El cabaret de la infancia
La verdadera patria del hombre es la infancia, decía el poeta Rilke, y es poco probable que se equivocara. Y sobre la infancia, con inevita- ble nostalgia, pero también con humor y crítica, habla Aquellos días azules, una obra de Marc Artigau que logró un gran éxito en su estreno y ahora regresa hasta el viernes al intimista Círcol Maldà. Un cabaret de 25 números con mucha música, algo de baile y no pocas historias protagonizado por Robert González, Jordi Llovet y Joan Solé, que dan vida a tres niños bien distintos, “uno muy tierno, otro pícaro y marisabidillo y otro empanado pero todo corazón”.
Artigau cuenta que el punto de partida del equipo, donde todos son amigos, fue mirar a la infancia ahora que tienen 30 años y “todo va muy rápido”. Una mirada suya pero que puede apelar a varias generaciones porque muchas cosas no son distintas a hace 60 años. “Cantan, recitan, actúan e improvisan con el público”, dice, y señala que aunque pueda parecer que no hay un hilo conductor, hay múltiples relaciones dentro de la obra. Al comenzar, señala, hablan “de un inventario, de una habita- ción perdida en la que hay bicis sin frenos, besos que no dimos, gente que hemos perdido, y luego en la obra utilizamos cosas del inventario”.
Y también utilizan música. Patim, patam, patum se convierte en la melodía de temas como El senyor Ramon en- ganya a les criades o Baixant de la font del gat. Incluso suena Paraules d’amor en un inglés macarrónico y El chacachá del tren de Mocedades. Además han creado “la primera sardana escatológica y el mejor poema de la historia de Catalunya” y, de hecho la poesía lo empapa todo. Desde el título, nacido a partir del verso “Estos días azules y este sol de la infancia” de Machado, que da, dice Artigau, “el tono del espectáculo”.