La Vanguardia

Estrellas y glamur en el festival de Tribeca

El neoyorquin­o festival de Tribeca se consolida como una cita obligatori­a de estrellas y espectador­es

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York

Nueva York es una ciudad de cine, del bueno y del malo. Si hay un lugar común en la iconografí­a terrestre, ese es la Gran Manzana. Que los turistas digan, al poner los pies en la ciudad, que “esto es como estar en una película” resulta más que habitual.

Estos días, sin embargo, el efecto fílmico se extiende de forma más intensa por Manhattan. Cada día se reiteran las alfombras rojas por las que desfilan las estrellas. Hasta el próximo domingo, el festival de Tribeca permite a los mitómanos “una mayor intimidad” con actores y directores.

Ya son 14 ediciones desde que Robert De Niro, Jane Rosenthal y Craig Hatkoff lanzaron el certamen en respuesta al impacto que la tragedia del 11-S del 2001 había causado en la parte baja de la isla. Desde entonces, este acontecimi­ento se ha extendido e incluso alcanza el Upper West Side.

Así, la apertura se celebró en el Beacon Theater, donde se montó una fiesta a partir del documental sobre los 40 años del show Sa

turday night life. También en este recinto “clásico” se hará el sábado la clausura. De Niro ha barrido para casa. Como traca final se proyectará remasteriz­ada Goodfe

llas, o Uno de los nuestros, al cumplirse el 25.º aniversari­o de la cinta gansteril de Martin Scorsese protagoniz­ada por De Niro, entre otros. Ahí se espera que acudan todos los artífices de un trabajo que ha ganado solera.

Después de casi década y media, este festival no goza del prestigio en la materia de otros de mucho más recorrido. Los premiados no son elevados a los grandes altares como sucede en Cannes, Venecia, Berlín o Sudance.

Pero esta cita, con más de un centenar de presentaci­ones por diversas salas, empieza a marcar el calendario de los cinéfilos neoyorquin­os y foráneos.

“Tribeca es una celebració­n de la comunidad en la que películas de arte y ensayo, documental­es o filmes del pop indie coinciden en un menú populista que intenta satisfacer cada uno de los paladares”, sostiene Stephen Holden en

The New York Times.

Asegura este experto que el to- no general de la cartelera “es casi de manera uniforme oscuro y pesimista”. La frase resulta más que certera durante el visionado de Good kill (Buena matanza), poderoso filme sobre los militares que aprietan el botón de los drones o aviones no pilotados desde los cuarteles de Las Vegas y ven en directo cómo matan en Afganistán o en Yemen. Al acabar la proyección, el director Andrew Niccol da las gracias a Wikileaks y a Chelsea Manning (antes soldado Manning) por filtrar esos inquietant­es vídeos de los ataques.

La simpatía en las respuestas de Ethan Hawke, principal protagonis­ta, y de Zoe Kravitz destensa el desasosieg­o. Sin olvidar la estampa, silenciosa pero escotada, de January Jones. Parece que la han traído de figurante.

El certamen, creado por Robert De Niro y amigos tras el 11-S, ofrece más de un centenar de títulos

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