De Normandía a la operación bikini
Desde los desembarcos de la Guerra Mundial, la humanidad no ha vivido un episodio de sacrificios colectivos, abnegación y generosidad como el que estos días vemos en las mesas. –¡Estoy en plena operación bikini! Tierra trágame. Cuando comparto mesa con una mujer dispuesta a inmolarse, me siento culpable. ¡Qué menos! Ya sé que no es novedad. Las mujeres han ganado la guerra de la opinión pública y todo hombre nace culpable y carga con su culpabilidad, sus cuernos y con todo aquello que haga falta sin decir ni pío.
–Yo pensando en acostarme con ella y ella... ¡en plena operación bikini!
Este es el tipo de culpabilidad a la que me refería. Hay una mujer abnegada que se limita a comer un lenguadito a la plancha o una ensalada de kiwis para que usted y yo nos distraigamos en la playa este verano –bueno, no nos hagamos ilusiones, para que se entretenga otro, y no necesariamente en la playa– y uno pensando en lo de siempre. –¡Si tú no necesitas adelgazar! Seamos sinceros: ¿qué otra cosa
Me temo que la operación bikini es una estrategia femenina para ganar la guerra de la opinión pública
puede uno decir en voz alta? Acaso existe alimaña sobre la tierra –sin contar a los que llevan más de veinte años casados– que tenga las santas narices de soltar, por ejemplo: –¡Ya era hora! O bien: ¿y a mí qué? Si yo tuviera pareja, lo último que desearía en este mundo es que se alistara a la operación bikini. Dicen que hacen el sacrificio para sí mismas, para ganar autoestima y perder kilos –bueno, a veces son ciento veinte gramos– y no para que los hombres las deseemos. En teoría, un hombre no pinta nada en esta operación unilateral y, sin embargo, barrunto que terminaría por sentirme culpable, culpable por no observar dieta, por no compartir el lenguadito o por no aumentar el rendimiento sexual en retribución a las heroicidades de la Legión Bikini. –¡Si yo te quiero así! Esto le diría a mi pareja, para restarle presión y, de paso, escaquearme de los compromisos inherentes. Porque, claro está, si uno quiere a una mujer que se inmola por tener un físico mejor..., ¿acaso hay algún pardillo que se crea que la gesta no le salpica?
Yo me temo que la operación bikini es una estrategia del sexo femenino para ganar la guerra de los sexos y aun la guerra de la península de Corea, que acabó en tablas y sin un tratado de paz. Con la operación bikini, las mujeres afianzan su superioridad moral porque los hombres, en estas fechas, pensamos más en el tramo final de la Liga, en la declaración de la renta y en dónde pasará el verano la amante que en ponernos a dieta, reducir el alcohol o aumentar la frecuentación del gimnasio, templo del siglo XXI.
La operación bikini es más de lo mismo: calladitos estamos más guapos y si su pareja se enrola, haga usted como que no la oye, con esa cara de póquer que tan bien se nos da.