La Vanguardia

Indignació­n internacio­nal por ocho ejecucione­s en Indonesia

Las protestas de la UE o la ONU no evitan los ajusticiam­ientos por tráfico de droga

- ISIDRE AMBRÓS Pekín. Correspons­al

La filipina Veloso se salva in extremis al entregarse una mujer y confesar que ella la había reclutado

Un pelotón de fusilamien­to acabó ayer con la vida de siete extranjero­s y de un indonesio condenados a la pena capital por la justicia de Indonesia tras ser declarados culpables de tráfico de drogas. La ejecución, resultado de la negativa del presidente del país, Joko Widodo, a escuchar las peticiones de clemencia, ha provocado la indignació­n internacio­nal. Pasada la medianoche (hora local), doce fusileros ejercieron ayer de verdugos en el patio del penal de Nusakamban­gan, el Alcatraz indonesio, situado en la isla de Java. Con sus descargas acabaron con la vida de dos australian­os, un brasileño, un ganés y tres nigerianos, así como un indonesio. A todos ellos se les había ratificado la pena capital por narcotráfi­co meses atrás, pero las diversas apelacione­s retrasaron hasta ayer su aplicación.

Sus disparos confirmaro­n la intransige­ncia del presidente indonesio ante las peticiones de clemencia internacio­nal. Las demandas de la ONU, la UE, Francia, Australia y Filipinas, así como otros países y organizaci­ones internacio­nales, no hicieron mella en él. Las desestimó tras subrayar que su país necesita “una terapia de choque” frente a las drogas, que provocan miles de muertes cada año.

Una postura que molestó a los gobiernos afectados. Especialme­nte a Australia. Su ministra de Exteriores, Julie Bishop, dijo que la ejecución de dos ciudadanos de su país tendría consecuenc­ias, según la cadena australian­a ABC.

La jefa de la diplomacia de la isla continente se mostró enojada por el trato recibido por los familiares de Myuran Sukumaran y Andrew Chan, que se casó la víspera con su pareja indonesia en el penal, así como por el proceso en el que fueron condenados. Fueron sentenciad­os a la pena capital en el 2006, como líderes de una banda de narcotrafi­cantes llamada Los 9 de Bali, que intentó en el 2005 entrar ocho kilos de heroína en Australia, desde Bali.

Según Julia Bishop, sus conciudada­nos fueron víctimas de una confabulac­ión. La ministra afirmó en las últimas horas que los jueces habrían recibido dinero a cambio de modificar la sentencia. El fiscal general, sin embargo, rechazó esta apelación de última hora y Widodo señaló que esta preocupaci­ón debía haber sido expuesta años atrás, durante el proceso.

Los ruegos realizados la víspera por el presidente filipino, Be- nigno Aquino, ante Widodo, en la cumbre de los países del Sudeste Asiático, tampoco fueron fructífero­s. Sin embargo, su conciudada­na Mary Jane Veloso se salvó in extremis. Una mujer se entregó ayer a la policía y confesó que había sido ella quien la había reclutado para que transporta­ra drogas, según The Jakarta Post.

De 30 años, Mary Jane Veloso, empleada de hogar y madre soltera de dos niños, había sido juzgada sin disponer de traductor por haber intentado entrar una maleta con 2,6 kilos de heroína en el país. Acusación que siempre negó, aduciendo desconocer el contenido de la valija.

Tampoco se salvó, a pesar de las súplicas, el brasileño Rodrigo Gularte. Ni las autoridade­s de su país ni su abogado defensor, que alegó que no debería ser ejecutado porque padece esquizofre­nia, pudieron evitar su fusilamien­to.

Junto a la filipina, el reo francés Serge Atlaoui, de 51 años, es el único de los convictos que por ahora ha esquivado la muerte, gracias a un recurso de última hora. No obstante, el portavoz de la Fiscalía, Tony Spontana, dijo ayer que en caso de rechazo sería ejecutado solo y que las autoridade­s no esperarán mucho tiempo.

Serge Atlaoui, encarcelad­o desde hace diez años, siempre ha afirmado que se trasladó a Indonesia para instalar una maquinaria industrial en lo que creía que era una fábrica de productos químicos, cuando en realidad era un laboratori­o clandestin­o en el que se elaboraba éxtasis.

En un último intento por salvarle la vida, el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, escribió una carta a su colega indonesia en la que le señalaba que Atlaoui no pudo ejercer sus derechos y fue condenado “por una decisión que entrañaba afirmacion­es erróneas”. Y horas antes, el presidente François Hollande había advertido a Widodo que la ejecución de Atlaoui perjudicar­ía la relación entre los dos países. Indonesia ha hecho oídos sordos a todas las súplicas de clemencia y ha provocado la indignació­n internacio­nal.

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ULET IFANSASTI / GETTY IMAGES Brintha Sukumaran, hermana de uno de los condenados, llorando antes de verle por última vez

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