El sermón de Bosch
A las puertas del Campus de la Comunicació del Poblenou de la Universitat Pompeu Fabra el candidato de ERC Alfred Bosch comenta que las campañas electorales no son tan duras como la gente suele pensar, al menos no son el momento más duro de la carrera. “Entonces la maquinaria ya está engrasada, todo funciona de un modo más pautado, tienes una idea clara del espacio de que dispondrás en los medios de comunicación...”. Es en la precampaña cuando el candidato ha de dar el do de pecho, darse cuenta de cómo reacciona la gente ante su mensaje, depurar sus comentarios más espontáneos y locuaces, ingeniárselas para llamar la atención de los medios de comunicación... Bosch estuvo ayer por la tarde una hora y media en una clase de tercero de Periodismo, en una de periodismo político, trabajando las distancias cortas, mostrándose como escritor, como profesor, como independiente que un da un paso adelante y entra en política porque la coyuntura histórica lo requiere, depurando sus comentarios más espontáneos y locuaces, bebiéndose una lata de Coca-Cola Light... Al parecer Bosch bebe mucha Coca-Cola Light. “Es mi droga”. Uno de sus pecados confesables. Luego dijo a los alumnos que les daría un sermón, una versión abreviada de sus planes para Barcelona, sus ideas para religar los barrios y frenar, subrayó el candidato, las crecientes desigualdades de toda índole que sufren los barceloneses. “Vas en el metro y a cada parada pierdes un año de esperanza de vida”. “Nosotros tenemos un plan y los demás no”. También dijo que durante veinte minutos prohibirían la palabra independencia. Pero el sermón de Bosch fue muy interactivo. Enseguida pidió a los estudiantes que le redactaran titulares, le hicieran preguntas, le explicaran sus opiniones... Y los alumnos, que a buen seguro habían tomado buena nota de la sintonía de su profesor con el candidato republicano, hicieron gala de una nota de acceso a la universidad por encima del ocho y se mostraron muy bien informados y muy poco capciosos. Y Bosch estuvo muy a gusto, muy cómodo. Y es que la seducción también pude ser bidireccional. Y después de decir que Barcelona tiene que replantear su modelo turístico y otras cosas, acabó reconociendo ante los estudiantes que hubiera gestionado el 9-N de un modo diferente a como lo hizo Oriol Junqueras, que habría sido más audaz. / Luis Benvenuty