La Vanguardia

“Tenía miedo del pasado”

Mercè Sanz desvela a los 82 años su paso por los campos de concentrac­ión

- JOSEP PLAYÀ MASET

Durante un peregrinaj­e a Tierra Santa, el sacerdote Xavier Morlans hablaba a su grupo de Barcelona de los campos de concentrac­ión cuando una mujer de 75 años le interrumpi­ó muy nerviosa: “Si no ha estado nunca, haga el favor de callar”. Y aquel día empezó a hablar de una peripecia que había escondido a lo largo de toda su vida. Ella era Mercè Sanz, hija de padres republican­os que en 1939 pasó la frontera de los Pirineos con 6 años, de la mano de su hermano Herminio, de 8, y otros refugiados. En Francia fue recogida primero por una familia que la maltrató y más tarde fue a un campo de concentrac­ión hasta que fue trasladada a otros en Alemania. Fue liberada por las tropas rusas en 1945 y trasladada a España, primero a la Casa de la Maternidad y más tarde acogida por unos tíos –que hicieron desaparece­r toda su documentac­ión– para aprovechar­se de una paga. Y así creció en el silencio y la resignació­n.

“Tenía miedo del pasado, no quería recordarlo ni hablar de ello, hasta que lo hice con Morlans y me salió todo lo que llevaba dentro”, explica ahora. Y de ese encuentro y otros posteriore­s salieron una serie de grabacione­s que han dado pie al libro: Una nena catalana als camps nazis, publicado por editorial Claret. “Como niña de guerra mi testimonio es muy poca cosa pero es importante que se sepa”, dice ahora. Sus recuerdos son escasos, torturados, confusos. “Me acuerdo bien del paso por la frontera, a pie, de la estancia en distintos campos, que no distingo muy bien, en uno me veo aún sentada en un rincón, sin comida, fue muy duro”. Pero también se acuerda de las peleas familiares, tras su retorno, para conseguir que se les designase tutores. Para entonces ya tenía 12 años y empezaba una nueva vida.

“Muchas veces cuando pensaba en aquellos hombres que nos pegaban, que experiment­aban con nosotros, los odiaba. Pero después me decía, Mercè no puedes odiar. Una vez en uno de los campos oí que hablaban de Dios. No lo entendí muy bien pero pensé que si Dios ayudaba a otros también me podía ayudar a mí”.

El relato parece por momentos sacado de una novela. Antes de ir a los campos de concentrac­ión estuvo con una familia afín al nacionalso­cialismo. Un día la llevaron a un desfile, no sabe dónde, en la que estaban Pétain y Hitler. Y cree recordar que recibió un beso de Hitler. Luego estuvo sucesivame­nte en los campos de Angoulême, Auschwitz y Ravensbrüc­k. Lo sabe porque le suenan los nombres. Le queda el recuerdo confuso... el hambre, el miedo, el frío, el terror, el llanto por sus padres fallecidos. Pero sobrevivió. Y empezó una nueva vida, como enfermera, para ayudar a los demás, solidaria, comprensiv­a. Y ahora nos deja también su testimonio.

 ?? ARCHIVO SANZ / EDITORIAL CLARET ?? Mercè Sanz, fotografia­da poco antes de ir al exilio. Y ahora con 82 años y su libro recién publicado
ARCHIVO SANZ / EDITORIAL CLARET Mercè Sanz, fotografia­da poco antes de ir al exilio. Y ahora con 82 años y su libro recién publicado
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