La Vanguardia

El último ‘Rocket Man’

OSCAR CARL HOLDERER (1919-2015) Ingeniero y diseñador aeroespaci­al germano-estadounid­ense

- GUILLE ÁLVAREZ

Estados Unidos lanzó la operación Paperclip en 1945. Fue diseñada para reclutar y explotar los servicios de un grupo de científico­s de la Alemania nazi, “mentes brillantes con una productivi­dad intelectua­l continuada que queremos aprovechar”, según un informe secreto de la Junta de Jefes del Estado Mayor. Oscar Holderer, que falleció a los 95 años en Huntsville (Alabama) este martes, fue uno de los 120 elegidos que saltaron el charco tras la caída del régimen de Hitler. Era el último supervivie­nte de este selecto grupo.

Su destino fue el equipo de trabajo liderado por el doctor Wernher von Braun que transfirió la tecnología armamentís­tica y los cohetes nazis al Gobierno estadounid­ense. Su aportación más destacada fue en el ámbito aeroespaci­al, ya que se encargó de instalar y supervisar el túnel de viento que más tarde sirvió para diseñar el Saturno V, el cohete que hizo despegar el Apolo XI, el que llevó al hombre a la Luna en 1969.

“Era uno de los miembros más prácticos del equipo. De hecho tenía una tienda en el pueblo como pasatiempo”, explicó su hijo Michael. En 1950, Holderer y su equipo se encargaron de instalar el campo base de la NASA en la base militar de Redstone. Allí vivió el resto de sus días, liderando proyectos espaciales y haciendo de manitas en su establecim­iento gracias a su formación en ingeniería mecánica.

A pesar de su papel en los pro- gramas Apolo y Skylab, entre otros, rechazó la condición de figura que algunos de sus compañeros sí lucían. Nacido en Prüm, Alemania, en 1919, trabajó como diseñador de cohetes a las órdenes del Tercer Reich. Después de la Segunda Guerra Mundial entró en la operación Paperclip y viajó a EE.UU. Obtuvo la doble nacionalid­ad en 1955 y, como buen manitas, diseñó su propia casa, que todavía hoy despierta la curiosidad de vecinos y visitas al centro espacial Marshall, situado cerca de Huntsville.

Después de participar en uno de los grandes hitos del siglo XX, inventó varios simuladore­s que han entrenado a los jóvenes astronauta­s estadounid­enses durante décadas. Sus artificios le permitiero­n acumular hasta 19 patentes. “Era un hombre con mucho talento”, ha declarado Ed Buckbee, historiado­r de la NASA que asegura que Holderer era el último supervivie­nte del equipo original de von Braun.

Al contrario que su jefe, él nunca estuvo bajo sospecha de tener lazos con los nazis. “Me sentí emocionado y un poco abochornad­o, ya que jamás sentí que llegara a ser un contribuye­nte tan relevante”, explicó tras ser introducid­o al salón de la fama del espacio. “Hicimos un trabajo muy importante y me siento muy afortunado de haber sido reclutado para ello”. A pesar de su carácter humilde, los hechos hablan por sí solos. Él y sus colegas situaron la luna al alcance de la humanidad.

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ERIC SCHULTZ / AP

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