El poder de Escocia
Nicola Sturgeon promete hacer todo lo posible para acabar con la austeridad
El Reino Unido va camino de un cambio político sin precedentes en el que los independentistas escoceses del SNP podrán decidir quién es el nuevo primer ministro.
Los nacionalistas dicen que defenderán “los intereses de todos” y no hablan de independencia
El Reino Unido, si se confirman los pronósticos de las encuestas, va camino de una crisis constitucional sin precedentes en la que los independentistas escoceses del SNP serán acusados de decidir quién es el primer ministro, tener como rehén al gobierno de Londres y la capacidad de vetar leyes para el conjunto de todos los británicos (incluso en defensa), cuando su objetivo último es la fragmentación del país. Es lo que dicen los tories.
El Partido Nacional de Escocia, consciente de la extraordinaria fuerza que probablemente va a tener tras las elecciones del 7 de Mayo, ha lanzado un manifiesto lleno de guiños a la izquierda, en los que propone el fin de la austeridad, la subida del salario mínimo, la construcción de cien mil nuevas viviendas de protección oficial, un aumento anual del 0.8% en el gasto público, inversiones de 200.000 millones de euros por parte del Estado, la protección de las pensiones, una coalición contra las armas nucleares y la costosísima renovación de la flota de submarinos de la clase Vanguard, una banda impositiva del 50% para las rentas más altas, y la recuperación de las ayudas a los discapacitados eliminadas por Cameron.
Nicola Sturgeon, la líder del SNP, no es candidata al parlamento de Westminster y nadie más que los escoceses pueden votar a su partido, pero se ha convertido en el personaje decisivo de la política británica con su éxito en los dos debates televisados nacionales en que ha participado, y que ha aprovechado para poner sobre la mesa programas auténticamente socialdemócratas, mucho más ambiciosos que la versión light de la austeridad en los que sigue insistiendo el Labour, obsesionado con la credibilidad fiscal.
“Si salimos de los comicios del 7 de Mayo con una posición de influencia a nivel nacional, utilizaremos ese poder de una manera responsable y constructiva, y lo ejerceremos en defensa de los intereses no sólo del pueblo escocés, sino también de los ingleses, galeses y norirlandeses”, prometió Sturgeon en la presentación del manifiesto del SNP, un documento titulado Más fuertes para Escocia. Su popularidad en todas las latitudes es tan grande que decenas de miles de votantes potenciales de todo el país se han dirigido a la Comisión Electoral preguntando si pueden poner su nombre en la papeleta (y han descubierto decepcionados que la respuesta es que no, porque su partido sólo presenta candidatos en las 59 circunscripciones escocesas).
El manifiesto del grupo soberanista ha dejado aparcada la demanda de un segundo referéndum, aunque se reserva el derecho a pedirlo “si se produce un cambio fundamental en las circunstancias políticas, como por ejemplo la salida de la Unión Europea”. En cambio, solicita la plena autonomía fiscal que Escocia todavía no tiene, a pesar de que Londres se comprometió tras el referéndum a incrementar notablemente sus competencias en materia de recaudación de impuestos y gasto público.
“A los escoceses, si votáis al SNP, os prometo que me encargaré de que vuestra voz sea escuchada en Westminster con más fuerza que nunca. Y al resto de británicos, aunque no nos podáis votar, os digo que tenéis el derecho a saber cuáles son nuestros planes por si ninguno de los grandes partidos obtiene la mayoría absoluta , que vuestras opiniones las tendremos muy en cuenta, y que vamos a actuar en función del interés de la mayoría y no de las clases privilegiadas”, dijo Sturgeon, la estrella indiscutible de la campaña.
El SNP ha garantizado que no aupará a los conservadores al 10 de Downing Street, y ha ofrecido al Labour una “coalición de fuerzas progresistas” con el objetivo de acabar con la austeridad y no renovar la flota de misiles atómicos, desafiándole a “ofrecer al país algo más que una versión descafeinada de la derecha”. Ed Miliband –el líder laborista– ha descartado un pacto formal, pero no informal, y se encuentra ante un grave dilema. Por un lado, todo apunta a que el apoyo de los nacionalistas será su única opción de formar gobierno. Por otro, se ha comprometido a la reducción del déficit y la renovación de las armas nucleares que piden los militares en la búsqueda de votos indecisos de centro.
El resto de fuerzas políticas ha denunciado el programa del SNP como costosísimo e irresponsable, “un regreso a las políticas que llevaron a la crisis”. Los tories han ido más lejos y planteado la amenaza de que los escoceses bloqueen en el parlamento la asignación de fondos para defensa, suscitando así una crisis presupuestaria como las ya habituales en los Estados Unidos.