El uso de la mujer como florero en el deporte llega a los institutos
Los alumnos reflexionan sobre por qué eso no pasa en la competición femenina
¿Qué pintan dos azafatas guapas, como no podía ser de otra manera, besando simultáneamente al ganador de una etapa ciclista en cada una de sus mejillas? ¿Por qué no vemos nunca a hombres haciendo lo mismo cuando una deportista del sexo femenino gana una competición? El uso de mujeres florero en competiciones deportivas ya es materia docente en algunos institutos, como el Henri Matisse de Paterna, en Valencia. Estas y otras preguntas son formuladas a los alumnos para invitarles a la reflexión sobre una realidad “que de tanto verla llega a pasar desapercibida”, afirma Santi Querol, licenciado por el INEFC de Barcelona y profesor de Educación Física en ese instituto.
Querol no deja títere con cabeza en sus clases, algo comprensible pues son muchas las disciplinas que envuelven al deportista de élite en un entorno donde esbeltas jóvenes escasas de ropa y prendas ajustadas tienen un destacado protagonismo. Basta un rápido repaso a las imágenes transmitidas de esas competiciones para constatar que en ocasiones las cámaras –“supongo que serán realizadores masculinos”, afirma este profesor”– enfocan más a las “mujeres florero” que al deportista. Y eso traspasa el mundo (coches, motos y bicicletas) del motor y las ruedas. Santi Querol traslada también a sus alumnos si son necesarias, por ejemplo, las apariciones de las “cheerleaders” del baloncesto (sólo actúan en competiciones masculinas) ofreciendo su espectáculo en los tiempos muertos y los descansos.
Si se intenta dar la vuelta a esta realidad, la cosa se complica. “Difícil de hacer, porque difícil es poder ver retransmisiones televisivas de espectáculos deportivos femeninos”, afirma Santi Querol. Aunque anima a sus alumnos a que hagan ese ejercicio. “Intentadlo”, les conmina. “¿Hay grupos de chicos animadores en los partidos de baloncesto femenino? No. ¿Hay azafatos en las entregas de premios de ciclismo o tenis femenino? No. En las carreras de motos o coches no lo podemos saber, porque no hay”. Querol considera que “el problema es doble y, por lo tanto, doblemente grave”. El deporte femenino no se hace visible y el rol que se reserva a la mujer en este mundo “es secundario y, en ocasiones, bajo mi punto de vista, degradante”. Aunque hay excepciones. Una es el voley playa femenino, “que fue uno de los deportes más vistos en los últimos Juegos”, recuerda este profesor. “¿Sabéis por qué?”, pregunta a sus alumnos. No da más pistas, pero sí información que puede ayudarles a encontrar la respuesta. Como la de la polémica “por el intento de obligar a las jugadoras de balonmano playa de obligar a vestir con las braguitas que ya lucen las de voley”