El naufragio de los peluches
Nochevieja. El mecánico de un barco cargado de osos de peluche que ha naufragado va a la deriva en medio del océano. Dialoga por radio con la responsable de una unidad de salvamento. Entre tanto, un piloto atraviesa el cielo en helicóptero al rescate. Es el brumoso punto de partida de Blau, una obra de Ferran Joanmiquel en la que la historia es sobre todo el punto de partida para vehicular los miedos, deseos, traumas y fobias de los protagonistas y para “hacerse pre- guntas metafísicas desde el juego escénico, sin pedantería”, explica Jordi Prat i Coll, director del montaje.
Y es que, tras el argumento inicial, en Blau –que es la producción propia de este año de la Sala Beckett, donde estará en cartel hasta el 10 de mayo– “ocurre un incidente que hará que todo vaya en otra dirección, quizá hacia el más allá”, dice el director. Un hecho que hará que los miedos de los protagonistas –encarnados por Manel Barceló, Francesc Ferrer, Berta Giraut y Pau Gómez– surjan en esta obra bañada por la ironía y que va de un cierto realismo a lo onírico y lo surreal, lo cómico y lo ab- surdo: a todos se les aparecerá el padre o la madre.
Uno recordará cuando le hicieron tirarse a la piscina sin saber nadar, otra cómo se orinaba en la cama y no estaba a la altura de las expectativas de su progenitor, el tercero, cómo le quitaron el pelu- che para dormir, uno de esos que ahora flotan en el mar en una obra que juega con lo infantil en su estética pero huye de lo infantiloide. “Son gente que no ha sabido colocar sus traumas y se agarran a su oficio, a trabajos útiles a la sociedad pero que están incapacitados para llevarlos a cabo: uno es narcoléptico, ella tiene el síndrome del murciélago... inutilidades trágicas pero tan irónicas que la gente ríe”, concluye Prat.