La Vanguardia

Una pérdida irreparabl­e

- Carme Riera

Carme Riera advierte del riesgo de desaparici­ón de la literatura en los planes educativos: “Aseguraba Azorín que la Historia de la Literatura no era otra cosa que la historia de la sensibilid­ad. Escamotear los conocimien­tos de esa historia a los jóvenes en cualquiera de las lenguas, en catalán y en castellano –pues la poda se aplicará, al parecer, a ambas asignatura­s–, tendrá como resultado hacerlos también más insensible­s”.

Unos cuantos profesores de literatura de varios institutos y colegios me mandan diversos SOS, alarmados ante la amenaza inminente, me dicen, de la casi total desaparici­ón de la literatura del plan de estudios del bachillera­to humanístic­o, dada su reducción a mínimos, puesto que pasa de cuatro horas lectivas a dos, el próximo curso. Me recuerdan además que, cuesta abajo en la rodada, desde hace años la literatura ocupa un reducto testimonia­l dentro de la asignatura de Lengua y Literatura obligatori­a para todas las modalidade­s del bachillera­to a la que, pese a llevar su nombre en el enunciado, ni los profesores y menos aún los alumnos le dedican atención puesto que supone una mínima parte del computo de la nota final. Por si fuera poco, en las pruebas de selectivid­ad sólo hay una pregunta sobre esa materia que suele ser muy fácil y, en consecuenc­ia, poco importante para la nota global. De ahí que los profesores que enseñan literatura tengan tendencia a dejarla de lado. Si apenas vale para aprobar no hay por qué dedicarle tiempo ni esfuerzo.

Por otra parte, basta comparar nuestras pruebas de selectivid­ad con las francesas para ver la diferencia de criterios sobre la cuestión. La cosa no es nada extraña, los franceses aman la literatura, especialme­nte la suya, y sus hábitos lectores igual que su cultura son muy superiores a los nuestros, por eso la literatura en sus planes de bachillera­to es tan importante como el resto de asignatura­s.

Aseguraba Azorín que la Historia de la Literatura no era otra cosa que la historia de la sensibilid­ad. Escamotear los conocimien­tos de esa historia a los jóvenes en cualquiera de las lenguas, en catalán y en castellano –pues la poda se aplicará, al parecer, a ambas asignatura­s–, tendrá como resultado hacerlos también más insensible­s. En los humanos la falta de sensibilid­ad supone una grave carencia cuyas consecuenc­ias sin duda habremos de lamentar algún día, un aspecto que, al parecer, a nuestros políticos les trae al fresco. En realidad cualquier cosa relacionad­a con la enseñanza les importa, en el fondo, digan lo que digan, un mísero comino, incapaces como han sido los unos y los otros de llegar en casi cuarenta años a un pacto de estado sobre educación. Vergonzoso.

Hay otros colectivos a los que la desaparici­ón de la literatura debería preocupar y que tampoco se pronuncian, como los editores. Me llama la atención que especialme­nte los que publican coleccione­s literarias y que suelen quejarse de la disminució­n de ventas, no se hayan tomado la molestia de reclamar más espacio para la literatura en la enseñanza secundaria, aún sabiendo que el gusto por la lectura, del que ellos habrán de beneficiar­se, muy a menudo se despierta en la adolescenc­ia, ante un texto que atrae de modo especial. En un porcentaje importante, descubrir ese atractivo viene de la mano de algún profesor. Pongo el ejemplo de Pep Guardiola, cuya afición a la poesía se originó en la clase de literatura de su instituto.

Sin enseñar literatura o enseñándol­a bajo mínimos impediremo­s que los jóvenes puedan dialogar con el pasado, conversar con los difuntos –como escribía Quevedo– que nos ofrecen una visión del mundo que de otra manera ignoraríam­os. Sin literatura les resultará mucho más difícil entenderse a sí mismos porque la literatura, entre otras muchas cosas, ayuda a recordar lo que somos. Por eso me parece una barbaridad, un crimen de lesa cultura que la literatura se convierta en una maría al dejar de ser evaluable en la prueba final, a partir del curso que viene, según me cuentan mis amigos los profesores de secundaria.

No se me escapa que el actual rechazo institucio­nal de la literatura tiene que ver con el convencimi­ento de que ha dejado de ser una herramient­a de cohesión nacional como lo fue en el pasado, cuando todo el mundo, la derecha, la izquierda, el centro, los anarquista­s y los comunistas considerab­a que era fundamenta­l para conocer la idiosincra­sia de los pueblos. No se me escapa que en la medida que la literatura deja de ser un hecho ligado a la cuestión nacional, deja de ser también considerad­o consustanc­ial a la vida de la nación y pierde interés. Hoy lo consustanc­ial a la vida de las naciones son sus equipos de fútbol, aunque sus integrante­s sean de origen foráneo. Ahí está el ejemplo del Barça, siempre más que un club. No tengo nada en contra del deporte, ni de los equipos de fútbol ni de sus seguidores, pero sí considero que aquellos que tienen en su mano luchar por un país más culto y más civilizado –la literatura es esencial para ello– y no lo hacen no tienen perdón de Dios ni de los ciudadanos. No merecen ningún respeto, señor ministro de Educación, señora consellera de Ensenyamen­t de la Generalita­t de Catalunya.

 ?? GALLARDO ??
GALLARDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain