La Vanguardia

‘Vergogna’ y muerte

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El papa Francisco gritó “¡vergogna!” al conocer el naufragio del 3 de octubre del 2013 junto a la isla de Lampedusa, donde hubo más de 360 ahogados. Pero su grito de escándalo se quedó corto la noche del sábado cuando en otro naufragio se estima que perdieron la vida 600 personas. El primer ministro italiano, Renzi, ha reclamado que no se deje solo a su país, porque son ya más de 1.500 los muertos en el Mediterrán­eo desde principios de año. Una cifra dieciséis veces mayor que la registrada en el primer cuatrimest­re del 2014.

A raíz de la tragedia del 2013 Italia lanzó la operación Mare Nostrum, un dispositiv­o humanitari­o que salvó decenas de miles de vidas. El Gobierno de Roma, en noviembre del 2014, consideró insostenib­le ese esfuerzo al faltarle el apoyo de la UE y como alternativ­a se ideó la operación Tritón, promovida por la Agencia Europea de Control de Fronteras Exteriores (Frontex). Pero su presupuest­o era un tercio del anterior, tenía menor alcance geográfico y un enfoque donde prevalecía la seguridad de las fronteras por encima de las labores de búsqueda y rescate.

Con las ideas claras, el 12 de marzo Jorge Fernández Díaz acudía a la reunión de los ministros del Interior de la UE para debatir cómo hacer frente al aumento de la presión migratoria y estudiar el refuerzo de Frontex. Allí intervino para sostener que las misiones de salvamento y rescate podrían crear un efecto llamada a las mafias que trafican con seres humanos. De modo que, como le replicaba un buen amigo periodista, bajo el principio de que el miedo guarda la viña, pudiera concluirse la necesidad de un adecuado porcentaje de ahogados para disuadir y escarmenta­r incluso a los audaces.

La CE anunció a principios de marzo un centro de inteligenc­ia marítima para la lucha contra el contraband­o de personas. Intenta cortar el flujo, pero redundará en mayor sufrimient­o y más muertes, dada la falta de opciones para quienes buscan refugio y asilo. Las cuentas arrojan que durante los últimos 15 años, en el Mediterrán­eo han tenido su cementerio más de 20.000 de ellos. Asombra que la UE carezca de una política de inmigració­n que, según ha recordado el portavoz Margaritis Schinas el viernes en Covadonga, quedó excluida del tratado de Lisboa. Veremos si de la fragilidad constatada en Lampedusa, y a partir de la reunión de ayer de ministros del Interior y de Exteriores, sale el remedio inaplazabl­e.

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