La Vanguardia

El ‘yate’ del buen samaritano

Una familia italoameri­cana monta su propio servicio de socorro en el mar

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

La mayoría de privilegia­dos que compra un yate lo hace para perderse en calas recónditas, relajarse, pescar y, quizás, organizar fiestas. Christophe­r y Regina Catrambone usan su barco para una misión muy diferente. Este matrimonio italoameri­cano, residente en Malta desde hace unos años, ha montado una oenegé para el salvamento de emigrantes en el Mediterrán­eo. Con su particular ambulancia del mar, Phoenix, rescataron a unas 3.000 personas el pasado verano. A partir de mayo lanzarán una operación mucho más ambiciosa, junto con Médicos sin Fronteras (MSF).

Christophe­r Catrambone, originario de Luisiana (EE.UU.), y su esposa Regina, italiana de Calabria, dueños de una compañía de seguros para zonas de conflicto, han invertido parte de su fortuna en fundar la Migrant Offshore Aid Station (MOAS) –estación marina de ayuda a los inmigrante­s–, una iniciativa privada sin precedente­s que pretende complement­ar el insuficien­te desplie- gue de los estados de la región ante la creciente avalancha de personas que se suben a las pateras para huir de la miseria y las guerras en África y Oriente Medio.

La idea nació en el 2013, justo cuando el papa Francisco realizó su simbólica visita a Lampedusa. Los Catrambone hacían esos días una travesía de placer, en un bello yate, entre la diminuta isla italiana y Túnez. En medio del mar, vieron flotar una chaqueta de invierno. “Mi marido y yo navegamos –explicó Regina–. Era verano. Aquella no era la ropa de un navegante”. El capitán, un exguardaco­stas maltés, les dijo que aquella chaqueta probableme­nte pertenecía a un náufrago, a uno de esos miles de pasajeros de pateras engullidos por el mar. La revelación les impresionó: “Fue como una descarga”.

Los Catrambone se pusieron manos a la obra. A ella, ferviente católica, le ayudó ver el ejemplo de Francisco. A él, supervivie­nte del huracán Katrina en Nueva -Orleans (2005), le hizo pensar en la suerte que tuvo de salvarse.

Para iniciar su proyecto humanitari­o necesitaba­n un barco adecuado. Lo encontraro­n en Norfolk (Virginia). Allí adquiriero­n el Phoenix, un viejo pesquero de 483 toneladas y 40 metros de eslora. Tras los costosos trabajos de reacondici­onamiento y puesta a punto, cruzaron el Atlántico y lo llevaron hasta Malta. Luego tuvieron que contratar a profesiona­les, entre marinos y personal sanitario. El director de la MOAS es Martin Xuereb, un general retirado que fue el comandante de las fuerzas de defensa maltesas.

El equipo tecnológic­o del Phoenix poco tiene que envidiar al que usan los buques militares o los guardacost­as. El puente de mando se ha convertido en una pequeña central de inteligenc­ia diseñada para el socorro marítimo. La nave dispone de una enfermería para los primeros auxilios, mil litros de agua potable, centenares de chalecos salvavidas y dos lanchas rápidas a las que transborda­r en un primer momento a los pasajeros de las

Un viejo pesquero reconverti­do salvó a 3.000 personas el verano pasado Del barco despegan dos sofisticad­os drones que rastrean una amplia zona

pateras. La joya del Phoenix –y motivo de los desvelos de los fundadores de MOAS, por su coste– son dos sofisticad­os drones dotadas de cámaras que transmiten al barco imágenes en tiempo real, muy detalladas, hasta a 100 kilómetros de distancia. Eso les permite rastrear una gran área, localizar las pateras y socorrerla­s con bastante rapidez.

“Nuestra motivación es simple –declaró Xuereb–. Nadie se merece morir y haremos todo lo posible para garantizar que quien se ha visto obligado a emprender esta peligrosa travesía en una precaria embarcació­n no se hunda. Cuando empezamos las operacione­s, el año pasado, salvamos a 3.000 personas en 60 días. Esperamos lograr resultados aún mejores este año, trabajando durante seis meses al flanco de MSF”.

Los Catrambone, con su trasfondo empresaria­l, aplican también a MOAS sus habilidade­s de marketing y promoción. Su oenegé se publicita con una bien diseñada página web, en diversos idiomas, que incluye fotos y vídeos de los rescates realizados. Su proyecto ha merecido ya reportajes de grandes cadenas televisiva­s estadounid­enses como la CNN y la NBC, y de la RAI italiana. Los buenos samaritano­s de Mediterrán­eo pusieron 8 millo- nes de dólares de su bolsillo para que arrancara la aventura, pero ahora necesitan urgentemen­te donaciones para consolidar el proyecto. La MOAS se considera una ayuda a los servicios de salvamento oficiales, a los que avisa cuando halla una patera y cuyas instruccio­nes sigue sobre a qué puerto llevar a los rescatados.

Christophe­r vio como buen augurio que su primer rescate coincidier­a con el noveno aniversari­o del Katrina: “No podíamos imaginar que nuestras vidas volverían a cambiar al detectar nuestro radar dos barcas cargadas de refugiados sirios y palestinos”.

“Nadie se merece morir”, afirma el director de la MOAS, excomandan­te maltés Los promotores necesitan donaciones para poder seguir funcionand­o

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de la oenegé Migrant Offshore Aid Station (MOAS), durante una operación de salvamento, el verano pasado
MOAS / DARRIN ZAMMIT LUPI El buque Phoenix, de la oenegé Migrant Offshore Aid Station (MOAS), durante una operación de salvamento, el verano pasado

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