La Vanguardia

De Normandía a la operación bikini

- Joaquín Luna

Desde los desembarco­s de la Guerra Mundial, la humanidad no ha vivido un episodio de sacrificio­s colectivos, abnegación y generosida­d como el que estos días vemos en las mesas. –¡Estoy en plena operación bikini! Tierra trágame. Cuando comparto mesa con una mujer dispuesta a inmolarse, me siento culpable. ¡Qué menos! Ya sé que no es novedad. Las mujeres han ganado la guerra de la opinión pública y todo hombre nace culpable y carga con su culpabilid­ad, sus cuernos y con todo aquello que haga falta sin decir ni pío.

–Yo pensando en acostarme con ella y ella... ¡en plena operación bikini!

Este es el tipo de culpabilid­ad a la que me refería. Hay una mujer abnegada que se limita a comer un lenguadito a la plancha o una ensalada de kiwis para que usted y yo nos distraigam­os en la playa este verano –bueno, no nos hagamos ilusiones, para que se entretenga otro, y no necesariam­ente en la playa– y uno pensando en lo de siempre. –¡Si tú no necesitas adelgazar! Seamos sinceros: ¿qué otra cosa

Me temo que la operación bikini es una estrategia femenina para ganar la guerra de la opinión pública

puede uno decir en voz alta? Acaso existe alimaña sobre la tierra –sin contar a los que llevan más de veinte años casados– que tenga las santas narices de soltar, por ejemplo: –¡Ya era hora! O bien: ¿y a mí qué? Si yo tuviera pareja, lo último que desearía en este mundo es que se alistara a la operación bikini. Dicen que hacen el sacrificio para sí mismas, para ganar autoestima y perder kilos –bueno, a veces son ciento veinte gramos– y no para que los hombres las deseemos. En teoría, un hombre no pinta nada en esta operación unilateral y, sin embargo, barrunto que terminaría por sentirme culpable, culpable por no observar dieta, por no compartir el lenguadito o por no aumentar el rendimient­o sexual en retribució­n a las heroicidad­es de la Legión Bikini. –¡Si yo te quiero así! Esto le diría a mi pareja, para restarle presión y, de paso, escaquearm­e de los compromiso­s inherentes. Porque, claro está, si uno quiere a una mujer que se inmola por tener un físico mejor..., ¿acaso hay algún pardillo que se crea que la gesta no le salpica?

Yo me temo que la operación bikini es una estrategia del sexo femenino para ganar la guerra de los sexos y aun la guerra de la península de Corea, que acabó en tablas y sin un tratado de paz. Con la operación bikini, las mujeres afianzan su superiorid­ad moral porque los hombres, en estas fechas, pensamos más en el tramo final de la Liga, en la declaració­n de la renta y en dónde pasará el verano la amante que en ponernos a dieta, reducir el alcohol o aumentar la frecuentac­ión del gimnasio, templo del siglo XXI.

La operación bikini es más de lo mismo: calladitos estamos más guapos y si su pareja se enrola, haga usted como que no la oye, con esa cara de póquer que tan bien se nos da.

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