Vida adicta a la orfandad
Mañana es el día del Libro. Y usted, lector, que está muy harto de objetos que no guardan con el objeto libro más que cierta semejanza en lo externo (pero que para nada tienen una pizca de alma o de sustancia, aquello que reputamos propio de las auténticas obras literarias), usted que, por tanto, espera de alguien de buen corazón que le recomiende algún título que merezca verdaderamente la pena, ha dado con el artículo adecuado.
J.M. Caballero Bonald —Caballero cervantino desde 2012— acaba de publicar Desaprendizajes (Seix Barral), un hermoso libro de noventa y un poemas en prosa que reflexionan sobre el tiempo, la escritura y la necesidad de “desaprender al fin lo consabido”. Un poema del autor jerezano siempre constituye un ejercicio de la inda- gación por medio del lenguaje: “Esa secreta actividad de las palabras que no depende más que de su capacidad penetradora en el solar de lo desconocido”. Leerlo nos consuela: existe belleza en la intemperie y hasta en la desazón. Vean: “No hay más ávida imagen de la desolación que el cadáver de un barco”. Pero léanlo despaciosamente, y reconozcan en sus versos algo esencial (como una mano): “Toca la mano el mundo y quien lo hace redescubre el mundo”.
Lean, asimismo, el libro póstumo de Francesc Garriga Barata, Swing (Labreu), crudo como llevarse a la boca un pez espada recién arponeado. Acaso sólo cabe ya el “goce efímero de un nuevo día, / nada más”. El poeta, anciano, se pregunta: “¿Qué sabes del placer en el lecho del viejo?”. Palabras que hieren, graves silencios, el recuerdo de una dramática infancia en la posguerra, el sexo y la culpa. Y ese despiadado registro de la vejez, sin esperanza ninguna (“hoy somos trastos viejos, los viejos”). Y aun así: “Somos mano que busca mano, para sobrevivir”. Algo a lo que asirse en esta “vida adicta a la orfandad”, al decir de Caballero Bonald.
Si prefieren la novela, opten por David Monteagudo, que publica Invasión (Candaya). Un hombre sin demasiados atributos –que se apellida García y trabaja en una gestoría– empieza un buen día a ver gigantes en su vida. Las alucinaciones son cada vez más frecuentes. Por lo demás, la ciudad parece llenarse de mangas de desescombro… Este es el arranque de una espléndida historia sobre la diferencia y el difícil encaje de uno mismo en un mundo que tiende al pensamiento único y a la memez.