Deja de ser tú, hazte inmortal
Uy, si mañana cambiara mi vida. Yo estoy dispuesto a cambiar de vida y ser otro –morirme, en cambio, me da pereza, me pasa como pisar un gimnasio–. Y supongo que para ser otro conviene ayuda.
Si no te gusta tu vida, ¡Cámbiala! Pensé en autorregalarme este título de autoayuda porque igual mañana me quedo sin libro y me autodeprimo. No es que me irrite del todo mi vida, tampoco es eso, pero le falta algo.
–¿Hay algún libro sobre cómo alcanzar la inmortalidad?
La dependienta de la Casa del Libro me remitió a la sección de Filosofía, tras lo cual deduje que no había entendido nada. Yo lo que busco es una inmortalidad modesta y cómoda, una inmortalidad que a lo sumo dé para que te guarden un minuto de silencio en el Nou Sardenya, el campo del Europa (menuda racha en casa, parecemos can seixanta). De modo que seguí buscando en la sección de libros de autoayuda.
Nunca comas solo. Este título me hirió en lo más hondo y estuve a punto de añadir en la tapa “...come con tu
No es justo que los autores de libros de autoayuda aprovechen tu debilidad para insultarte en el título
suegra”, pero el temor a las cámaras de vigilancia frenó el impulso. Uno busca ayuda de buena fe para mejorar, crecer, poner en valor sus virtudes ocultas, dar un giro de 180 grados y se topa con un listillo al que imagino almorzando en silencio con su esposa.
En cambio, Reilusionarse parecía otra cosa. –¿Es para regalar? Comprendí entonces que un título así es para adolescentes a los que acaba de dejar la primera novia.
Deja de ser tú. Hombre, pensé, tampoco hay que faltarle al respeto al posible cliente. ¿Acaso le exijo yo al autor, con imperativo, que escriba literatura, que ya es mayorcito? Yo no digo que a los escritores de libros, manuales y guías prácticas de autoayuda se les vaya la fuerza por el título, pero tampoco es justo que aprovechen la vulnerabilidad de quien quiere mejorar su vida para endosarle una afrenta tan personal.
Por suerte, hay una ingente producción editorial en libros de autoayuda y digo suerte porque a saber lo que sería de la humanidad sin estos libros. Un título atrajo mi atención: Las mujeres que aman demasiado. ¿Y qué hace ese libro en una sección como esta? Lagarto, lagarto, ya me conozco el percal: hay mujeres que tienen un corazón tan y tan grande que se entregan con facilidad al primer hombre que pasa y el muy desgraciado se aprovecha. No es que estas señoras sean tontas o les pueda el sexo, no, es que los tíos son unos desalmados.
Al final, encontré la obra llamada a guiarme en mi tránsito de la mediocridad a la inmortalidad: Vivir es un asunto urgente. Ya sé que no es libro para autorregalarse en Sant Jordi –quizás debiera haber optado por La maestría del amor: una guía práctica para el arte de las relaciones–, pero a falta de inmortalidad...