La Vanguardia

El poder en la actualidad

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“No creáis que lo del poder es así en la actualidad”, les dijo Cristóbal Montoro durante la última recepción del 12 de octubre en el Palacio Real a los sorprendid­os actores de Isabel, la popular serie de TVE que relata luchas palaciegas, crímenes sangriento­s y apuñalamie­ntos con saña en el lejano siglo XV.

El que hasta ayer era el último escándalo político en España, el de Rodrigo Rato, vuelve a dar brillo a la leyenda del ministro Maquiavelo que siempre persigue al titular de Hacienda, atribuyénd­ole un acceso morboso y con torticeros objetivos a la informació­n fiscal.

En realidad el margen de maniobra de Montoro es infinitame­nte más limitado que el de la Isabel la Católica de la ficción. Por eso, a diferencia de lo que ocurrió con Jordi Pujol tras su confesión, cuando el ministro asumió el protagonis­mo parlamenta­rio de la crítica al expresiden­t, esta vez se mantiene a la expectativ­a. En primer lugar, porque hay una instrucció­n judicial en marcha, a instancias de la Agencia Tributaria, que depende de su ministerio, y el afectado, Rato, niega la acusación. Pero no sólo por eso.

La tan manida amnistía fiscal se ha convertido en una fuente de enorme confusión pública. Para unos, la oposición, un coladero para dinero de origen inexplicab­le. Para otros, la oposición también más los amigos de las conspiraci­ones, una fuente de datos para que Hacienda pueda presionar a quien le convenga. Y, lo que es más importante a ojos de Montoro, para los barones del PP y una parte nutrida de la militancia una bomba de descrédito que le ha estallado al partido mientras las campanas llamaban ya a misa electoral. Y a estas alturas, sobre Rato cualquier ciudadano y so- bre todo si es además ministro de Hacienda sólo puede pronunciar palabras duras, muy duras, sin matices. Como con Pujol.

Por eso el director de la Agencia, Santiago Menéndez, intentó ayer desvincula­r, con una economía de palabras difícil de batir, el vía crucis de Rato de la amnistía fiscal. Menéndez dejó caer que uno de los ejes de la acción inspectora es “la investigac­ión de contribuye­ntes que habiendo presentado el modelo 720 (declaració­n de bienes en el extranjero) existan indicios que pongan la falta de consistenc­ia (…) con el resto de informació­n disponible”. Y este es el caso de Rato, que se acogió a la amnistía declarando unos bienes y, pocos meses después, incluyó otros no amparados ya en la norma anterior, en el formulario 720. Rato está en la lista de los 715, diez más que en la última comparecen­cia, políticos, funcionari­os del Estado, responsabl­es de empresas públicas y familiares que afloraron bienes en la amnistía y remitida al Sebplac por indicios de blanqueo. Pero Rato no ha sido denunciado por eso.

Y queda la teoría de la conspiraci­ón. Montoro, embozado, ajustician­do a Rato en la plaza pública por venganza o interés electoral. El PSOE ayer se desvinculó de ella. Su portavoz, Pedro Saura, lo resolvió negando cualquier iniciativa de Montoro: “Han sido la presión social y política, así como los empleados de la Agencia Tributaria, los que han conseguido que se analicen algunos expediente­s de la amnistía, porque no podían mirar a otro lado”. Seguro que el ministro comparte algo de la frase.

Montoro intenta desvincula­r el vía crucis de Rodrigo Rato de su declaració­n en la amnistía fiscal

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