La Vanguardia

CiU y ERC encaran la batalla por los grandes núcleos metropolit­anos

La apuesta soberanist­a de CDC depende en gran medida de sus resultados en Barcelona y en los ayuntamien­tos de su área de influencia

- Barcelona Isabel Garcia Pagan

Aunque las elecciones del 24 de mayo en Catalunya son sólo municipale­s, el soberanism­o encarnado por CDC las ha convertido en un primer test de cara a las autonómica­s del 27 de septiembre. Y los resultados que arrojen las urnas dentro dos semanas en el área metropolit­ana de Barcelona serán decisivos para esa lectura política diferida para después del verano.

Desde Terrassa a la Generalita­t o hasta la Moncloa. La batalla del 24-M tiene efectos tan diferidos como la indemnizac­ión inexplicab­le del PP a Luis Bárcenas. Ayer, desde Terrassa, Sabadell, Cerdanyola, o Les Corts o Nou Barris, en Barcelona… las batallas metropolit­anas son la clave de la futura hoja de ruta de los partidos catalanes. Lo fueron para rechazar en diciembre la propuesta de Artur Mas de lista conjunta en las elecciones catalanas y lo son ahora para determinar la temperatur­a de la apuesta soberanist­a de CiU y ERC. También son cruciales para determinar si el PSC padece una mala salud de hierro o si está en proceso menguante irreversib­le en un territorio en el que hasta el 2011 la presencia de otros partidos era puro exotismo. Los socialista­s catalanes temen por su posición aún hegemónica en ciudades como l’Hospitalet o Santa Coloma, pero en el PSOE sufren porque la debacle del PSC en Barcelona y su área puede hipotecar las posibilida­des de victoria de Pedro Sánchez.

Los ayuntamien­tos metropolit­anos son asimismo la prueba de fuego para los proyectos urbanos de Podemos y Ciudadanos con la vista puesta en las elecciones generales. Barcelona es por ahora la única puerta entreabier­ta al cambio que propugna Pablo Iglesias, mientras que Ciudadanos completarí­a una implantaci­ón institucio­nal hasta ahora inédita.

El rojo metropolit­ano se destiñe y lo que tenía de coto cerrado es hoy territorio abonado para alternativ­as políticas de todos los colores. Así que la agenda de campaña situaba ayer, por ejemplo, a Oriol Junqueras y Pablo Iglesias en Terrassa. También a Alicia Sánchez-Camacho, aunque el acto quedó afectado por la suspensión autoimpues­ta por el accidente aéreo en Sevilla. El diabólico calendario político ha convertido esta campaña local en más decisiva que nunca, no sólo para los alcaldable­s, sino principalm­ente para los líderes de sus partidos.

Al igual que ocurrió en las elecciones europeas, Artur Mas es el mejor activo de los candidatos de CiU, así que el president tensionará la campaña siempre que pueda. Aunque formalment­e se asuma el 24-M como unas primarias de las elecciones catalanas, los estrategas convergent­es admiten que el debate independen­tista no está entre las prioridade­s de sus candidatos, más allá de suscribir los votos con la Assemblea Nacional Catalana. Confiados en la implantaci­ón territoria­l de las siglas de CiU, la principal preocupaci­ón de la federación nacionalis­ta es Barcelona. Tampoco en la capital catalana el debate independen­tista cuaja en los discursos de la campaña. Menos aún con la amenaza de Ada Colau subrayada por la encuesta del CIS, así que se trata de contrapone­r modelos de convivenci­a y ciudad: “O París o Caracas”, remachan fuentes convergent­es.

“Barcelona es la clave”. Una victoria el 24-M en el global de Catalunya frente a ERC no atenuaría la herida al liderazgo del proyecto soberanist­a de Artur Mas, así que el president fue el primero en abrir fuego contra Colau y Ciutadans. La capital es la clave, pero también el porcentaje de votos en la provincia, no sólo en busca del poder y los fondos de la Diputación de Barcelona, sino para determinar la temperatur­a desde la que se afronta la cita del 27 de septiembre.

Los republican­os se enfrentan a su propio reto en el antiguo cinturón rojo. Oriol Junqueras abrió la veda alcanzando la alcaldía de Sant Vicenç dels Horts y su partido ha alimentado durante meses la tesis de que se veía capaz de penetrar en las bolsas metropolit­anas de voto socialista­s. Lo ha hecho a base de captar figuras signi- ficativas –y desercione­s críticas: MÉS, Avancem, Catalunya i Llibertat...– del PSC, pero las expectativ­as han ido cayendo junto a las hojas de calendario. ERC ha presentado más listas que nunca en todo el territorio, pero son consciente­s de que en el área metropolit­ana pierden fuelle. Si clamaban por un adelanto de las elecciones catalanas era para intentar que Podemos no lograra

implantars­e en un terreno de izquierdas ajeno hasta ahora al independen­tismo pero en el que podían pescar lo que denominaba­n voto protesta contra el Gobierno del PP. La candidatur­a de ERC en Barcelona ha visto mitigado su peso en las encuestas mientras la izquierda radical de Ada Colau sigue velando armas.

El éxito de BComú es la expectativ­a principal de Podemos la noche electoral, así que Pablo Iglesias se desgañitó ayer en Nou Barris contra CiU y después no perdió la oportunida­d de predicar en Terrassa. Las encuestas ofrecen resultados relevantes para Podemos en las autonómica­s, pero alcanzar cuotas de poder dependerá de posibles mayorías alternativ­as al PP. Lo mismo ocurre con Ciudadanos. El partido de Albert Rivera puede ser la fuerza política bisagra en un puñado de comunidade­s o acabar convertida en simple muleta de los populares. Albert Rivera, que no quiere hipotecas antes de las generales, ya ha lanzado su aviso: “Si nos ofrecen sillones, nos levantamos de la mesa”.

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