Un sofá, dos miradas
La propaganda de la nueva etapa de Viajando con Chester (Cuatro) intenta que la transición entre la época de Risto Mejide y la actual, encarnada por Pepa Bueno, sea rápida. Sorprendentemente, los ideólogos de la cadena han utilizado el lema “Mirando a los ojos” para definir el cambio de presentadores. Una de las señas de la identidad televisiva de Mejide son las gafas de sol. Desde que debutó como jurado de El invento del siglo (Antena 3), las gafas le han permitido mantener una frontera entre privacidad y exposición mediática. Que, además, su personaje se haya construido una identidad feroz ha reforzado el efecto intimidador de sus gafas. Bueno, en cambio, apuesta por la idea del periodismo entendido como vocación transparente. Sin renunciar (en teoría) al rigor incisivo, practica una franqueza visual que, por contraste, se distancia de la opacidad de Mejide. A Bueno el formato no le exige elementos postizos (las gafas sin cristal de Berto Romero, el bigote de Josep Maria Bachs) pero, en el primer capítulo, el encargo le provocó regresiones freudianas: recuperó el acento extremeño que no le habíamos notado en la radio o en otras experiencias televisivas. ¿Significa eso que la Bueno de Cuatro es más auténtica que la de la Ser? No lo creo. ¿Se ha modificado la estructura del programa? Sobre el papel, tampoco. Mejide se estrenó con una entrevista a José Luis Rodríguez Zapatero y Bueno con una charla con Felipe González. Pero resulta interesante constatar que los elementos escenográficos (sofá, decorado, factura audiovisual) y el acuerdo tácito de ampliar los límites de la entrevista convencional (Willy Toledo aprovechando todo el
La mirada subjetiva del entrevistador no es proporcional a la sinceridad objetiva de la entrevista
potencial de la libertad de expresión) no parecen depender del celo visual del entrevistador. Más bien da la impresión de que, igual que a Mejide le resultaba indispensable protegerse detrás de sus gafas para ganar contundencia, ambigüedad y misterio, Bueno enfatiza la confianza de proximidad y una franqueza visual con una convicción que a ratos puede parecer más histriónica que eficaz. Conclusiones: a) la mirada subjetiva del entrevistador no es proporcional a la sinceridad objetiva de la entrevista; b) la capacidad de ser incisivo o de reforzar el diálogo-espectáculo tampoco depende de llevar gafas de torturador pinochetista o de abrir los ojos como quien busca el éxtasis de oxitocina que une a perros y humanos, y c) aunque parezca que el programa es el mismo, la esencia de los diálogos sí ha cambiado, no sólo en la intención de cada presentador sino en la gestión de la tensión dialéctica que se establece entre entrevistador, entrevistado y, a ser posible, espectador.
¿JE SUIS RODRIGO? Televisión y presunción de inocencia son incompatibles. El linchamiento es más eficaz y rentable que el rigor. Rodrigo Rato aporta materia prima de calidad a la industria de la depredación. ¿Sabremos la verdad? En casos parecidos no fue así. Mientras tanto, busco respuestas a la codicia y a la impunidad delictiva del peor capitalismo en la serie House of lies (no confundir con House of cards) producida e interpretada por Don Cheadle. Fórmula: mala leche y comedia.