Grecia paga 450 millones al FMI y aleja la amenaza del impago
Atenas aleja el temor a una suspensión de pagos pero necesitará dinero en mayo
Visto lo visto, Atenas cumplió ayer con sus obligaciones de deudor y devolvió los 450 millones de euros que previamente le había prestado el Fondo Monetario Internacional (FMI). Yanis Varufakis, el mediático ministro de Finanzas, cumplió su palabra dada el pasado 6 de abril a Christine Lagarde, directora general del FMI, que junto con la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) formaron la troika –esa metainstitución detestada y abolida del vocabulario por la izquierda radical griega, que la culpa de haber exagerado la austeridad fiscal y social hasta extremos aje- nos al sentido común económico–.
El anunció alivió las tensiones sobre los títulos de deuda griegos en el mercado secundario alrededor de medio punto porcentual pero los niveles siguen reflejando una tremenda desconfianza en la viabilidad financiera del país. Así, los bonos a tres años subieron de precio pero su rentabilidad solo bajó hasta el 20%. A cinco años de plazo, sorprendentemente, la rentabilidad bajó de la cota del 15% y a diez años, la referencia de la deuda según los criterios de Maastricht, bajó 0,18 puntos porcentuales, hasta un 11,03%. Conclusión, Grecia no puede financiarse vendiendo deuda soberana en los mercados financieros aunque mantiene un excedente presupuestario primario (antes del pago de intereses).
Atenas exige reducir el excedente primario del 4% del PIB al 1% para financiar “una crisis humanitaria” y devolver una paga a los pensionistas con ingresos más bajos. ¿Cómo subir el salario mínimo por encima del nivel existente en los países acreedores más pobres? ¿Cómo dar un giro tan radical a la política económica en contra de una austeridad absolutamente impopular en países cuyos gobiernos –España y Francia sin ir más lejos– parecen cada día más frágiles y minoritarios?
La tragedia griega alcanzó un nuevo cénit cuando Alexis Tsipras, el primer ministro del gobierno más radicalmente de izquierdas de la zona euro, elevó hace un mes su estrategia de la tensión asegurando que Grecia no podría hacer frente en abril al pago al FMI del 9 de abril y a sus compromisos de pensiones sin una asistencia financiera urgente de sus socios de la unión monetaria. La asistencia no ha llegado y el FMI cobró ayer. ¿Qué pasará con las pensiones a finales de mes?
Por el camino, el catorce, Atenas tiene que devolver 420 millones a unos inversores internacionales que compraron letras a seis meses. Desde marzo el gobierno ha recurrido a los fondos de pensiones, a la tesorería de las empresas públicas y a una agresiva política de recaudación fiscal. Mayo parece el mes decisivo si se procesa el volumen de informaciones financieras de las agencias y los medios de referencia. No se descarta una suspensión de pagos y una salida de Grecia de la zona euro. No queda un céntimo en los cajones aunque sorprendentemente el sector industrial consiguió crecer un 1,9% el pasado mes de febrero, poniendo en evidencia a los “expertos” cuyo pronóstico medio era un retroceso del 2,1%. El paro se redujo pero su nivel sigue siendo un dramático 25,7%. La economía siguió en deflación en marzo, con una inflación negativa del 1,9%. Según la troika, esta deflación sería conveniente para Grecia como medio para recuperar competi- tividad respecto a sus socios de la zona euro. Con los números en la mano, si los precios bajan un 2% el peso de la deuda sobre la economía se incrementa otro tanto, deuda del 175% del PIB que todo el mundo considera insostenible.
El problema de la deuda griega es que el 80% de sus acreedores son estados –España con 20.000 millones– e instituciones internacionales (CE, FMI, BCE, los “jinetes del Apocalipsis” que sometieron a Grecia al experimento de la “austeridad expansiva” desde las tinieblas de la “equivalencia ricardiana”). Pero nadie en la zona euro es capaz de reconocer que llevan cuatro años errando y Grecia ¡sin catastro!
Grecia tiene que devolver 950 millones en mayo al Fondo Monetario Internacional. Y la factura de funcionarios y pensiones suma 2.400 millones. No hay dinero. A menos que los gobiernos de la zona euro (son mayoría en el FMI), el BCE y la Comisión decidan que les satisface la lista de reformas estructurales a las que se compromete Atenas, empezando por seguir privatizando en contra del programa electoral antiausteridad que le dio la victoria en las urnas. Si el pulgar de la ex–troika se inclina hacia arriba desbloquearía 7.200 millones de euros, último tramo del primer paquete de ayuda financiera por el cual los bancos (alemanes y franceses) vendieron sus títulos griegos a los propios griegos que los compraban con dinero de los contribuyentes de la zona euro. La operación, socialización del riesgo privado a nivel internacional europeo, marcó el desarrollo de la crisis financiera . Los estados, los contribuyentes, los salvadores de los excesos de las finanzas privadas, pasaron en un plis plas a convertirse en los villanos cuyos déficit –por cortesía de la banca– pasaban de ser el síntoma de la crisis a convertirse en su causa.