UNA HUELGA REVOLUCIONARIA
Los cambios en la financiación del fútbol español han puesto en pie de guerra a los futbolistas a dos jornadas del final de la Liga.
Nunca antes en la historia de la Liga el campeonato vivió sus últimas jornadas bajo la amenaza de una huelga, enfrentadas las instituciones en una guerra sin cuartel en la que se mezclan múltiples reivindicaciones, rencillas personales y falta de interlocutores con capacidad para negociar. Y todo en plena campaña electoral, lo que dificulta una solución consensuada.
La crisis llevaba meses larvándose y se desató en la tarde noche del miércoles, mientras el Barcelona goleaba al Bayern de Munich. El día vino muy revuelto en Madrid, cargado además de malas vibraciones para los madridistas, derrotados el martes en Turín. Ya desde primera hora de la mañana los dirigentes de la AFE, el sindicato de futbolistas que preside Luis Rubiales, reunidos en su sede de la Gran Vía, rumiaban la convocatoria de una huelga para las dos últimas jornadas. ¿El motivo? Oficialmente, su descontento por haber sido excluidos de la negociación del decreto sobre la venta centralizada de los derechos de televisión, aprobado por el Consejo de Ministros del pasado 30 de abril.
La AFE discrepa en muchos puntos con el real decreto; entre otros, el del reparto del dinero (90% para la Primera División), así como que sea Hacienda la que tenga la prioridad en el cobro de las deudas. Y Hacienda es otra palabra clave. A nadie se le escapa el malestar de los futbolistas de élite por el cambio de la ley tributaria que les obligará a cotizar por todos sus ingresos. Hasta ahora, el 15% lo podían declarar como derechos de imagen, con un tipo de tributación menor.
El espaldarazo definitivo a la huelga llegó a última hora de la tarde tras una tensa junta directiva de la Federación Española de Fútbol en la que Ángel Villar se sumó al carro de los futbolistas y trató de abanderar el malestar de todos los descontentos y utilizarlo como ariete contra Javier Tebas, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Miguel Cardenal, antiguo miembro del Comité de Competición y tan de Bilbao y del Athletic como Villar.
El comunicado de la Federación Española, en el que no se hablaba de huelga y sí de la suspensión indefinida de las competiciones a partir del 16 de mayo fue incendiario. La Federación consideraba que con el real decreto “el fútbol español había sido ignorado, despreciado y ninguneado por una actitud irrespetuosa del Gobierno”. En su lista de agravios particular, Villar incluía su disconformidad con la retirada de 4,55% de las quinielas o el tener que ser los garantes de los clubs en caso de que estos tengan deudas con el fisco o con la Seguridad Social.
La enemistad entre Villar y Tebas viene de lejos, de cuando Tebas irrumpió en el mundillo del fútbol de la mano de personajes tan pintorescos como Dimitri Piterman y acabó denunciando a Villar y a varios de sus directivos en los juzgados por supuestas corruptelas económicas, demandas que no prosperaron.
Tebas, de pasado falangista como recordó el viernes Luis Rubiales, no es precisamente alguien con espíritu conciliador. De verbo fácil, ha entrado de presidente de la Liga como elefante en una cacharrería, impulsando todo tipo de acciones, desde denunciar antiguos amaños de partidos hasta conseguir expulsar a los ultras de los estadios. En todas estas batallas no ha encontrado ningún apoyo en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. De hecho, hasta le ha pedido a Villar que deje de insultarle en las juntas directivas de la Federación.
Ante el anuncio de la huelga, Tebas reaccionó con el ímpetu y la verborrea que le caracteriza. “Esto es un fraude de huelga porque se hace por motivos políticos, no por el incumplimiento de ningún convenio”, explicó. Al día siguiente trató de parar la huelga por una doble vía: un recurso ante el CSD y una demanda en la Audiencia Nacional contra la AFE. Este camino no parece fácil. Ya en el 2010 la Audiencia Nacional se declaró no competente para litigar en otra huel- ga promovida por los futbolistas.
Entre las andanadas verbales de unos y otros el CSD ha reaccionado con estupor. Cardenal no ve motivos para la huelga en el real decreto y con números en la mano intenta explicar que con el mismo todos ganan. En lo que se muestra más claro es en la imposibilidad de retocar el real decreto, que aún tiene que pasar por el Congreso: “El decreto se acepta tal cual es o no se acepta”.
En las últimas horas se ha producido una rebaja de la tensión. Rubiales ha convocado a la Liga y la Federación a un acto de conciliación el martes. Tebas se muestra remiso a ir porque confía en que los tribunales le den la razón y exige responsabilidades.
El presidente de los clubs entiende que si por fin hay huelga las dos jornadas restantes se podrían jugar los dos últimos fines de semana de junio (el 13 y el 14 no puede ser porque la selección juega un amistoso en León).
Aunque los clubs no se han pronunciado sobre esta posibilidad, no es algo que guste. En esas fechas ya se está jugando la Copa América y no estarían los internacionales como Messi o Neymar.
Luis Rubiales replica que a malas eso no puede ser. Recuerda que en la legislación laboral los días de huelga no se recuperan. Simplemente se pierden y ya está. Con esta lectura extremista la liga podría haber acabado este fin de semana y la Federación tendría ante sí otro monumental embrollo que resolver.
LUIS RUBIALES “Paramos porque han atentado contra nuestros derechos. La huelga es una medida de defensa”
JAVIER TEBAS “Si la Liga tiene que terminarse en junio, se terminará. Esta huelga no es por motivos laborales” MIGUEL CARDENAL “Sólo pido que se lean el decreto de una manera sosegada porque es muy bueno para el fútbol”
ÁNGEL VILLAR “La Federación se ha sentido ninguneada, despreciada e ignorada por este Gobierno”