanos, hacemos de camareros, con el debido respecto a esta profesión”. “Este paradigma –dice– debe cambiar. Debemos pensar en fomentar la creación y el arte propios para que Barcelona pueda ser también emisora de cultura. El potencial creativo de Barcelona es enorme, pero todavía nos conformamos con vivir de las creaciones o chaladuras de nuestros bisabuelos”.
Llucià Homs destaca también que Barcelona está en un gran ranch. Llàtzer Moix apunta que Barcelona debe reflexionar sobre si quiere ser una ciudad escaparate o una ciudad laboratorio. Como ejemplo cita la arquitectura, que es lo que más interesa a los visitantes, por delante de la playa, la gastronomía o el turismo de compras.
“No nos debería bastar sólo con Gaudí. Lo histórico ya lo tenemos. Hemos de ser un laboratorio que permita hacer otras cosas y favorecer, por ejemplo, el desarrollo de una nueva arquitectura”. Esto nos permitiría seguir siendo una capital cultural importante, con un relato renovado”.
Montjuïc, la montaña de los museos, se configura como un gran centro de arte
Mejorar la calidad del sistema educativo es clave para una mayor cultura ciudadana
momento creativo y que desde el Ayuntamiento se potencia un modelo de ciudad del conocimiento. “Cuando pensamos estratégicamente la ciudad a diez o quince años vista –dice– la cultura, la educación, la creatividad y la innovación son elementos clave para su desarrollo”.
Franc Aleu reconoce, al igual que el resto de participantes, que los espacios de creación y los ateneos de fabricación que impulsa el Ayuntamiento de Barcelona son importantes. “Hemos de ayudar –apunta– a crear a todos niveles, a favorecer la diversidad y a salvar también los viejos oficios. Esta es la gran apuesta global que debe hacer la ciudad para desarrollar todo su potencial artístico y para ello debería haber una mayor implicación de la inversión privada y de las empresas”.
Carlos Duran reconoce las importantes inversiones y acciones que hace el Ayuntamiento para fomentar la cultura. Lamenta, en cambio, que el MACBA no haya puesto lo suficientemente en valor a los creadores y artistas locales. Considera que el nombramiento del nuevo director es una oportunidad para que el sector participe en la definición del encargo que se le haga y corregir, con ello, este grave error.
Añade que, por su parte, las galerías de arte se están reinventando para superar la crisis y destaca, al respecto, que se prepara la celebración de un gran evento para la ciudad: el Gallery Weekend.
Carlos Duran pone de manifiesto, asimismo, la gran oportunidad que se ha perdido con el hecho de que París y Madrid hayan organizado la gran exposición del siglo sobre Dalí antes que Barcelona, que habría sido su lugar natural. Borja García-Nieto añade que no es comprensible, además, que Barcelona no haya reconocido al genial artista ampurdanés con –como mínimo– una calle o una plaza, algo que sería extensible también a otra gran figura como Juan Antonio Sama-