Fórmula magistral
Hubo un tiempo lejano (1951-1954) en que la Diagonal fue un circuito de fórmula 1. El trazado tenía 6.314 kilómetros y abarcaba, además de la citada vía pública, la calle Numància, el paseo Manuel Girona y las avenidas de Pedralbes y Esplugues, según la denominación actual. El argentino Juan Manuel Fangio, a bordo de un Alfa Romeo, fue el primer ganador del gran premio, tras una disputada pugna con el italiano Alberto Ascari. Problemas de seguridad acabaron trasladando la competición a Montjuïc, hasta que un accidente mortal dejó a Barcelona sin F-1 durante tres lustros.
Gracias al entusiasmo del RACC, hace 25 años, volvieron los bólidos a tierras catalanas. Primero se intentó instalar un circuito en Caldes de Malavella, pero un alcalde poco visionario frustró el intento, y finalmente Montmeló fue elegida para el trazado definitivo, sin apenas oposición. Un cuarto de siglo después, nadie du- da del acierto de la apuesta, que no sólo acoge grandes premios, ya que también es un banco de pruebas para la industria del automóvil, que supone el 7,5% del PIB catalán. El viernes, Volkswagen anunció una inversión de 4.200 millones, mayoritariamente en Catalunya; lo que dice mucho de la fe de la multinacional en la recuperación de España y en la confianza de que en Catalunya no ocurrirá nada que la deje fuera de la UE.
Platón fue el primer filósofo de la historia que comparó al hombre con un piloto, o para ser más exactos, con el auriga que conduce un carro tirado por un corcel negro (el placer) y otro blanco (el deber). Su arte consiste en compensar la fogosidad de uno con la templanza del otro para no perder el equilibrio. No es exactamente lo que hacen los pilotos, pero resulta una buena metáfora para el resto.