La UE discute un plan para el rescate de inmigrantes y contra las mafias
Tres naufragios en un día: uno en la isla griega de Rodas y dos más en Libia
La Unión Europea empieza a abrir los ojos a la tragedia cotidiana en que se ha convertido la muerte de miles de personas frente a sus costas en su intento de llegar a territorio comunitario huyendo de las guerras y la miseria. “Ya no hay excusas”, sentenció la vicepresidenta de la Comisión Europea, Federica Mogherini.
Los ministros de Interior y de Exteriores de la Unión apoyaron ayer, con matices, el plan de diez puntos propuesto por el Ejecutivo comunitario para dar una respuesta inmediata a los continuos y masivos naufragios de barcos cargados con inmigrantes y solicitantes de asilo. La estrategia será revisada y concretada por los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea este jueves durante la cumbre de emergencia que se celebrará en Bruselas. La reunión extraordinaria fue convocada ayer por Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, en respuesta a la petición de Italia, Francia, España y el Reino Unido.
Se trata de un compendio de medidas que ya han sido debatidas en el pasado pero sobre las que no había acuerdo hasta la fecha. Con sus limitaciones, es la respuesta política europea más contundente dada hasta ahora a este drama humano que han afrontado prácticamente en solitario los países del sur. La urgencia por actuar, señalada por todos, se vio reforzada por la noticia del naufragio de un nuevo barco cargado con 300 per- sonas en aguas mediterráneas.
Las revisiones, a la baja, a las que fue sometido el plan ayer por los ministros indican sin embargo que sigue habiendo serias discrepancias sobre puntos clave del plan, aunque fuentes diplomáticas consideran que algunos aspectos podrían resolverse al máximo nivel durante la cumbre del jueves. El documento de la Comisión Europea proponía directamente duplicar el presupuesto de la misión europea de vigilancia de fronteras Tritón y, sobre todo, permitirle apoyar operaciones de búsqueda y rescate de personas en situación de necesidad en alta mar, tal y como hacía Italia con el dispositivo Mare Nostrum. La UE le tomó el relevo en noviembre, pero con un operativo mucho menor sin medios ni autorización para realizar rescates en alta mar, ya que la opinión general era que podían tener un efecto llamada e incentivar las salidas de barcos.
El documento final del acuerdo alcanzado en Luxemburgo, donde se citaron los ministros de Exteriores y de Interior euro- peos, sólo anuncia el compromiso de “extender su área operacional para permitir actuar más lejos” a las misiones Tritón y Poseidón (otra misión de vigilancia que actúa en la frontera greco-turca) pero sin concretar si hará operaciones de rescate y salvamento a más millas de la orilla que en la actualidad (en realidad, ya presta apoyo a este tipo de operaciones, peor verlo negro sobre blanco en un documento europeo fue demasiado para algunos gobiernos y la frase ha desaparecido del texto).
El plan prevé aumentar los medios financieros y materiales de Tritón, pero no habla de duplicar su presupuesto, como proponía Bruselas. El comisario europeo de Inmigración Dimitris Avramopoulos restó importancia a ese cambio: “No podemos dar números ahora, pero se ha adoptado una decisión política: Frontex [la Agencia Europea de Fronteras Exteriores] será financiada de forma generosa porque tiene un papel esencial”, dijo.
Italia sigue reclamando la puesta en marcha de una auténtica operación europea de salvamento, una iniciativa que hace sólo unas semanas el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, rechazó por su efecto llamada pero que ahora respalda si bien con muchas cautelas. “El principio humanitario prevalece sobre cualquier otra consideración y, por tanto, mientras estas mafias
criminales y esta situación en la zona se mantengan y haya el riesgo de que se produzcan tragedias de estas características, tiene que haber los medios adecuados para salvar la vida de esas personas”, declaró Fernández Díaz. Al mismo tiempo, dijo, “hemos de ser muy cuidadosos con las mafias criminales, que son malas pero no tontas y no conviene darles facilidades”.
La clave del plan de diez puntos está más bien en tratar de frenar las salidas de personas desde el norte de África. La decisión de más calado en este sentido es plantear una misión civil y militar común para plantar cara a los traficantes de personas con “un esfuerzo sistemático para capturar y destruir los barcos” que utilizan para enviarlas a Europa, cada vez en peor estado. El modelo es la misión Atalanta que sirvió para atajar el fenómeno de la piratería en alta mar en el océano Índico. La Unión también quiere movilizar a Europol y Eurojust para que investiguen a los traficantes. El objetivo de cooperar más con los países de origen y tránsito de la inmigración –el ejemplo que pone España de su experiencia con Mauritania y Senegal a raíz de la crisis de los cayucos–es especialmente complicado en el caso de Libia (lugar de salida de la mayoría de los barcos) y una país en guerra como Siria. La intervención militar en la antigua patria de Gadafi está descartada pero la Unión buscará la cooperación de sus países vecinos e intensificará sus esfuerzos para formar un gobierno de unidad en el país.
En paralelo, se lanzarán varias iniciativas para gestionar la ava- lancha de solicitudes de asilo que están recibiendo principalmente Italia, Grecia y Malta. La UE enviará especialistas sobre el terreno para tramitarlas al tiempo que la Comisión lanza un programa piloto de recolocación de refugiados políticos, aunque del texto final del acuerdo ha desaparecido el objetivo de que este plan ayude a 5.000 personas. Avramopoulos pidió la participación de “todos los estados miembros” en este plan. También se impulsará un programa para devolver rápidamente a sus países de origen a los inmigrantes irregulares con cargo de Frontex.