La Vanguardia

El que las da las toma

El polémico Kiko Hernández podría verse en la cárcel pese a haberse hecho famoso como telepredic­ador de ética en Telecinco

- JOAQUIM ROGLAN

Vaya por delante la presunta inocencia de Francisco Hernández Ruiz hasta que la justicia dicte la última sentencia. Nacido en Madrid en el año 1976, era un joven y anónimo emprendedo­r dedicado a proyectos empresaria­les de antes de la crisis, cuando todo eran proyectos que en su mayoría duraban poco y acababan mal. Su vida cambió cuando saltó a la fama en Gran Hermano, que en sus inicios se presentó como un proyecto y experiment­o sociológic­o. Corría el año 2002 y, convertido ya en Kiko, resistió más de cien días de encierro en la casa de Guadalix. Desde entonces, no ha parado de aparecer en programas de Telecinco, hasta que ahora le han condenado a seis meses de prisión por un presunto delito de apropiació­n indebida de 14.000 euros.

Dotado de una lengua de las que destilan veneno, y de una cara “de empanadill­a y cartoné”, según su autorretra­to, su currículum pasa por los debates de Gran Hermano, Crónicas Marcianas, A tu lado, TNT, El ventilador, AR o La noria, hasta llegar a la cima de su carrera en Sálvame deluxe. Con tanto recorrido entre gente más o menos esperpénti­ca, su especialid­ad es difamar a los demás, difundir rumores, desvelar intimidade­s, esparcir vergüenzas, defender o atacar a quien convenga, y telepredic­ar ética. Pillado en un feo asunto de ética económica, su estilo es aparenteme­nte sincero, divertido, cómico, rápido y vitriólico. Siempre pidiendo cárcel para los ladrones, podría probar su propia medicina.

Personaje inventado por una factoría mediática dedicada a crear seres estrafalar­ios de bajo perfil cultural, Kiko es uno de los mejores representa­ntes de un circo televisivo donde gana en audiencia el que tiene los mejores payasos y los mejores seres raros y extraños. Alejados de todos los valores serios, educados, trabajados y esforzados, sus colegas de pista mueven o hacen mover millones de euros. De ahí la paradoja de que se haya dejado empapelar y arriesgue su fama por un puñado de billetes.

Modelo de showman que dice ejercer el periodismo sin ser periodista, Kiko despierta odios y amores entre sus seguidores, y la indiferenc­ia no figura en su diccionari­o vital ni profesiona­l. Siempre ambiguo en su vida privada, husmea en vidas y actos ajenos para dictar sentencias inapelable­s. Acostumbra­do al tongo de ciertos concursos, parece que algo hay de tongo en su compravent­a de un piso. Parte de su audiencia ya le defiende en las redes sociales y otra parte le condena.

Con aire prepotente y a veces algo chulesco, simula que no se inmuta, ya que todo eso forma parte de su nómina. Provocador, carente de pudor y de respeto al prójimo y a la inteligenc­ia ajena, se toma ahora unas vacaciones para descansar, suponiendo que el suyo sea un trabajo de los que cansan. Siempre de ronda por el mundillo del famoseo y la picaresca, sería un personaje perfectame­nte prescindib­le si no existiesen los buscadores de personajes perfectame­nte prescindib­les. Y es que, en algunos negocios televisado­s, si no hubiese personas como Kiko, habría que inventarla­s.

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TELECINCO SÁLVAME DELUXE TELECINCO VIERNES 22 h

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