Negocio a la carrera
Eto’o corría como un negro para vivir como un blanco. Más fácil: que corran otros, como los nueve millones de franceses que se dejan las zapatillas en el asfalto. Una parte de ellos paga entre 25 y 250 euros el dorsal y con el maratón de París movilizan unos diez millones de euros. En beneficio de Amaury Sport Organisation, organizadores del Tour de Francia y del París-Dakar y que también están al frente de 26 maratones en el mundo, con una participación incluida en la coordinación del de Barcelona. Más demanda que oferta: los 54.000 runners que corrieron en París, el 12 de abril, estaban inscritos desde noviembre.
Honor al decano, el maratón de Boston: medio millón de espectadores, nueve millones de euros y otros 126 para la ciudad. Y ahora, con aureola de drama, el lunes pasado, la repetición de vencedor, el etíope Lelisa Desisa, reabrió la herida del atentado de hace dos años, con sus tres muertos y 260 heridos, cuyo recuerdo no impidió las más de 23.000 inscripciones.
Hace un cuarto de siglo sólo corrían americanos. También es verdad que por entonces los japoneses eran excepciones: comían pescado crudo y fotografiaban todo. Hoy, las tres características son universales y generan negocio. También, cierto masoquismo. Como el de los 21.000 inscritos en la última Fun Race parisina, con 22 obstáculos y la certidumbre de finalizar cubierto de barro. Otro producto derivado de todo esto es el turismo deportivo. Hasta 20.000 franceses en la Spartan Races de Toledo y un 42% de extranjeros entre los 19.200 inscritos en el reciente maratón de Barcelona.
En Barcelona, un 17% eran mujeres. Se trata de una tendencia mundial. “Del 35 al 50% de las inscripciones”, según Édouard Cassignol, director de las competiciones de gran público de Amaury. Hombres o mujeres, la dureza en el recorrido no impide el cuidado e incluso la coquetería en el equipamiento. En esa carrera triunfa la novedad. Como la plantilla conectada de Giagia International, que se adapta a cualquier calzado, mide los pasos, las calorías quemadas y la distancia recorrida. Y su aplicación para teléfonos inteligentes regula la temperatura.
El nuevo calzado deportivo cuesta lo mismo o más que un par de zapatos ingleses. Y como saltó de las pistas a la calle, inspiró la moda. La prueba, esos deportivos artesana-
CIFRAS MAREANTES El maratón de Boston ingresa 9 millones y 126 para la ciudad y el de París moviliza 10 millones El maratón se ha convertido en una fuente de ingresos a escala mundial, con empresas como Amaury que sacan partido EL MUNDO ES UNA PISTA Unos 400.000 corredores compiten en los maratones más importantes de Estados Unidos, Europa y Asia
les de Chanel, a 850 euros. El arte imita la realidad: una película de Jean-Luc Godard visitaba el Louvre a la carrera. Jean-Claude Sarfati, excorredor, organiza visitas jadeantes de París, a razón de seis a diez kilómetros por hora. Su referencia es una frase de Sebastian Coe, doble campeón olímpico de los 1.500 metros. “Mi recorrido por los Champs Elysées, durante un maratón de París, es un recuerdo imborrable”.
El mundo es una pista. Cuatrocientos mil corredores de maratón entre América (Boston, Nueva York, Chicago), Europa (Barcelona, Berlín, Londres, Roma, París...) y Tokio. Y gracias a ellos, en conjunto, cien millones de volumen de negocio y otros ochocientos para las nueve ciudades. Porque –lo dice el diario económico Les Echos–, “son de 20.000 a 60.000 corredores, más su correspondiente club de fans, a los que hay que alojar, alimentar y transportar”.
Según The New York Times Amaury Sport, la mayor organización privada del sector, compite en el negocio con otras asociaciones como Road Runners, organizadora de Nueva York, y otra decena de competiciones, y que recauda más de 55 millones de euros por año. En fin, si patear el planeta es insuficiente, alce usted la vista: el pasado 4 de abril, la NASA se jactó de que su robot Opportunity –seis ruedecillas y un motor a energía solar para tirar de sus 180 kilos– había completado, con 42,195 kilómetros recorridos, el primer maratón extraterrestre.