Sebastià Salvadó
Sebastià Salvadó, presidente del RACC
PRESIDENTE DEL RACC
La F-1 seguirá en Barcelona hasta el 2018 gracias a las gestiones de Sebastià Salvadó, que dejará la presidencia del RACC el próximo mes de julio. “Hemos logrado ser referentes en la F-1”, dice con orgullo Salvadó.
Dicen que Sebastià Salvadó Plandiura (Barcelona, 13/XI/ 1932) tenía muy buenas manos para pilotar cualquier artefacto de motor. Llegó a ganar el primer Rally RACC Catalunya, en 1957, pero su aventura se acabó tan pronto como lo reclamó el matrimonio con Isabel. Licenciado en Derecho y Económicas, Salvadó pasó a pilotar el Reial Automòbil Club de Catalunya (RACC) en 1985. En estos 30 años en la presidencia –que deja en julio–, el Club ha crecido de 85.000 a 860.000 socios y se ha erigido en el gran promotor del motorsport en el país. Uno de los legados que deja es haber recuperado la F-1 para Barcelona en el templo levantado en Montmeló: el Circuit de Barcelona-Catalunya, que este año celebra 25 años de GP.
¿Qué llevó a un empresario exportador de legumbres a gestionar un club automovilista? De joven había hecho carreras de todo tipo, de motos, de rallies, de circuito, e incluso una de aviones, la Volta a Catalunya –cuando hacía de piloto de prácticas en Reus–, en los años 50. Corría como piloto RACC y mi pedigrí le gustaba mucho a Paco Godia (el expiloto de F-1 y empresario), que se encontró con un problema en 1980: el RACC había comprado una finca de 200 hectáreas en Caldes de Malavella para sustituir el circuito de Montjuïc, que había perdido la homologación de la FIA, y no salían adelante con los permisos. En 1982, Juan Antonio Samaranch (directivo del RACC), vino a buscarme. Estuve dos años trabajando como un enano. No fue bien, me declararon persona non grata en la provincia de Girona...
Fue a desencallar... No hubo manera. Reflexionamos y vimos que una instalación como un circuito de velocidad, que costaría mucho dinero, ponerla a 95 km de Barcelona era un disparate por la cantidad de gente que se movería desde el aeropuerto y la ciudad. Buscamos unos terrenos cerca de Barcelona, a 30 km, y localizamos una finca del Consorcio de la Zona Franca entre Montmeló, Granollers y Parets.
Antes de la opción de Montmeló, el alcalde Maragall propuso recuperar la carrera de F-1 por un circuito urbano por el Paral·lel. ¿Por qué no cuajó? Se detuvo porque el fin de semana de la carrera coincidía con una feria, y como el trazado diseñado bajaba de la montaña de Montjuïc, pasaba por el Paral·lel, por plaza Espanya y avenida Maria Cristina, imposibilitaba que estuviera la feria. Josep Miquel Abad, que era el director, le dijo a Maragall que si ponía el circuito él se marchaba. ¿Y si pasaba alguna cosa? Era una apuesta muy valiente de Pasqual, pero quizás en vez de hacer un favor a Barcelona le haríamos un desfavor.
Habría hecho las delicias de Bernie Ecclestone... Sí, pero no en aquella época. En aquella época éramos pioneros incluso en eso. Yo lo entendí. Era un poco demasiado atrevido. La intención de Maragall era, para conseguir los Juegos Olímpicos, poner el nombre de Barcelona en el escaparate mundial.
Ha dedicado 30 años al RACC, y entre estos ha habido 25 de grandes premios de F-1 en el Circuit. ¿Qué ve si mira atrás? Lo que primero me viene a la memoria es que era impensable que tuviéramos la Fórmula 1. Como ahora es impensable que se haga un Ferrari Land en Tarragona. Es brutal el atractivo turístico que tiene Barcelona; es como el clima, que no lo valoramos suficiente.
¿De qué se siente más orgulloso de su gestión en el RACC? De verdad, de la importancia que ha tenido la Fundació RACC en la reducción de la accidentalidad en las carreteras. Nos hemos ahorrado muchísimas vidas. La medida más estelar ha sido la puesta en marcha del carnet por puntos, del cual fuimos impulsores. La primera idea la dimos al conseller Xavier Pomés en 1995. Gracias a la insistencia de Pere Navarro (el director de la DGT), se lo pedimos al ministro Pérez Rubalcaba, que tuvo la valentía de ponerlo en marcha. No se lo agradeceremos nunca lo suficiente, porque ha sido fundamental: hemos pasado de casi 6.000 muertos al año (1994) a 1.100 en toda España. Estábamos en la cola de Europa y ahora estamos prácticamente en la Champions. Salvar vidas tiene una profundidad social que no tiene el deporte; es lo que convierte al RACC en un club social. Con el tiempo se reconocerá que hemos arrancado cuestiones que estaban calladas y muertas.
La joya de la corona es el Circuit de Barcelona-Catalunya. ¿Cómo han hecho que, en 25 años, sea uno de los referentes del motorsport en el mundo? Con pasión, con ganas, con dedicación... Es apasionante haber hecho esto. Para mí, ver el Circuit es emocionante. Hace falta pasión y trabajo bien hecho. Sabíamos que nunca tendríamos el dinero para competir como los otros, pero teníamos que ser acogedores, trabajar muy bien. Sin pasión es inútil trabajar y verter tiempo.
Para estar 25 años en la F-1 también ha tenido que batallar con una bestia de los negocios como Ecclestone, aunque sea su amigo. ¿Qué cartas ha jugado? Le he pedido cada renovación con toda la humildad del mundo, le he trasladado que Barcelona siente esta pasión por el motor. El mensaje que le he hecho llegar siempre es que no tenemos mucho dinero, pero tenemos pasión. Nunca le hemos mentido. Le preguntaba: “¿Cómo quieres que lo hagamos, que lo haremos?”. Bernie es un tipo que respeta mucho la relación personal. Afortunadamente, también aquí, tanto Jordi Pujol y todavía más Artur Mas –que había corrido las 24 horas– son gente a la que le ha gustado el motor. Aunque también ha habido presidentes sin carnet de conducir, y te los tienes que tragar.
¿Qué es lo más duro de negociar con Ecclestone, un hombre que estima mucho el dinero? Siempre ha marcado un objetivo económico para aquel año y nosotros le decíamos hasta dónde podíamos llegar. Muchas veces hemos roto la continuidad de la F-1, pero a los 15 días lo arreglábamos.
¿Ha llegado a peligrar a menudo la continuidad de la F-1? Varias veces. Nosotros no podemos vender potencia, ni orgullo, ni todo eso, porque este país tiene una historia automovilística muy reducida. No hay una gran cultura de motor, y por eso nuestra fuerza es la pasión. Pero Bernie es un hombre tan inteligente que al final lo arregla todo, y bien. Cuando puede recuperar línea, la recupera. No te duermas con él...
¿Cómo lo definiría? Para mí es como un duendecillo, es muy cachondo. En el primer Gran Premio que hicimos, en 1991, el presidente de la FIA era Jean Marie Balestre, que pedía todo tipo de comodidades y formalidades ridículas. Bernie no quería que se le preparase nada; él llegaba al paddock en un taxi y con la tripulación de su jet privado, que le llevaba las
maletas. Es un tipo muy interesante de conocer, siempre de cachondeo. Samaranch, que tenía un gran radar para captar a las personas, decía que era uno de los tres o cuatro personajes más inteligentes que había conocido.
Ecclestone quiere reducir los Grandes Premios europeos a la mínima expresión, dejar tres. ¿Barcelona será uno? Es una cuestión de dinero: la F-1 es objeto de inversión por parte de fondos, y para estos es más importante Abu Dabi, Bahréin o Qatar que Barcelona. Por eso lucharemos, sin cesar, por que Barcelona sea uno de los que se quede.
El Circuit, con la F-1, es un valor estratégico, casi una “estructura de Estado”, dicen. Sí, seguro. Tenemos una ventaja, que es el atractivo brutal que tiene Barcelona, una de las primeras ciudades del mundo en calidad de vida, ocio, turismo, gastronomía; una ciudad que cae simpática. Barcelona nos ayuda, es el primer activo que tiene el Circuit para asegurar la continuidad de la F-1.
Usted que fue piloto, ¿qué es lo más grande que ha visto pasar por el Circuit? Senna. Fue un tipo mítico, era tremendo. Fue tan triste que desapareciera...
¿Y en las motos? La tarea que hizo Joan Moreta en la selección de pilotos es muy satisfactoria. La primera línea de MotoGP son pilotos RACC, hechos en casa, educados en casa, criados por los padres, en la filosofía nuestra: si había buenas notas podían correr, si no, no corrían. Y los pilotos lo valoran hoy, y guardan un recuerdo imborrable de Moreta. Àngel Viladoms, presidente de la Federación Española de Motociclismo, es un hombre apasionado, con muy buena personalidad, y esperamos que sustituirá la tarea de Joan.
En julio deja la presidencia del Club. ¿Le ha quedado alguna cosa pendiente? Me habría gustado que el RACC tuviera la penetración en la sociedad catalana que tienen los clubs automovilísticos alemanes, austriacos o ingleses. Nos hemos quedado a medio camino. Porque la expansión que habíamos iniciado en España en el 2006, con 140 puntos de venta, ha sufrido la crisis y la tuvimos que frenar. Ahora tenemos unos 70 puntos, básicamente en Catalunya y la zona mediterránea. Eso me ha sabido mal. Habría querido dejar el Club con entre un millón y medio y dos millones de socios. No hemos podido llegar, pero hemos superado las dificultades económicas.
¿Y en el Circuit habría acometido alguna renovación? Me hubiera gustado tener el doble de espectadores que tenemos, habríamos ido mejor económicamente y socialmente, con la penetración del deporte de motor que hay en la sociedad.
¿A los que vienen detrás, algún consejo? No hace falta. Vicenç Aguilera es un excelente presidente del Circuit, conoce el tema más que yo, ha estado en la competición, en la fábrica, y lo ha entendido. Y Josep Mateu, director general, hace 20 años que está en el Club, ha corrido las 24 horas, es vitalista...
¿Qué hará ahora Sebastià Salvadó sin la actividad diaria? Viviré con tanta intensidad como pueda la Fundació RACC, y desde allí ya me enteraré de qué hacen.
LA OBRA DE 3 0 AÑOS “El carnet por puntos es lo que me hace sentir más orgulloso; nos hemos ahorrado muchas vidas”
REFERENTES EN LA F-1 “Hemos conseguido ser referentes en la F-1 con pasión, ganas, dedicación y trabajo bien hecho” EL AMIGO DE ECCLESTONE “Muchos veces hemos roto la continuidad de la F-1, pero es inteligente y a los 15 días lo arreglábamos”
LA FUERZA DE BARCELONA “Barcelona nos ayuda, es el primer activo que tiene el Circuit para asegurar la continuidad de la F-1”