La crisis griega eleva la prima de riesgo a máximos de seis meses
La situación de Grecia le hace daño a sí misma... y a su entorno próximo. Es decir, a la periferia de la eurozona.
Víctima de la creciente incertidumbre acerca del segundo rescate al Gobierno de Syriza –el viernes se disputa otro match-ball, con la reunión del Eurogrupo en Riga–, la prima de riesgo griega se elevó ayer a unos impagables 1.328 puntos (866 puntos más que hace un año): su bono a diez años ofre- ce una rentabilidad del 13,28%, y ese sería un chollo para cualquier inversor internacional, siempre y cuando recuperase la inversión: visto desde el prisma actual, nadie que lleve allí su dinero dormiría tranquilo por las noches.
Igual que un contagio, la situación se ha complicado en toda la deuda periférica, que en los últimos días se ha tensado. La prima de riesgo española se elevó ayer hasta los 138 puntos (1,4 puntos más que en la víspera), más que nunca desde octubre del año pasado, cuando se veía por encima de los 140 (y aun así, a años luz del dramático verano del 2012, cuando tocó los 638 puntos, a todas luces insostenibles).
El argumento es de cajón. Si se descompone la periferia europea, entonces el inversor corre a refugiarse en los valores más seguros: así es como finalmente halla confort en la deuda pública alemana, cuyo diferencial abre diferencias con el resto de bonos europeos.
“Si se produjera un Grexit (el hipotético adiós de Grecia al euro), se multiplicaría la volatilidad en los bonos periféricos de una forma muy importante”, dijo ayer Andrew Belshaw, analista de Legg Mason.