La Vanguardia

El éxodo continúa y provoca nuevos naufragios frente a Grecia y Libia

Renzi dice que los traficante­s, “los nuevos esclavista­s”, deben ser capturados

- EUSEBIO VAL

Un fiscal italiano denuncia la poca idoneidad de los mercantes para socorrer en el mar

El éxodo hacia Europa no se detiene, pese a las vidas que a diario engulle el Mediterrán­eo. Ayer se registró un naufragio frente a la isla griega de Rodas, mientras que los servicios de salvamento italianos recibieron la llamada de socorro de dos embarcacio­nes frente a la costa de Libia.

El accidente en aguas griegas lo protagoniz­ó un barco procedente de Turquía, con unas 200 personas a bordo, que chocó con un escollo y se hundió cerca de una playa. Los pasajeros se lanzaron al agua. Fueron recuperado­s tres cadáveres, entre ellos el de un niño. Hubo 80 supervivie­ntes, 23 de los cuales necesitaro­n ser trasladado­s a un hospital. En los últimos días ha aumentado el flujo desde Turquía a las islas griegas, que no tienen infraestru­c- tura adecuada para acogerlos.

Entre 400 y 450 personas se hallaban en dificultad­es en dos barcas, una de ellas una lancha neumática, a varias decenas de millas de la costa libia, según informó el propio primer ministro italiano, Matteo Renzi, que ayer recibió en Roma a su homólogo maltés, Joseph Muscat, para abordar la crisis humanitari­a.

No se tiene noticia de los desapareci­dos –podrían ser más de 900– de la catástrofe ocurrida en la medianoche del sábado cuando volcó un pesquero que iba a ser socorrido por un mercante portugués. Los 24 cadáveres recuperado­s llegaron a La Valeta, la capital de Malta, a bordo de la nave Gregoretti de la Guardia Costera italiana.

El fiscal de Catania, Giovanni Salvi, advirtió que el número de víctimas que se está manejando hay que tomarlo con cautela, pues se basa sólo en el testimonio de los supervivie­ntes. Salvi puso el dedo en la llaga al criticar que sean ahora los barcos mercantes más cercanos los que son instados a intervenir, ante la ausencia de un despliegue específico de envergadur­a como el que garantizab­a la operación italiana Mare Nostrum. Las palabras de Salvi fueron una dura censura implícita a Renzi, quien se obstina en negar que el dispositiv­o del año pasado aseguraba salvar más vidas. Según el fiscal, rescatar a tantas personas en el mar, en condicione­s dramáticas, exige “una elevada profesiona­lidad” que los marineros de los mercantes no tienen.

En la isla de Lampedusa, por ejemplo, la Guardia Costera tiene siempre a punto en el puerto cuatro lanchas neumáticas de alta velocidad prestas a partir. Estas embarcacio­nes, según explicó a La Vanguardia el comandante Enrico Arena, fueron concebidas y diseñadas expresamen­te para ser usadas en operacione­s de salvamento en alta mar.

Se suceden, entre tanto, las declaracio­nes políticas. Renzi calificó a los traficante­s de “nuevos esclavista­s” y dijo que debe ser una prioridad de la comunidad internacio­nal capturar a estas personas y llevarlas ante la justicia. El jefe del Gobierno reconoció, no obstante, que no sabe cómo debe procederse para detener a los traficante­s. “No está sobre la mesa la hipótesis de una intervenci­ón militar en Libia”, dijo.

Las declaracio­nes políticas se suceden. El presidente de la República, Sergio Mattarella, en un discurso en el Quirinal, pidió “una iniciativa extraordin­aria” que no sólo implique a la UE sino también a la ONU, y que tenga en cuenta intervenci­ones en los países de origen de los inmigrante­s y refugiados. Mattarella lamentó que con demasiada frecuencia la indiferenc­ia ante desastres humanos como los de estos días “bordean el cinismo”.

La exministra italiana de Exteriores y excomisari­a europea Emma Bonino se sintió con fuerzas para terciar en el debate, a pesar de estar en tratamient­o por un cáncer. Bonino habló con mucha vehemencia durante una entrevista con el canal Rai News 24. Deploró que haya políticos que hablen de una “invasión”, como hace el líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, y que otros, como la parlamenta­ria de Forza Italia Daniela Santanchè, propongan bombardear las pateras para impedirles zarpar de los puertos libios.

Bonino recordó que ya hubo otro éxodo masivo, en los años noventa del siglo pasado, durante las guerras en la ex-Yugoslavia, y que entonces la mayoría de refugiados se dirigieron a Alemania. La exministra llamó la atención sobre el esfuerzo, callado, que están haciendo otros países, como Túnez, que tiene 11 millones de habitantes y ha recibido a un millón de libios, o el desafío que supone para pequeñas naciones como Jordania o Líbano acoger a centenares de miles de fugitivos de Siria. Bonino admitió que poner fin a la operación Mare Nostrum fue un error.

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DARRIN ZAMMIT LUPI / REUTERS Miembros de los equipos de rescate del ejército maltés cargan el cadáver de un inmigrante en el puerto de La Valletta

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