Sin novedad en Berlín
El pasado regresa con actos en monumentos soviéticos, una fallida marcha de extrema derecha y algunas motos
En el monumento al soldado soviético del céntrico Tiergarten berlinés, un orador alemán saluda a “nuestros amigos rusos” ante una multitud con banderitas rusas en el ojal, ramos de flores para los caídos y algunas enseñas grandes y rojas con la hoz y el martillo. A ambos lados de la imponente escultura de un soldado soviético de la Segunda Guerra Mundial con casco y fusil, niños rusos del siglo XXI se encaraman a los dos carros de combate que completan el cenotafio.
“Recordemos las penalidades que sufrieron los prisioneros de guerra soviéticos, la lucha de los soldados del Ejército Rojo, recordemos que así también Alemania se liberó del nazismo”, prosigue el orador. Es 9 de mayo y, según el cómputo ruso, se cumplen 70 años del fin de la guerra en Europa. La Wehrmacht capituló en la noche del 8 al 9 de mayo de 1945, y Alemania siempre ha conmemorado ese final y la derrota nazi el día 8, como se hizo anteayer en una sesión en el Bundestag.
Pero, setenta años después de tanta desgracia, el recuerdo de esa historia incluye tan variados acentos y tensiones que Berlín se llenó ayer de todos ellos, en la paz más absoluta. Mientras en el Tiergarten un coro entonaba melodías rusas, ante la estación central –ayer fantasmagórica, en la quinta jornada de huelga de los maquinistas de tren– se congre- gaban manifestantes de extrema derecha convocados “a título personal” por miembros del NPD (Partido Nacionaldemocrático de Alemania) y ultraderechistas.
Poco que ver aquí: los organizadores habían notificado a la autoridad que esperaban a 50.000 personas, así que hay vallas y abundante presencia policial, pero se han presentado unas doscientos, portando banderas alemanas y pancartas patrióticas. Al requerirles mayor abundamiento de motivos, aparecen malas caras y alusiones a la Lügenpresse (prensa mentirosa), en este caso encima extranjera. Se pone a llover, y puede certificarse que la manifestación ha sido un fiasco. Tampoco ha sido numerosa la contramanifestación antifascista convocada frente a ellos pero lejos, al otro lado del río Spree.
Aparte del acto en el Tiergarten, el grueso del alma rusa se concentró en su gran monumento conmemorativo, el Treptower Park, más al este, donde están enterrados cinco mil soldados soviéticos. Según la policía, acudieron diez mil personas, entre ellas un puñado de Lobos de la Noche, los moteros nacionalistas rusos que salieron de Moscú en abril para recrear el avance del Ejército Rojo hacia Berlín en 1945. Tras vetos en Polonia y Lituania, un juez alemán señaló que, legalmente, no había motivo para impedirles entrar en Alemania. En el Treptower Park depositaron flores.
Y hubo más vehículos de dos ruedas ayer en Berlín: circuló un cortejo de decenas de motoristas bajo el lema “La violencia no viaja conmigo” (sin relación con el aniversario), y en el parque de Tempelhof más de 1.300 ciclistas intentaron batir el récord mundial de la fila de bicicletas más larga. Setenta años después, no hubo novedad en ningún frente.