De la cota 705 a Poblet
Yo no lo he visto. Los que lo vieron, no lo han podido olvidar. Paul Preston, si no los tenía ya, estaba a punto de cumplir los 60 años. El gran historiador inglés llevaba media vida estudiando la España contemporánea, especialmente la vida del tirano Francisco Franco y la tragedia de la Guerra Civil. La importancia de su aportación al conocimiento de nuestro pasado reciente es colosal. Entonces acababa de escribir un ensayo fascinante sobre los corresponsales extranjeros que relataron el conflicto. Pero Preston nunca había estado allí, a 700 metros de altura, hasta aquel día.
Es la cota 705 de la sierra de Pàndols. Se puede llegar desde el Pinell de Brai (municipio al que pertenece) o desde Gandesa, y es uno de los lugares de memoria por los que pasan las rutas del turismo bélico de la Batalla del Ebro. En su libro clásico sobre nuestra guerra, en la edición que rehizo en el 2005, Preston explica que con aquella batalla “la fértil Terra Alta se convirtió en un inmenso cementerio: miles de soldados fueron enterrados a toda prisa, mientras muchos quedaban sin enterrar o se los llevaba el río. Todavía hoy se encuentran restos humanos en la comarca”. Durante semanas, en esta sierra abrupta y cortada por barrancos, se habían producido algunos de los combates terminales y más brutales de la guerra. El dominio de la cota 705 fue clave para decantar la suerte de la batalla. El 13 de agosto de 1938 las tropas republicanas la perdieron.
En la cota 705 hay un monumento de piedra que impulsaron los supervivientes de la quinta del biberón. Está dedicado a todos los combatientes, y la figura que más destaca es una paloma con las alas extendidas y una ramilla de olivo. Pero en el mismo espacio hay otra placa. Está hecha de cobre y en ella se detallan los nombres de todos los brigadistas ingleses que combatieron en aquella batalla. “They died fighting for the liberty of Spain”. Preston se acercó y, mientras recorría con un dedo los nombres, le cayeron las lágrimas. Se ha manifestado siempre, desde el rigor y la honestidad, digno heredero de aquel combate. También por eso su legado irá al archivo más próximo: en el magnífico Arxiu de Poblet.