Europa del bienestar
El pasado sábado, Europa vivió muchas movilizaciones en la calle en contra de un posible tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos. Este es un tratado en proceso de negociación que representaría, de hecho, la posibilidad de que desaparecieran las trabas aduaneras entre los países europeos y Estados Unidos. Para hacerlo posible, el tratado prevería una cierta homologación legislativa entre las dos potencias, para que la competencia no quedase perjudicada.
Los manifestantes contrarios al tratado alegan que esta homologación es un atentado directo a las bases fundamentales del Estado de bienestar de la Unión Europea. Libre comercio, a cambio de menos protección social o medioambiental o de garantías laborales; ¡no, gracias! Esto es lo que dicen los manifestantes, y tenían razón. Por esto, las autoridades comunitarias europeas se han apresurado a dejar bien claro que en ningún caso el tratado podría comportar estas consecuencias.
Pero lo que es importante es que, finalmente, los manifestantes reconocían que el Estado de bienestar europeo es un activo importantísimo de la Unión. Que es una referencia de progreso en el mundo; que no es comparable con la situación que se vive en EE.UU. Europa no es la primera potencia ni industrial ni económica del mundo, pero sí que lo es en bienestar y protección social. Tenemos problemas, vivimos una fuerte crisis, pero también tenemos un régimen de prestaciones sociales que no se conoce ni se goza en ninguna otra parte del mundo.
Lástima que haya sido necesario que se negociara este tratado con Estados Unidos para que aquí en Europa nos acordáramos de nuestra situación excepcional. Europa es una referencia de progreso estable en todo el mundo; tenemos paz y libertad, pero también progreso. Progreso colectivo, más igualitario que ninguna otra parte del mundo.
Europa es una referencia de progreso estable en todo el mundo; tenemos paz y libertad, pero también progreso
Nos queda mucho por hacer, pero el punto de partida es extraordinario. No debemos olvidarlo. Estamos donde estamos porque hace mucho tiempo que hicimos del progreso una señal identificadora del europeísmo.
Esto no ha de ponerlo en riesgo y, por tanto, hay que valorarlo, destacarlo; Europa no es solamente una realidad económica de libre mercado. Es, fundamentalmente, un espacio de progreso único en todo nuestro mundo.