La Vanguardia

Engaños paralelos

- M. Dolores García mdgarcia@lavanguard­ia.es

Desde Platón hasta nuestros días, los pensadores que han analizado la cosa pública se han interrogad­o acerca del mejor diseño de gobierno para impedir los comportami­entos corruptos de quienes ejercen el poder. Todos concluyen que la práctica política debe ir acompañada de unas pautas morales para su buen funcionami­ento, sin excluir el preceptivo control para ponérselo difícil a los listos. Ante el actual aluvión de corrupcion­es, tenemos la tentación de atribuirlo­s a una congénita incultura política, lamentarno­s de la débil naturaleza humana o indignarno­s con la falta de regulación legal capaz de atajarlas. ¿Cómo ha sido posible que en los últimos años se haya provocado semejante barrizal?

Existe una corrupción casi endémica o, al menos, recurrente, vinculada a tres frentes: la financiaci­ón de los partidos, el urbanismo y las subvencion­es (sobre todo de la UE). Algo de hipocresía sobre el coste del mantenimie­nto de los partidos influyó en la primera de las corrupcion­es mencionada­s. Una regulación pensada para favorecer la burbuja inmobiliar­ia condujo a la segunda. Y una politizaci­ón desmesurad­a de las institucio­nes, donde las decisiones están excesivame­nte en manos partidista­s, ha propiciado la tercera para crear redes clientelar­es dedica- das a garantizar la permanenci­a de unas siglas en el poder.

Es posible poner cierto coto a la proliferac­ión de ese tipo de corrupción si hay voluntad política. Nos queda mucho camino para mejorar en el funcionami­ento de las institucio­nes y los partidos fijándonos en otros ejemplos europeos y, aunque siempre surgirán casos, puede desterrars­e ese carácter casi epidémico. Sin embargo, dos de los últimos escándalos no tienen que ver con este tipo de corrupción.

Los casos de Pujol y Rato son extraordin­ariamente similares. Sus engaños tienen relación con fortunas familiares y comulga en ellos la sensación de impunidad combinada con cierta arrogancia. Son dos figuras que se han exhibido como referentes públicos. El primero se presentaba como preceptor moral y el segundo como icono de la eficacia de la política. Si Pujol jamás mostraba el más mínimo interés en el dinero, Rato parecía tener el suficiente como para suponerse que no caería en la tentación. Al escaparse de sus obligacion­es fiscales, decidieron saltarse las normas que ellos mismos exigieron a los ciudadanos como presidente y ministro de Hacienda.

Weber distinguió entre la ética de la responsabi­lidad, derivada del cálculo racional que puede hacer el político de las consecuenc­ias de sus actos, y la ética de la convicción, regida por unos principios y valores previos. Con Pujol y Rato falló la segunda. También escribió el pensador alemán que en todo sistema de gobierno hay quien vive de la política y quien vive para la política. Pero qué bajo han caído quienes aseguraban desvivirse por la política.

 ?? ANDRES KUDACKI / AP ?? Rodrigo Rato
ANDRES KUDACKI / AP Rodrigo Rato
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain