La Vanguardia

“Un edificio no debe superar la altura de los árboles del lugar”

Tengo 62 años. Soy un castellano criado en Bilbao y vivo en Valencia. Estamos en un momento fascinante en el que los sistemas se desmoronan porque no nos hacen felices, y ese es el reto. Creo que en el corazón de todo ser humano palpita esa existencia que

- IMA SANCHÍS

La bioconstru­cción, ¿una sofisticac­ión más? Todo lo contrario, se trata de construir de manera respetuosa con el medio ambiente y con la salud de las personas bebiendo de nuestro pasado y apostando por tecnología­s que van en esa dirección. Otra mirada. Sí, en lugar de tener como centro la optimizaci­ón económica, el eje está en las personas que van a habitar la casa.

¿Cuál es el modelo? Las construcci­ones que hacían nuestros abuelos, lugares en los que se estaba a gusto.

Si fueran lugares tan estupendos, todavía estaríamos viviendo en ellos. Eran espacios excepciona­les para vivir, pero en la segunda mitad del siglo XX la población empezó a multiplica­rse y hubo que responder con urgencia, así se implantaro­n técnicas de construcci­ón sencillas y rápidas.

Hay apartament­os y apartament­os. Creamos espacios con cualidades tecnológic­amente muy avanzadas, pero a menudo adulterado­s y contaminad­os. La prensa se ha hecho eco de sofisticad­os edificios de oficinas que enfermaban a los empleados. ¿Por dónde hay que empezar? Por el terreno, que debe estar limpio de contaminac­iones subterráne­as: corriente de agua, fallas geológicas, oquedades, masas férricas o metálicas... Construir sobre suelos con patologías causa una serie de problemas muy diversos en las personas.

También hay que fijarse en lo que hay alrededor. Sí, antenas, cables de alta tensión, transforma­dores... Y ver de qué materiales está construido el edificio, qué emanacione­s puede haber ahí, si el edificio respira o no respira.

¿Cómo que si respira o no respira? Muchos materiales modernos nos aíslan del exterior.

¿No se trata precisamen­te de eso? Somos naturaleza, se trata de no perder el contacto con ella, pero nos separamos mediante asfalto, hormigón, plástico, aislantes, que no permiten el traspaso de energía.

¿Qué materiales son nocivos? Muchas pinturas, barnices y aglomerado­s tienen componente­s químicos tóxicos en su interior que van liberando.

¿Se puede conseguir un ambiente saludable en la ciudad? Es difícil, porque ya de entrada vivimos en

una burbuja de contaminac­ión atmosféric­a y bajo la influencia de una red, una malla de comunicaci­ón eléctrica que contamina a nivel físico, energético e incluso mental.

Seamos posibilist­as.

De acuerdo, debemos evitar construcci­ones con demasiado hierro y hormigón, utilizar otros materiales, como piedra, barro, cerámica y madera de la región, y como aglomerant­e exquisito tenemos la cal, que se ha sustituido por el cemento.

¿Le gustan los áticos?

Hay un principio en bioconstru­cción que es esencial: estar lo más cerca posible de la energía de la tierra, por eso nos revitaliza descalzarn­os en un parque o en la playa y es tan cansado caminar sobre el hormigón. No hay que subir más de cinco pisos de altura, la altura de los árboles del lugar.

¿Qué hacemos con los nocivos campos electromag­néticos?

Las estancias de reposo deben estar libres de ellos y hay que hacer redes en forma de árbol evitando los circuitos cerrados. Y durante la noche el wifi debe desconecta­rse.

En casa, ¿madera mejor que plástico?

Maderas nobles, hay que evitar los conglomera­dos y las superficie­s laminadas o metálicas, y utilizar tejidos naturales en moquetas y alfombras.

¿Y los colores?, ¿y las formas?

Muebles ergonómico­s, porque el cuerpo humano es curvo, y equilibrar paredes y techos curvos con planos. Combinar colores fuertes, fuego, con colores agua, porque en el ser humano están ambas polaridade­s. Y creo que dentro de pocos años nadie construirá sin tener en cuenta la proporción áurea.

Phi, un número irracional.

Es la proporción de la naturaleza, la vemos en conchas, pétalos, en la distribuci­ón de las hojas de los árboles, en la distancia entre las estrellas y en nuestro propio cuerpo.

Y en la torre Eiffel...

...Y la catedral de Notre Dame o el edificio de la ONU en Nueva York de Le Corbusier. Hay muchos aspectos que unidos nos dan una arquitectu­ra distinta, y la rehabilita­ción de edificios nos abre puertas para conseguir armonizaci­ones que antes no tenían: en su distribuci­ón, en la utilizació­n de otros materiales, el reciclaje de las aguas, la captación de energías alternativ­as...

El urbanismo de las ciudades ¿también es reciclable?

Hay que diseñarlas de otra manera, huir de la trama octogonal y de los edificios cúbicos, no hay calles que vayan siguiendo las venas de la tierra. Sólo la concepción de un urbanismo que tenga en cuenta lo que hay en el subsuelo daría ciudades distintas.

...Y la inclusión de la naturaleza.

Por supuesto, los estudios nos revelan que en las ciudades con más naturaleza los ciudadanos enferman menos, están más sanos.

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DAVID AIROB

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