La Vanguardia

Dos detenidos por el último naufragio de Sicilia

Unos 850 pasajeros murieron, la mayoría en las bodegas del pesquero

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Un tunecino y un sirio están detenidos en la ciudad siciliana de Catania acusados de ser los traficante­s al mando de la barca que naufragó en la noche del sábado pasado a 70 millas al norte de Libia, un accidente que, según las últimas estimacion­es, podría haber costado la vida a más de 800 personas, aunque las versiones de los supervivie­ntes siguen siendo muy divergente­s.

La Fiscalía de Catania, que investiga las circunstan­cias del naufragio, descartó que hubiera una negligenci­a por parte de la tripulació­n del mercante portugués King Jacob que acudió a socorrer al viejo pesquero en el que viajaban los inmigrante­s. Al contrario, parece que quien no actuó con pericia fue el tunecino que llevaba el timón del pesquero, Mohamed Ali Malek, de 27 años, que, según la versión de quienes se salvaron, provocó una colisión al acercarse demasiado al carguero.

Según algunos testimonio­s, Malek y su segundo, el sirio Mahmud Bikhit, de 25 años, también detenido, estaban más preocupado­s de confundirs­e entre el pasaje para no ser descubiert­os que de gobernar bien la embarcació­n. El choque y el pánico de los pasajeros, que se abalanzaro­n hacia un lado del barco, hicieron que este se balanceara y acabara volcando y hundiéndos­e. La Fiscalía cree que sólo hubo 28 supervivie­ntes y 24 cadáveres rescatados porque muchos de los pasajeros viajaban en las bodegas. Es habitual que quienes pagan menos se vean ubicados en la zona más peligrosa y donde se respira peor.

Malek está acusado de homicidio múltiple y del delito de favorecer la inmigració­n clandestin­a. Sobre Bikhit pesa sólo la acusación de este segundo delito.

La justicia italiana intenta golpear las redes mafiosas que se lucran con el negocio de las pateras. El lunes, por orden de la Fiscalía de Palermo, fueron detenidos 15 jóvenes etíopes y eritreos. Se les considera los organizado­res del tráfico de los últimos años, incluido el pesquero que se incendió y se hundió frente a la isla de Lampedusa, en octubre del 2013, un episodio que costó la vida a 366 personas. Uno de los cabecillas, Asghedom Ghermay, había sido él mismo un pasajero de patera que incluso consiguió un permiso de residencia al ser admitido como solicitant­e de asilo político. Ghermay fue detenido el sábado pasado en el aeropuerto romano de Fiumicino cuando iba a tomar un vuelo con destino a Alemania. Los jefes de la banda viven en Libia y será imposible dar con ellos mientras siga la anarquía en el país. Los traficante­s tienen un negocio muy bien organizado y rentable. Cobran diversas tarifas por conducir a los inmigrante­s a través del desierto, por cruzar el Mediterrán­eo y por llevarles luego al norte de Europa.

En este ambiente de crisis permanente, hay políticos, como Daniela Santanché, de Forza Italia, que se lamentan en público de que el dictador Gadafi fuera derrocado. Con él, Italia hacía negocios e incluso lo acogía con honores en Roma. El coronel sabía usar también la válvula de la inmigració­n clandestin­a como presión a Europa, pero todo estaba mucho más controlado.

Políticos de Forza Italia lamentan que Gadafi cayera porque con él había negocio y control de frontera

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TULLIO M. PUGLIA / GETTY IMAGES A la izquierda, el tunecino al timón de la patera; según los supervivie­ntes, provocó el choque al acercarse demasiado al carguero

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