La Vanguardia

El país que nos están haciendo...

- Julià de Jòdar

Primero de Mayo. Fin de la manifestac­ión matinal. Taxi frente a Correos. “Vía Layetana aún está cortada. Por suerte, hemos acertado al venir por aquí... Yo estuve en Comisiones Obreras. El 1 de mayo del 78 iba gritando por la Gran Vía entre los del Baix Llobregat: ‘Aquí están, estos son, los que aguantan la nación...’. ¿Que nos vio usted desfilar? ¿Desde un taxi? Las vueltas que da la vida... Por aquel entonces votaba al PSUC. Luego... bueno, he votado a todos, hasta a la derecha… Ahora estoy desengañad­o de todos… En las elecciones generales, no pienso votar... Si al menos el voto en blanco significar­a que se quedan los escaños vacíos… ¿A quién quiere usted que vote...? De Podemos no me fío, cambian demasiado deprisa... Ni tampoco de Ciudadanos, esos no cambiarán nada... Por lo menos, en las municipale­s es distinto. En los pueblos nos conocemos todos... En Sant Boi, sí que votaré; allí sabemos quién es cada uno; la última alcaldesa, del PSC, ha hecho unas cuantas de las suyas, a esa sí que no la votaré, vaya, parece que el pueblo no la votará. Se llevó una fuente del centro del pueblo y la instaló en el jardín de su casa, y en lugar de esa colocó un bodrio de fuente nueva y fea. ¿La CUP dice usted? Me gustan, pero no sé, eso de la independen­cia me parece una aventura... Bueno, aquí le dejo, que la Urbana no deja traspasar esa barrera…”.

El taxista ha transitado del municipio al Estado orillando las elecciones catalanas del 27-S. Para tener una visión más aireada del país, tendría que haber escuchado siete días antes el discurso de Antonio Baños a la Assemblea Nacional Catalana:

“Porque yo soy de la Meridiana. No sólo me he criado, también vivo allí. Soy de allí. Mi bisabuelo Vicente llegó de Valencia, y se construyó una casita enfrente de los laboratori­os farmacéuti­cos Borrell, donde trabajaba de vigilante. Por tanto, tenéis delante de vosotros a un auténtico indígena de la Meridiana. Y como indígena os digo que la Meridiana es la auténtica metáfora del país. Ya sé que para vosotros la Meridiana es un trámite que hay que pasar rápidament­e para salir de la ciudad antes del atasco. Es normal que veáis la Meridiana como lugar de paso. Pero es que nuestro país es territorio de paso, de gente que entra y sale constantem­ente, pero en las orillas de este pasar, mucha gente se queda. Porque eso es, en definitiva, un catalán. El que se queda de entre todos los que pasan (grandes aplausos). Y en las orillas de la Meridiana se han quedado todas las Catalunyes posibles. Encontraré­is la Catalunya rural, de huertos y cultivos. Encontraré­is masías como las de can Verdaguer, can Basté, o can Ros. Encontraré­is también la Catalunya fabril industrial de la Farinera, la de can Fabra, o la de la Sagrera, donde trabajaba la yaya. La Catalunya laboriosa y cooperativ­a del pasaje de la Esperança o las Casas Obreras del Clot. Encontraré­is, claro, la Catalunya hecha por la gente que llegó al país en los años cincuenta y sesenta. En las orillas de la Meridiana debutó Manolo Escobar cuando todavía era yesero. La Catalunya combativa de la fábrica Harry Walker y de las primeras escuelas con inmersión en la Prospe y de los vecinos que secuestrab­an autobuses, y los vecinos de todo el mundo que vinieron con el cambio de siglo y el drama de los desahucios en Ciudad Meridiana. En la Meridiana, como ocurre en todo el país, todo se mezcla y nada se pierde. Todo nos es útil y todo nos ha de servir (grandes aplausos). Yo no me he movido de allí y lo he visto todo. Desde la Meridiana recuerdo aquellas primeras senyeres orgullosas en unos autobuses destartala­dos que volvían de ver ganar al Barça en Basilea, cuando el franquismo todavía coleaba. Por la Meridiana desfilamos mucha gente hacia la plaza Catalunya los días del 15-M y de la Huelga General. También os vi pasar el año 12 con sorpresa y esperanza. Y el año 14 con firmeza y determinac­ión hacia las convocator­ias de la Diada (estruendos­os aplausos)”.

Primero de Mayo. Fin de la manifestac­ión de la tarde. Taxi frente a la sede de la antigua Caixa Catalunya.

“Sí, son los de la Telefónica… Bueno, quiero decir los de Movistar, que tienen unas condicione­s de trabajo terribles... Primero eran de la plantilla; luego los externaliz­aron a empresas subcontrat­adas; y ahora estas empresas les han obligado a hacerse autónomos; o sea, que han pasado a trabajar más y a cobrar menos, y encima a pagar autónomos todos los meses. A las empresas, eso les conviene mucho; así se ahorran costos de plantilla, y si algo va mal, un accidente, por ejemplo, pues los responsabl­es son los trabajador­es, que para eso son autónomos. Lo que no se entiende es que el Gobierno lo consienta… Estos gobiernos lo consienten todo… Pues nosotros hemos hecho 3.000 kilómetros en dos días. Fuimos tres taxis a Bruselas a protestar contra el TTIP... CiU nos ha decepciona­do, ha votado a favor del Tratado... Todos los demás estaban en contra, y CiU, y el PP, claro, van y votan a favor. Para muchos sectores es malo, para el taxi es malísimo... Ahora Uber podrá entrar y de aquí a nada querrá quedarse con todo y sin pagar impuestos. Iremos a la huelga... Tenemos que defenderno­s... Los usuarios salen perjudicad­os. Muy decepciona­dos. Llegamos a Bruselas y les queríamos entregar un escrito y no lo quisieron coger... CiU muy mal, ponerse a votar a favor del tratado... Pienso que Esquerra, que tendría que ser el partido de los taxistas, no tendría que apoyar a Convergènc­ia...”.

A veces el escribient­e necesita más de una carrera urbana para fabricar el artículo…

“Nuestro país es territorio de paso. Y en las orillas de la Meridiana se han quedado todas las Catalunyas posibles”

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