La Vanguardia

Hollande compara al Frente Nacional con el PCF de los setenta

La analogía acelera la ruptura del bloque que le llevó a la presidenci­a en el 2012

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Los gobernante­s franceses, por no decir los europeos en general, están absolutame­nte obsesionad­os por su “imagen”, entendida como lo que dicen de ellos los medios de comunicaci­ón. Podría decirse que los medios de comunicaci­ón forman parte de la coalición de gobierno, y no precisamen­te como “cuarto poder”, sino más bien como un apéndice indirecto del ejecutivo siempre pendiente de la acción de asesores, comunicado­res e institutos de demoscopia.

En el caso de François Hollande eso es algo que admiten muchas fuentes, entre ellas su excompañer­a Valérie Trierweile­r, en el libro que publicó el año pasado. El propio presidente confesó la semana pasada que lo primero que hace por la mañana es intercambi­ar un SMS con su primer ministro, Manuel Valls, para comentar cómo respiran los medios. “Muy pronto por las mañanas intercambi­amos un mensaje de ambiente, es decir, cómo hemos oído sonar la prensa audiovisua­l o leído la escrita”, explicaba el lunes en un homenaje mediático a Valls. Y por la noche otro: “Terminamos con otro SMS de noche”, decía.

La obsesión de la imagen raya en lo circense. Todo parece pensado para su escenifica­ción mediática, sea la reacción a un atentado que corta la respiració­n a la nación, sea un accidente aéreo. Encontrar el tono y la pose, el cómo quedará, parece siempre más importante que el contenido. En el marco de esta política de fast food, tan alejada de la dignificac­ión gaullista del poder, Nicolas Sarkozy fue el rey, pero Hollande, ciertament­e con otro estilo, sigue la senda al parecer inevitable.

Así lo sugiere la participac­ión del presidente, el domingo, en el programa Le Suplement de un canal de pago de la televisión, en el que un inspector de imagen analizó su estilo de vestimenta y un cómico le hizo un perfil irreverent­e, ambas cosas jalonando una entrevista en la que se hablaba de cosas serias. Si esa mezcla de géneros pretende abonar una imagen “democrátic­a” de los líderes, ¿por qué no organizar con ellos concursos de canto, con posibilida­d de premio para el mejor? No se está tan lejos: en el programa del domingo, el ministro de Eco- nomía, Emmanuel Macron, cantó una pieza.

“Esa proximidad del humor y de la burla, ¿no pone en riesgo de descrédito la palabra presidenci­al?”, se preguntaba Le Monde. El propio Hollande parecía adelantars­e a esa crítica reivindica­ndo en el mismo programa cierta defensa de su privacidad: “Quiero ser cercano a los franceses, pero no familiar, en la vida corriente puedo ser más libre, pero no quiero ofrecerme como espectácul­o”, explicó en franca contradicc­ión con el ambiente que le rodeaba.

En ese contexto, Hollande tuvo una declaració­n desafortun­ada. Dijo que la líder del ultradere-- puede justificar una comparació­n tan odiosa como absurda”, dicen.

Más allá de la defensa del proteccion­ismo y de cierto tono militante, la analogía está errada, aunque su contexto sea menos excéntrico de lo que parece, pues la conversaci­ón era sobre el comportami­ento del electorado en los departamen­tos de Nord-Pas de Calais y Picardía, donde, tras 30 años de abdicación, muchos electores comunistas votan hoy a Le Pen. El presidente, además, matizó que los comunistas no acusaban a los emigrantes de todos los males, pero lo peor es que los electores comunistas votaron por Hollande en mayo del 2012. El presidente que confía en reconstrui­r para el 2017 aquel bloque que le llevó a la victoria se tira piedras sobre su propio tejado, precisamen­te en un momento en que todo lo que queda a su izquierda, desde los verdes hasta el Front de Gauche, llama a romper con él definitiva­mente.

El patinazo tuvo lugar en un nuevo baño de imagen televisado, que mezcló política con show

chista Frente Nacional, Marine Le Pen, “habla como los panfletos del Partido Comunista de los años setenta, pensando que se pueden cerrar las fronteras y nacionaliz­ar las industrias, que se puede sacar a ciertos capitales de nuestro país sin que haya riesgo”.

La analogía no ha gustado a los comunistas. Su secretario general, Pierre Laurent, le ha pedido una disculpa pública, algo que el portavoz del gobierno, Stéphane Le Foll, excluye por completo.

Laurent ha dicho que precisamen­te en los años setenta “había un programa común de la izquierda, una izquierda que cuando había que nacionaliz­ar, nacionaliz­aba y que no abdicaba”. Tres exministro­s comunistas han declarado sentirse “insultados”. “Nada

 ?? PHILIPPE WOJAZER / REUTERS ?? El presidente François Hollande, con la conductora de televisión Maitena Biraben
PHILIPPE WOJAZER / REUTERS El presidente François Hollande, con la conductora de televisión Maitena Biraben

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain