“La música no tiene sólo que distraer, ha de alterar”
Daniel Lanois, músico y productor, hoy actúa en el festival Blues & Ritmes
Daniel Lanois es más conocido por su vertiente de productor musical que como intérprete y compositor. Quizás esta predilección esté justificada, ya por sus manos de productor han pasado en sus cuarenta años de carrera nombres propios bien lustrosos, como Peter Gabriel, Neil Young, U2 o Bob Dylan. En la segunda de ellas, la de músico, la trascendencia del canadiense Lanois (1951) ha sido menos pública, pero no por ello menos sugerente: habitualmente se ha desenvuelto en terrenos ambivalentes, ya el más tradicional ya el más experimental. En esta última es donde se sitúa su reciente álbum Flesh & Machine (Pias), de tonalidades electrónicas, que es el que motiva su presencia esta noche con su grupo en el festival Blues & Ritmes de Badalona (teatro Principal, 21 h), su única actuación española.
¿Cómo hay que imaginar el concierto que ofrecerá? Será una mezcla de la música de este disco, electrónica y con una serie de proyecciones realizadas en colaboración con la Modern School of Film de Nueva York y un repaso a temas de mi repertorio antiguo.
El disco es de una elaboración e interpretación que parecen complejas. ¿Cómo se reproduce eso en el directo? He construido una especie d pequeño estudio en el escenario. Hay muchas pistas grabadas, un trabajo bastante milimétrico para que todo encaje.
¿Qué buscaba con una obra que poco tiene que ver con sus producciones más conocidas? Bueno, se trata de un material con el que estoy acostumbrado a moverme. Fue Brian Eno [con el que produjo tres discos de U2] el que ya hace muchos años me abrió los ojos y los oídos, que me metió en el mundo sónico del ambient, y conozco los mecanismos. Pero aquí se trataba de otra cosa. En síntesis, he buscado explorar la cambiante relación entre los músicos y la tecnología.
¿Cómo lo materializó? Básicamente, trabajando con instrumentación orgánica y alterando los sonidos al momento con muchos recursos de grabación.
¿Dónde queda la improvisación en todo esto? En los directos hay mucha. Allí me verá con mi guitarra steel, está la batería, teclados, mi voz. Al fin y al cabo. Es un trabajo que está muy ligado a esa ambivalen- cia en que se ha movido toda mi carrera profesional. Nuestro objetivo aquí era despertar emociones en los oyentes a través de ese encuentro entre lo humano y lo tecnológico. Mi responsabilidad, en cierto modo, era hallar la sintonía entre las máquinas y los instrumentos tocados humanamente.
¿Le ha salido bien la jugada? Pues sí, porque en el fondo se trataba de buscar una autenticidad que creo que se ha hallado. Y también lo estoy porque me parece que el objetivo de Flesh & Machine refleja la realidad cultural en que nos encontramos en estos tiempos.
¿Es su obra más ambiciosa hasta el momento? Ambicioso es un término difuso, depende de lo que usted entienda por ello y lo que yo, por resumirlo de alguna manera. Creo más bien que es la obra que tenía que hacer. No tengo un interés especial por hacer cosas que nos suenen a lo que hacíamos en los setenta, aunque nos gusten. Respeto todo lo que he hecho en mi carrera, pero tengo de alguna manera un compromiso con el futuro.
Parece que tanto cuando hace sus discos como cuando produce a otros su intención es crear una alteración en el oyente. Por supuesto, ese es exactamente el objetivo del arte. No dejar indiferente. Uno no puede ser simplemente un observador o alguien que pasaba por allí; no. Tienes la obligación de agitar al que te escucha, obligarle a que vaya más allá. Cuando veo o escucho arte, no deseo que sólo me distraiga, necesito sentir un impacto que cambie una porción de mi vida.