Congestión a la vista
Barcelona afronta un repunte del tráfico en una época de reducción del espacio del coche
Es ya una evidencia. La percepción diaria de los automovilistas que tratan de acceder a Barcelona o salir de la ciudad –y no sólo en las horas punta– y las estadísticas y mediciones más recientes confirman que mucha gente ha vuelto a coger el coche. En las rondas, en las vías que llevan a la capital catalana, pero también en el interior de la metrópoli, después de largos años de ralentización o parada, los motores vuelven a funcionar, el tráfico se intensifica. Es uno de los inconvenientes de esta tímida reactivación de la economía. ¿Está preparada Barcelona y su área metropolitana para un nuevo cambio de ciclo? ¿Cómo hará frente a un incremento de la circulación rodada después de un largo periodo sin apenas inversiones en infraestructuras viarias y en el que la administración local ha aprovechado para ampliar el espacio reservado al peatón y, en consecuencia, para restringir el del vehículo privado? Sin duda, las cuestiones relacionadas con la movilidad –la difícil convivencia entre los diversos modos de transporte– se perfila ya como una de las grandes cuestiones del próximo mandato, que obligará a las diferentes formaciones políticas a mojarse y a concretar cuáles son sus prioridades y soluciones.
Los datos de movilidad de la ciudad de Barcelona indican que el uso del coche repuntó en el 2014. Aumentaron especialmente los trayectos interurbanos que se inician o acaban en el interior de la ciudad, y el número de coches contabilizados en las vías de acceso subió un 6%. En un estudio realizado por el Reial Automòbil Club de Catalunya (RACC) se observó un incremento medio del 29% en la congestión en las grandes arterias de la ciudad. Y la Encuesta de Movilidad en Días Laborables del 2014, presentada la semana pasada y referida a un ámbito territorial mayor (el cubierto por la Autoritat del Transport Metropolità), el crecimiento del número de desplazamientos en general durante el pasado año, respecto al 2013, se cifraba en un 3,5%, y en un 9,1% el de movimientos por razones laborales. Ya lo apuntaba el último barómetro de Barcelona publicado por La Vanguardia hace dos meses: el tráfico, después de mucho tiempo, volvía a aparecer en una encuesta como el principal problema de la ciudad.
El gobierno municipal de CiU ha protagonizado en este mandato a punto de expirar diversas operaciones que han restado espacio al coche en beneficio del peatón. La reforma de calles principales –y la Diagonal es el mejor ejemplo– van en una dirección que, por otra parte, no difiere mucho de las que se han marcado la mayoría de las grandes ciudades del mundo que, con mayor o menor convicción, están discutiendo la hegemonía del automóvil.
El programa de CiU para las elecciones del 24 de mayo es muy claro: “En el marco de la implantación de las supermanzanas, seguiremos ampliando el espacio dedicado a los peatones, ampliando aceras y generando espacios de convivencia que lo pongan en el
El año pasado los embotellamientos en las grandes arterias aumentaron un 29% En su programa, Trias se fija “situar al peatón en el centro de la movilidad”
centro de la movilidad en la ciudad”. La formación que ha gobernado Barcelona los últimos cuatro años también se propone ampliar la red de carriles bici segregados, de modo que conecte todos los distritos y completar el nuevo sistema de autobuses. Pero el gran reto del próximo mandato quizás sea el de las supermanzanas, que obligarán a reestructurar el ordenamiento de las calles. CiU se propone analizar los flujos viarios para establecer una nueva jerarquización, con la ayuda de la tecnología smart, que permita que los desplazamientos en coche sean también más eficientes.
El socialista Jaume Collboni pone sobre la mesa la paradoja que se vivió durante buena parte de este mandato: a pesar de haberse reducido el tráfico privado (hasta hace poco tiempo) y de disponer de más transporte público que nunca, Barcelona ha padecido problemas de congestión. “Esto es
culpa de que no ha habido capacidad para gestionar el tráfico”, dice el alcaldable del PSC.
Jaume Collboni lamenta que en las reformas de las principales vías “la estética ha pasado por delante de la funcionalidad” y, de paso, también se ha resentido la circulación con vehículo privado. Por otra parte, plantea crear una única administración encargada de gestionar la movilidad en toda el área metropolitana, una agencia de movilidad al estilo del modelo del Transport for London. También apuesta por “una red de buses rápidos de verdad, como era el proyecto Retbus (planificado por el anterior alcalde, el socialista Jordi Hereu), por la creación de “zonas de bajas emisiones” en lugares donde ya hay una buena cobertura de transporte público, y por potenciar el uso del vehículo eléctrico, pero sin que los esfuerzos para ello sean superiores a la promoción del transporte público.
El Partido Popular teme que el problema de la congestión del tráfico en Barcelona se agrave en los próximos años con la reactivación de la economía. Para los populares el Plan de Movilidad Urbana 2013-2018 dibuja unos escenarios poco creíbles, con una reducción del 21% de los desplazamientos en coche y moto y un aumento del 67% de los que se efectúan en bicicleta. Alberto Fernández no comparte el modelo de las supermanzanas y la restricción del vehículo privado, “que se traducirá en la reducción de la capacidad viaria de la ciudad en un 50%”. “Desde el gobierno municipal, con el apoyo del resto de grupos de la oposición, se ha optado por un modelo contrario al vehículo privado”, añade el candidato del PP.
Los populares irán a las elecciones del próximo mes con un ramillete de propuestas, como la ampliación de la gratuidad del transporte público hasta los 6 años, la posibilidad de que las motos circulen por el carril bus (una vieja revindicación de Alberto Fernández) y el impulso del uso de la bici , pero “sin tolerar que se permita a los ciclistas barra libre de infracciones”.
Barcelona en Comú propone un uso del coche “con sentido común”. “Sólo representa el 15 por ciento de los desplazamientos en la ciudad y ocupan el 60 por ciento del espacio público, además de ser causa de accidentes, muertes prematuras y contaminación”, afirma la formación de la izquierda radical en su programa electoral. La candidatura que lidera Ada Colau cree que la solución a la movilidad de Barcelona requiere una escala metropolitana, con precios más asequibles del transporte público, sistemas de aparcamiento park and ride, completar la red ortogonal de bus y, en esto hay una clara diferencia con las otras opciones, unir los tranvías por la Diagonal.
ERC opina que la reducción del vehículo privado no tiene sentido si antes no hay una red potente de transporte público. “Hay que minimizar los desplazamientos internos en coche, así como los desplazamientos interurbanos en los que el coche se impone a una red de autobuses interurbanos que no es lo suficientemente potente y un sistema de Rodalies que, por cul-
Collboni propone una autoridad que gestione la movilidad metropolitana
Fernández lleva en su programa la gratuidad del transporte público hasta los seis años Bosch plantea una red potente de transporte público antes de limitar el coche
Colau promueve la conexión de los dos tranvías a través de la Diagonal
pa de la dejadez y la falta de inversión, no se ve como una alternativa fiable al coche”. Según la candidatura que encabeza Alfred Bosch, a la hora de abordar la congestión, las supermanzanas permiten racionalizar y concentrar el tráfico
en corredores concretos y pacificar el resto del tejido urbano de la ciudad.
Ciutadans se presenta a las elecciones del 24 de mayo con tres ejes de actuación en materia de movilidad: potenciar los desplazamientos a pie y en bici en los trayectos cortos; garantizar un transporte público de calidad a precios asequibles, y establecer políticas de adquisición y uso de vehículos menos contaminantes (híbridos y eléctricos). La formación que lidera Carina Mejías se propone seguir ampliando aceras y peatonalizando calles. “Para alcanzar un modelo de ciudad sostenible y saludable es imprescindible reducir los desplazamientos ineficientes con vehículos contaminantes y, en cambio, propiciar el uso de otros medios de transporte que lo sean menos”.